Chile-Venezuela, una verdad que duele

El entramado golpista contra el gobierno venezolano ¿es avalado por la Moneda y los partidos de la Nueva Mayoría?

Arturo Alejandro Muñoz

La Historia puede ser inservible o tremendamente útil, ello depende de quien tenga en sus manos el poder para replicar algunos de los sucesos que ella describe, o para ignorarlos de manera irresponsable, u omitirlos por interés conveniente.

Convengamos, como punto de partida, que no existen los gobiernos perfectos, esos que podríamos considerar ‘moneditas de oro’ porque agradan al 100% de los ciudadanos. Todo gobierno tiene oposición, y eso es sano para la democracia… siempre que la tal oposición sea objetiva, y no destructiva para beneficiar sus intereses particulares que, en la mayoría de las ocasiones, se contraponen a los intereses del país.

En Chile, el conglomerado político llamado Unidad Popular asumió el gobierno en el mes de noviembre de 1970, teniendo desde el inicio una fuerte oposición de sectores políticos conservadores y fundamentalistas católicos, apoyados desde las sombras por poderosas empresas transnacionales como las cupríferas estadounidenses y la ITT (Internacional Telegraph and Telephone), cerrándose ese círculo con el ataque del gobierno estadounidense encabezado por Richard Nixon.

Entre 1970 y 1973 la derecha chilena, acompañada por mega empresarios, prensa adicta y algunos gremios (como el de los propietarios de camiones y dueños de establecimientos comerciales), realizó a placer un plan tejido en Washington: el desabastecimiento y el mercado negro. Historia bien conocida por los chilenos que, una vez consumado el golpe de estado, el día jueves 13 de septiembre de 1973 (el día anterior, el miércoles 14, el país estuvo bajo un toque de queda absoluto), se sorprendieron al encontrarse con estanterías llenas y supermercados abarrotados con los mismos productos que, según voceaba la derecha, "no existían en el país por culpa del gobierno".

Hoy es el turno de Venezuela. El establishment estadounidense, la derecha llanera y latinoamericana, así como el mega empresariado transnacional y las jerarquías clasistas de la iglesia católica venezolana, comenzaron a aplicar el "plan Chile’73" no bien el comandante Hugo Chávez triunfó en las primeras elecciones de los años 1998 y 2006. En resumen, el líder de la revolución bolivariana obtuvo resonantes triunfos electorales (14 en total) a lo largo de su carrera política, lo que decidió a la derecha llanera a cambiar de estrategia y activar, como ya se dijo, el ‘Plan Chile’73".

Hace pocas semanas se cumplieron 15 años el fracasado golpe de estado –que se efectuó en abril del 2002- y que instaló una efímera dictadura cuya duración no logró superar las 48 horas, encabezada por el presidente del gremio empresarial Fedecámaras, Pedro Carmona Estanga, apodado luego Pedro "el breve", que recibió inmediato repudio y rechazo de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos, no así Chile, ya que el entonces presidente de la república, Ricardo Lagos, en conjunto con su Canciiller (Soledad Alvear), se apresuró en reconocer oficialmente al gobierno golpista. Hubo de retractarse más tarde, cerrando así un hecho vergonzoso para nuestro país y, especialmente, para un gobierno chileno supuestamente contrario al golpismo luego de haber vivido 17 años de dictadura cívica-militar.

Fracasado el golpe el 13-14 de abril de 2002, Ricardo Lagos y Soledad Alvear sacrificaron y culparon cínicamente de esa grave situación diplomática al embajador chileno en Venezuela, el PRSD Marcos Álvarez, quien había cumplido las órdenes de Soledad Alvear ordenándole reconocer al presidente de facto y usurpador empresarial Carmona Estanga, quien hasta hoy continúa exiliado en Miami.

Esos son los ‘izquierdistas’ de la ex Concertación, que hoy -con el gobierno de Michelle Bacheletet (PS), Mario Fernández (PDC) y el canciller Heraldo Muñoz (PPD)- están nuevamente convertida en dócil auxiliar de las maniobras intervencionistas de EEUU, Canadá y la ultraderecha neoliberal-conservadora de América Latina contra Venezuela, su gobierno y poderes constitucionales.

