La segunda semana de marzo comenzó en domingo lluvioso, como hace cuatro años, cuando se marchó el Comandante "un momentico a la misa", tal como lo canta en sus versos el trovador cubano Raúl Torres (ver y escuchar https://www.youtube.com/watch?v=s4ibW_wUYmI&t=26s). Al día siguiente, lunes 6 de este mismo mes, todo estaba listo en la sede de la Cancillería, ubicada en la Casa Amarilla, en Caracas, para dar inicio al décimo quinto Encuentro mundial de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad. El temario para dos días, giró en torno al tema de la "Comunicación emancipadora" como herramienta para la descolonización de las patrias dominadas por el imperio del capital y los centros de poder hegemónico, del mismo, centrados en los EEUU y su Departamento de Estado.
Invitado al Encuentro, participé de un debate en el que todas y todos los congregados, ofrecieron aportes de mucha altura, excelentes contenidos y oportunas críticas a las "estrategias" de la comunicación y a las políticas por las cuales estos se rigen, en distintos países del mundo y –también- en Venezuela.
La sensación de que falta calle y sobran cámaras, tecnologías y medios, me asaltó de nuevo. Quienes me conocen y han leído alguna vez mis reflexiones sobre el tema, saben que no es la primera vez que me refiero a esa preocupación, como actor y doliente de un mismo hecho. Por eso, la reflexiones del camarada Vladimir Acosta, sociólogo, historiador y profesor universitario, la primera mañana de esas jornadas, contribuyeron a despertarme la esperanza de nos seguir "de cumbre en cumbre, mientras los pueblos van de abismo en abismo" (para identificarlo con palabras precisas del comunicador y líder revolucionario Hugo Chávez).
Vladimir Acosta comenzó sus palabras del lunes 6 de marzo, colocando el énfasis en la idea de que "debatir la comunicación es una tarea que debemos hacer sin los medios delante". Estos la banalizan, degradan cualquier debate "lo convierten en un show", donde espectadores y "protagonistas" están más pendientes de las cámaras que de lo que se dice y plantea.
Es verdad. Uno entiende que las herramientas de la comunicación deben tener su momento de acción al final de los debates, de las críticas y autocríticas, a la hora de las conclusiones y los diseños estratégicos. El tema lo amerita. Como amerita también que discusiones como las de ese par de días, se lleven a las calles, las asuma el Poder Popular como parte de sus agendas. Líneas y conclusiones, resultados de críticas y autocríticas, para acciones de Gobierno que nuestro presidente Nicolás Maduro debe considerar en sus planes y programas: "El pueblo escucha todos los días al Presidente en los medios" pero "Maduro debe detenerse también a escuchar al pueblo que le escucha y tiene cosas por decirle", puntualizá, aquel día, Acosta. Lamentablemente, la comunicación auténtica, la que sí tiene calle, no se transmite. Y no por falta de cámaras y medios, sino porque estos están distraídos enfocando a los maquillados para escenas.