El 26 de abril de 1937, a las 4:00 p.m. la muerte cayó con furia sobre los habitantes de Guernica. El fascismo deslumbrado con sus nuevas armas de destrucción ensayó con la liquidación sistemática de un pueblo. Era una mera práctica. Un tiro al blanco. Mussoline y Hitler se divertían con el cataclismo y la sangre. Se preparaban para la II Guerra Mundial. Todos querían huir de la furia de las bombas. Los pilotos en una orgía salvaje cazaban a los desprevenidos campesinos. Guernica no era un objetivo militar. Guernica no era un objetivo económico. Guernica no era sino un simple pueblo de campesinos. Pero el fascismo no conoce de condiciones humanas. Vive de la muerte. Pura carroña. Hienas del infierno. Fueron tres horas de bombardeo inclemente. 100 kilos de bombas por cada habitante. El cielo se ennegrecía por los aviones. Eran las nubes volantes de la postrimería. Empezaban las bombas explosivas y por último las incendiarias. Un pueblo sin defensas antiaéreas. Cerraron con las voces de las ametralladoras de los aviones fabricando una tempestad de balas. Ya no había nada. Guernica desapareció al igual que sus caballos, sus ovejas, sus vacas. Reinó el silencio.
La mañana del 16 de marzo de 1968 en una pequeña aldea del Viet Nam revivió el capítulo de Guernica. May Lai un pueblo de campesinos fue arrasado en un acto apocalíptico de vísceras sueltas y huesos rotos, de difuntos. El fascismo, esta vez yankee se posó con odio y con fuego sobre las carnes tímidas de mujeres, ancianos, hombres y niños. May Lai no era un objetivo militar. No tenía soldados. No tenían armas, sin embargo fue el salvajismo humano, la perversión de la droga, del alcohol, del desprecio de la raza blanca a la raza amarilla. Tres compañías de la 11ª brigada destruyeron sistemáticamente a todo lo que se moviera. No hubo resistencia. El expediente de la matanza habla de como cazaron a los vietnamitas. Se inició con el tartamudeo de las ametralladoras. Luego un enjambre de granadas explosivas e incendiarias barrió la escena como un huracán alocado llevando tras sí pedazos de cuerpos humanos esparcidos por doquier. El fascismo presente. La miseria humana, el odio. Algunos soldados se divertían violando mujeres y niñas. Otros mataban directamente con sus manos. Las bayonetas goteaban sangre asiática. Finalmente granadas fumígenas fueron lanzadas para alumbrar la escena dantesca y detectar cualquier habitante vivo. Fueron lanzados a una quebrada y asesinados. Todos los cuerpos mutilados.
La noche del 16 de septiembre de 1982 el pueblo palestino y libanés fue visitado por el demonio. Los pequeños barrios de Sabra y Chatila desparecieron de la faz de la tierra. El fascismo, ahora vestido con trajes israelitas se ensañó contra un conglomerado humano indefenso. Igualmente que Guernica y May Lai, no eran objetivos militares, no tenían armas ni soldados. Ocurrió de nuevo. Un río de sangre. Un bombardeo inclemente, mil veces criminal despertó a los pobladores. Era la zona sur de Beirut. Los mataron a todos. Se habla de miles de victimas. Ariel Sharon en su comando de guerra permitió, alentó y produjo la matanza. El sionismo una forma mutada del fascismo fue el primer actor de esta danza macabra. Los cuchillos y las hachas remataron la obra de las balas, las bombas, las granadas. Al amanecer del 17 ya no quedaba nada vivo. Nadie se salvó. Los carros de combate israelitas cerraron todas las vías de escape.
Beirut. Julio de 2006. Otra vez la muerte contra los libaneses y los palestinos. Las bombas sionistas destruyen hospitales, puentes, aeropuertos, estaciones de televisión, estaciones de radios, oficinas públicas, la sede de la ONU, las embajadas, los aviones civiles, las ambulancias. Que horror. Que silencio. No se oyen las voces de la oposición. Que despreciables. Que cobardes. No merecen gobernar a Venezuela. Ese arquetipo de criminal habita en las páginas de Noticiero Digital. Si los dejamos triunfar se despertaran los demonios.