Tristemente ridículas (y fracasadas) fueron las actuaciones de algunos senadores y diputados del duopolio que viajaron a Caracas en períodos de elecciones en el país de Bolívar y Bello. Según aseguraron antes de partir, iban como "observadores", ya que, insistían majaderamente, "en Venezuela no hay condiciones que aseguren legitimidad electoral". Mucha propaganda deshuesada contra Chávez, mucha parafernalia mediática, pero… fueron, vieron y… regresaron en silencio, sin destinar un solo minuto para informar a la prensa que en Venezuela los procesos electorales se habían efectuado en perfecto e impecable orden y legitimidad, como lo constataron –a regañadientes- la OEA y el mismo gobierno de los EEUU. .

Entonces, la derecha chilena y sus obsecuentes mayordomos efectuaron cambio de estrategia, una vez más. Fue así que la electoralmente débil (2-3%) candidata presidencial PDC Carolina Goic, escoltada por un miembro del derechista clan Walker, decidió concurrir a las puertas de la embajada venezolana en Santiago para realizar un escuálido acto político al que no asistieron más de 20 personas, en el que Goic solicitó al gobierno de Michelle Bachelet la suspensión inmediata de relaciones con Venezuela, y a la OEA la aplicación de la Carta Democrática.

Los "trotes" golpistas del PDC chileno en la República Bolivariana de Venezuela son viejos; comenzaron en el 2001 cuando el diputado PDC Gutenberg Martínez presidía la ODCA (Organización Demócrata Cristiana de América) y viajaba frecuentemente a Caracas para participar –junto al COPEI venezolano- en reuniones preparatorias del golpe de abril de 2002. Su cónyuge, Soledad Alvear, era en ese entonces la canciller del gobierno de Ricardo Lagos que, como ya lo detallamos líneas atrás, el 12 de abril del 2002 justificó y apoyó el breve y fracasado golpe neoliberalfascista del Presidente de la Confederación de empresarios Fedecámaras Pedro Carmona Estanga, apoyando y alentando (amén de ‘orientando’) a los mismos partidos opositores que hoy dirigen la sedición en el país llanero.

Consignemos un hecho importante; el gobierno de Nicolás Maduro no se ha distinguido por los éxitos económicos y quizás se ha excedido al tratar de desarticular las redes de influencia política que tienen poderosos consorcios industriales, además de haber cometido errores graves en asuntos sociales y políticos, aunque –oportuno es recalcarlo- las libertades individuales, así como la de prensa y asociación, nuca han sido conculcadas.

La inflación desatada, el mercado negro producto del desabastecimiento planificado por esos consorcios y otros ayudistas internos y externos (Plan Chile’73 otra vez), se mezclaron originando un problema de gravísimo pronóstico, el que se agudiza al constatar que en ese país pareciese haber una guerra interna no declarada oficialmente, cuestión que en estas últimas semanas ha cambiado de color, ya que dirigentes opositores no trepidan en hacer llamados abiertos al uso de la violencia y a la intervención armada de países como EEUU, Canadá e incluso Brasil, usando a la inefable OEA como mano de gato.

Y si de Brasil hablamos, nación en la que Michel Temer reconoció haber planificado y ejecutado fríamente una acción mediática-política contra Dilma Rouseff para sacarla del palacio de Planalto, la cual derivó en un golpe de estado parlamentario, evento que provocó sonrisas y aplausos en la Casa Blanca, también se encuentra involucrado en acciones sediciosas e intervencionistas contra el gobierno venezolano. .

Hace algunos días -el miércoles 10 de mayo 2017- Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López (opositor que se encuentra cumpliendo penas de prisión sancionado por los tribunales de justicia venezolanos, y no por el gobierno) estuvo en Brasil para reunirse con el presidente del Senado de esa nación, Cássio Cunha Lima, afinando detalles de las nuevas agresiones intervencionistas contra Venezuela. Lilian Tintori reconoció haber tenido, horas antes, una "positiva reunión" con Michel Temer para desarrollar –quizás- los mismos objetivos que procuraba lograr con Cássio de Cunha.

