El Comandante Hugo Chávez en más de una ocasión dejó claro a la administración Clinton que nadie más que el pueblo venezolano es garante y responsable de velar por su soberanía, tarea que por supuesto no delegará a nadie y menos al imperio yankee. La misma tónica sufrió la administración Bush. Obama no fue la excepción. ¿Por qué con Trump podría ser diferente?
En honor a los más de 200 años de Independencia forjada en cruentas batallas y con la sangre de nuestros libertadores, es imposible claudicar, ahora, ante el imperialismo. Mucho antes de la época del General Ezequiel Zamora un puñado de hombres y mujeres valientes alzaron su voz en tono desafiante: ¡Venezuela se respeta!.
La experiencia nos sugiere que en cada punto de la historia cuando se vio amenazada la estabilidad de la República, los venezolanos han estado allí rodilla en tierra para defenderla de las rapaces garras del capitalismo, que ve las potencialidades de esta Nación como una manera voraz de llenar su arcas y no como una oportunidad para generar estabilidad social y progreso para sus ciudadanos.
Este es nuestro momento, para este tiempo nacimos, es nuestra oportunidad de transcender en la historia y asegurar la independencia a las generaciones futuras. Ninguna nación grande o chica nos puede amedrentar y obligarnos a vivir un proceso distinto al que por más de 17 años hemos labrado y consolidado.
Para nadie es un secreto las intenciones de los EE.UU. El absurdo decreto que nos declaraba como una amenaza inusual y extraordinaria es solo un pote de humo para justificar una intervención extranjera y echarle mano a la mayor reserva petrolera del mundo. Saquear nuestro oro, diamantes y materiales no metálicos como en su tiempo lo hicieron los españoles, cuando éramos colonia.
No se equivoquen. Ya lo hemos dicho antes, se estrellarían contra un muro. Las últimas acciones del Senado Norteamericano revelan el interés de ciertos grupos hegemónicos que atentan contra los principios de soberanía y autodeterminación de los pueblos. Venezuela seguirá siendo una nación independiente y soberana, no sujetas a pretensiones, chantajes ni mandatos externos.
Hemos decidido vivir en libertad, a plenitud y transitar por la senda que soberanamente escogimos para construir nuestro futuro y el de las generaciones venideras. ¡Viviremos y venceremos!