Están transcurriendo los últimos días de la invasión, planificada por el enemigo imperial yanqui-sionista y en desarrollo, contra Venezuela. Iniciada a partir de 1989, luego del ataque sorpresa que el pueblo diera al capital transnacional y sus expresiones neoliberales, a finales de febrero de ese año. En 1992, la rebelión popular civil, pero sobre todo militar, encabezada por el Comandante Hugo Chávez, colocaba en alerta máxima a quienes comenzaban lentamente a ser desalojados de un territorio que no era suyo, al que habían usurpado y explotado por siglos, considerándolo su patio trasero.
Venezuela, en la cabecera de los países del sur de Nuestramérica, daba muestras del despertar prefigurado por Pablo Neruda del Bolívar Libertador, que "despierta cada 100 años, cuando despiertan los pueblos". La dominación imperialista desde los Estados Unidos y su presencia en nuestro territorio comenzaba a debilitarse y se agudizaría por medidas de Estado a partir de 1999, con nuestra Constituyente y nueva Constitución de la naciente República Bolivariana de Venezuela. Acciones de autentica independencia, la nacionalización petrolera, la recuperación del cerebro electrónico con el cual se contralaba nuestra industria petrolera y su inmensa nómina laboral, la expulsión de la misión militar yanqui, instalada con oficinas en el Fuerte Tiuna, uno de nuestros principales asentamientos militares en la capital de la República, empezaron a mover a los estrategas imperiales para reinvadir el territorio que paulatinamente iban perdiendo.
La invasión a la que nos referimos lleva casi 30 años de ejecución mediante múltiples mecanismos de hegemonía, incluyendo especialmente las herramientas comunicacionales, los medios y la poderosa estructura de las redes identificadas como 2.0. Pero no olvidemos que la invasión ideológica de la dominación del capital, jamás ha sido expulsada, ni siquiera parcialmente, de nuestros cerebros. La Revolución Bolivariana y Chavista ha generado estructuras contrahegemónicas, como la plataforma de concepción, producción, realización y distribución de de cine y, sin embargo, el consumo cinematográfico de Venezuela sigue siendo, casi en un 100 por ciento, proveniente del monstruo hollywoodense y sus múltiples aparatos al estilo Disney o Hanna Barbera. Contamos con una proliferación de medios, recursos, tecnologías, para la comunicación que no alcanzan a establecer una ruptura epistemológica con el pensamiento dominante y se carecen de estrategias eficientes y eficaces para contener al incansable invasor.
Pero la invasión descrita, que está más o menos repetida en el mundo entero por la sociedad capitalista dominante, en Venezuela ha recibido acentuados refuerzos, cuyos múltiples logros los vemos expresarse a cada rato en lo que internamente denominamos en el país "saltos de talanquera", traiciones, desclasamiento, pérdidas de voluntad, de identificación con los logros de gran impacto social, especialmente con las llamadas Misiones, en áreas como la salud, la educación, la vivienda, la alimentación, las pensiones, por tan sólo nombrar algunas.
Los "invadidos" quieren sacar al presidente Nicolás Maduro de su compromiso constitucionalmente decidido, en elecciones democráticas, participativas y protagónicas, por un pueblo mayoritario que lo escogió para ser vocero del Gobierno del Poder Popular. Los invadidos piden elecciones y cuando se convoca –en cumplimiento legal de nuestra Constitución- a la conformación de la Asamblea Nacional Constituyente, los invasores manejan a sus invadidos para que no se detengan en la aplicación de barricadas, mentales o reales, que incendien, incineren para siempre, la conciencia de clase, a las y los mortales (como ha ocurrido, al menos, un par de veces, con dos jóvenes quemados vivos por sospecharlos "chavistas"), a los bienes y símbolos que representan a la Revolución Bolivariana y Chavista, especialmente en los nombres de Simón Bolívar, de Hugo Chávez y, en lo coyuntural, del presidente Nicolás Maduro.
El intelectual Atilio Borón, de origen argentino, recientemente publicó en este mismo portal Aporrea, un artículo de obligatoria lectura y cuyo título es "Venezuela sumida en la guerra civil" (https://www.aporrea.org/tiburon/a246559.html). Yo lo creo. Estamos sumidos en una guerra civil. No es que llegará un poco más tarde, como parte de la escalada de violencia desatada por el ejército invasor de paramilitares, paracos y sicarios contratados en el malandraje más lumpen. El objetivo inmediato del enemigo está en hacer visible la guerra civil a través de las acciones foquistas en barricadas o asaltos comandos a instalaciones y otros bienes, especialmente del Estado.
La invasión contra Venezuela, no espera la llegada de marines estadounidenses o de ejércitos proyanquis vecinos. Ya estamos invadidos, en muchas cabezas de compatriotas, pero también con un ejército muy bien pertrechado desde el Pentágono y el Departamento de Estado gringo, que siembra de terror y muertes algunos puntos focales para la atención internacional y la mal llamada "ayuda humanitaria". Nos corresponde, nunca es tarde, hacer frente, con mucha firmeza, y mayor reciedumbre, al invasor. La Constituyente es una importantísima estrategia de Paz, para contener al invasor y a la guerra civil que han desplegado. Estamos a tiempo de vencer y hay que vencer. Es en este instante. Por nuestras hijas e hijos, por nuestra independencia definitiva, por la Patria de iguales, que es la Patria socialista.