¿Este entramado a todas luces golpista, neoliberal hasta el tuétano e intervencionista sin ambages, es avalado –mediante el silencio cómplice o el ‘visto bueno’ sotto voce- por el gobierno de Michelle Bachelet? En alguna importante medida, y ello es difícil de refutar, nuestro gobierno se ha sumado a la conspiración anti venezolana orquestada por la OEA y por EEUU a través del golpista Michel Temer y del inefable uruguayo Luis Almagro, criticado ácidamente por el ex presidente charrúa José ‘Pepe’ Mujica.

Pero, no es misterio ya, en Chile hay un trabajo pertinaz tendiente a lograr el quiebre definitivo de Bachelet con Nicolás Maduro. El diario electrónico "El Ciudadano", con fecha 07 de abril 2017, publicó lo siguiente:

Calificando como "preocupante" que la Cancillería haya cedido a las presiones de la Democracia Cristiana, al otorgarle la calidad de "huésped" en la embajada de Chile en Caracas, al Presidente del COPEI, Roberto Enríquez -a quien se le acusa de acciones golpistas-, expresó el senador Alejandro Navarro, quien agregó: "toda esta maniobra lo único que pretende es buscar que la Presidenta Bachelet quiebre la relación con Nicolás Maduro y, por ende, se rompan las relaciones diplomáticas que históricamente han tenido Chile y Venezuela".

Navarro, candidato presidencial de País, agregó que "la historia se repite. En 2002 la propia DC con Soledad Alvear siendo canciller de nuestro país, respaldó el golpe de Estado que le dieron a Chávez y hoy, se pretende hacer lo mismo con el presidente Maduro, a quien la ODCA, Organización Demócrata Cristiana de América, ha querido derrocar desde que asumió el mandato; siendo esta la más grave y políticamente agresiva".

El abanderado, quien antes había considerado como "sobredimensionada" la reacción de Chile al llamar a su embajador a consulta por el conflicto que hubo entre el Tribunal Supremo de Venezuela y la Asamblea Nacional de ese país, reiteró que "es excesiva la sensibilidad que la cancillería chilena tiene constantemente ante temas internos de Venezuela; y ya es una obsesión política las acciones y declaraciones del Canciller Heraldo Muñoz (PPD) y en las sombras las del Subsecretario de RREE (DC)"

En la Moneda saben que en rigor no hay dictadura en la República Bolivariana de Venezuela (fallas, errores y torpezas, sí las hay, y a calderadas), pero en el gobierno y en los partidos de la Nueva Mayoría tiemblan de pavor al pensar en desobedecer las órdenes emanadas no sólo desde el "Chilean Desk" del Departamento de Estado, sino también de los 10 grupos económicos y 20 trasnacionales que controlan el 70% del PIB, y del duopolio neoliberal Mercurio-Copesa que a su vez controla el 100% de la prensa diaria nacional, el95% de la prensa regional y determina –con CNN- la pauta noticiosa de toda la TV privada abierta, de la estatal TVN y TVN 24 horas, y del 90% de las radioemisoras existentes en el país.

Eso explica por qué a la derecha y al gran empresariado no les interesa hacerle a Bachelet lo que le hicieron a Cristina Fernández o a Dilma Rouseff, pese a que derribar de la Moneda a la actual presidenta, aprovechando sus bajos índices de popularidad y apoyo ciudadano, les costaría una campaña de medios de un par de meses y algunos sobornos bien distribuidos. En realidad, donde sí ha habido desde el año 1999 una "dictadura perfecta" es acá, en Chile, dirigida por el 1% de la población que tiene US$1.000.000 de ingreso per cápita promedio anual, y amparada por un duopolio político que al parecer podría comenzar a vivir sus últimos días dando paso a los políticamente temidos "tres tercios".



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Arturo Alejandro Muñoz


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