El pueblo de Venezuela, tanto opositor como partidarios del gobierno, me refiero a al colectivo realmente observador, para no parodiar a la mayoría silenciosa de la que habló una vez Richard Nixon. Este sector es más que silencioso, es una sociedad que ha aprendido a discernir con objetividad: a dónde queremos ir; qué es lo que queremos; qué ofrecen y qué garantizan los factores que lo venden como si fuera un producto sometido a publicidad con la intención de seducir, pero que no lo saben ni hacer, ni decir, ni ofrecer; por el contrario, se difumina y se contradice, generando un caos, una confusión de ideas que están fuera por completo del sentir y querer de toda una población que tiene conciencia, de que es mayoría, y que por nada del mundo está dispuesta a prestarse para perder la seguridad hasta ahora alcanzada.
Ante este dilema que se ha ido decantando, la población está convencida de que el Gobierno, por encima de todos los avatares, se mantiene firme e impertérrito, tanto en sus ideas como en sus convicciones. Con tanta coherencia que responde ante las andanadas insufladas de violencia tanto verbal como física, como asociadas en bandas delincuenciales que muestran la cara feroz del terrorismo, como una oferta de cambio sin que se tome en cuenta al pueblo en cuanto a si quiere el camino de la violencia o el sendero de las soluciones.
Ante este escenario, se ha tomado como directriz colectiva una respuesta de completa contención contra toda violencia, guarimba, destrucción de bienes públicos, encarcelamiento, aislamiento y sometimiento de comunidades a los dictámenes de grupos que mantienen en zozobra al propio pueblo, creyendo que eso va a desestabilizar a un Estado que se mantiene firme con respuestas inmediatas apegadas a derecho, con una fuerza pública que está obligada a hacer cumplir la Ley y a mantener el orden público, a no caer en ningún tipo de provocación; sin pretender actuar como víctima.
Esta realidad tan contundente, es la que todo un pueblo ha logrado descifrar para mantener y preservar con firmeza la existencia de esta Nación y ser ejemplo a seguir, para que los demás países vecinos y del mundo, tomen en cuenta esta muestra insobornable y de fortaleza. No vamos a caer jamás en la tentación en las que ayer y hoy han caído tantas naciones en guerras civiles destruyendo sus propios legados históricos como actas de fundación de lo que son como pueblos.
Esa es la razón de ser venezolano. Me enorgullece ver cómo se han superado los conflictos entre pueblos hermanos de libre disposición y exposición de las ideas.
La oposición con "sus ideas" se ha plagado y esclavizado a los dictámenes de una violencia que no tiene marca, no tiene patente venezolana, por eso es rechazada rotundamente porque se le ve la costura, se ve descaradamente una manifiesta violencia importada.
Rechazamos categóricamente la patente de la violencia importada, y toda clase de violencia, y como pueblo imponemos la de la democracia y el derecho.
Por eso contamos con un Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de altísima calidad para el debate del derecho. Sus sentencias son del conocimiento nacional y del conocimiento de la Naciones Unidas, de la OEA y de todos los organismos estudiosos de la ciencias del derecho, por eso nos sentimos orgullosos de una Fuerza Armada Nacional Bolivariana, garantía de la defensa de nuestro territorio y de nuestro pueblo y de un Poder Ejecutivo que garantiza la firmeza de sus políticas públicas. Eso es lo importante y es lo que ve el pueblo, los demás instrumentos objeto de focalización de la violencia, situada en los factores terroristas, es lo que repudia democráticamente un pueblo del que nos sentimos orgullosos, los que proclamamos la democracia y la paz.
¿Qué mejor para una sociedad de vecinos, para un Consejo Comunal, para la asociación de Consejos Comunales en Comunas, para los pueblos de un municipio, de una entidad, de una asociación de regiones y de toda una Nación, que estar en permanente debate de solución de problemas locales y nacionales? ¿Qué mejor que un debate de esta naturaleza que le permite a cada ciudadano y ciudadana tener objetivamente una visión nacional partiendo de la local o viceversa? ¿Qué mejor que una Constituyente como el gran crisol de voluntades para revisar todo el proceso de una nación y de sus instituciones? ¿Qué mejor para los gobiernos que entregarle al pueblo la orientación de un país como la expresión de la voluntad general? Esa es la razón de la interpretación que un proceso revolucionario ha hecho a carta cabal, de cómo colocar al pueblo como el centro de la vida nacional, eso es lo que estamos haciendo como revolucionarios.