Los billetes y el arroz andan igual de escasos. Es decir, estamos ante una afirmación que niega. El arroz y los billetes los esconden los terrorista que continúan empeñados en acabar con Venezuela, con nuestra Revolución Bolivariana y Chavista y con el Gobierno que preside el camarada Nicolás Maduro.
La "culpa", de ambos hechos, "es de Maduro", según han puesto a circular por todas partes, en los medios del exterior, en los de la derecha interna, en el "four minutes men" de la "improvisada" comunicación de calle y en los micromensajes de pedigüeños y menesterosos que circulan por los vagones de los metros, en las camionetas de autobuses colectivos de pasajeros, en algunas puertas de iglesias y en las colas de "bachaquear" que se forman a las puertas de supermercados de alimentos, medicinas y cosméticos.
El arroz, ciertas harinas de consumo cotidiano en la cultura culinaria venezolana y otros productos, desaparecieron de los anaqueles, se ha vendido en esquemas "controlados" y han servido para generalizar la imagen de desabastecimiento, planificada y ejecutada para ofrecer al mundo y en nuestro país la ideología de la escases, que se repite como "verdad" hegemónica. Luego han aparecido, parcialmente, pero sin diluir el mensaje de crisis, de caos, de derrumbe socioeconómico que intencionalmente se fomenta y difunde.
No tenemos arroz, tampoco fororo, pastas, harinas para hacer unas de esas torticas que ahora llaman "panquecas". Tampoco tenemos billetes. Nos prometieron que los habría "como arroz", pero no es cierto. Los que quedan, se agruparon en la línea más baja, como monedas devaluadas. Hay que reconstruir la historia y las demandas. Es la guerra, generacionalmente actualizada, cargada de desafíos y de modelos propios de nuestros días, tecnológicos, ajenos y propios. Una seguridad de la magia que hacemos para enfrentar tanta perversidad contra este digno pueblo.
Después de habernos desabastecido de alimentos, bienes inmediatos y medicinas, de ejecutar el bloqueo sutil con artillería mediática para reblandecernos, ahora los estrategas del Pentágono han desplegado contra Venezuela un odio secular por el que disparan contra nuestras finanzas, desaparecen -o pretenden hacerlo- los instrumentos de liquidez monetaria, mientras tercian una campaña mediática ferozmente destructiva.
Fomentan colas frente a los cajeros automáticos, los colapsan, difunden supuestas operaciones de "mantenimiento" en los mismos y hace propaganda sucia con billetes diseñados para reforzar su guerra simbólica. Atizan su inflación inducida, desestabilizan las emociones y creencias del pueblo antes de hacerlo en el campo real de las transacciones financieras. Hacen desaparecer la conciencia e imponen su ideología, su cosmovisión dolarizada y sus propagandas de matriz "dollar today" que generan pánico y ponen a correr a todo el pueblo.
No hay billullo, tampoco arroz... Hay una guerra fundamentalmente simbólica, detrás de todo esto. Los bombarderos enemigos saben que es más eficiente el memoricidio que el genocidio. Quieren vencer, pero seguiremos resistiendo, desmontando sus estrategias, construyendo independencia, soberanía y Patria socialista.