El Terrorismo como Secuestro de la Participación Política
Los niveles de intensificación de la violencia opositora, en buena parte mediática, viene siendo más compleja de como la hemos venido considerando (al menos en mi caso particular).
Este incremento de la violencia, en concordancia con el desmedido alza de los precios sufridos desde que el presidente Maduro anunció el aumento salarial, han alcanzado un clima de tensión y ofuscación que resulta sumamente explosivo y peligroso para el país.
Una nación que se le ha dado por a la costumbre (después que el chavismo se hizo gobierno) de ser uno de los países que con mayor equidad le han logrado distribuir su renta petrolera, traducida en un bienestar colectivo que progresivamente comenzaría a declinar solo cuando la oposición asumió la Asamblea Nacional (y que a pesar de ello todavía le valdría el justo reconocimiento de ser uno de los gobiernos con menor desigualdad en América Latina, según informe de la CEPAL correspondiente al año 2016, fecha realmente catastrófica para el gobierno y los venezolanos), estos hechos de violencia -extrema- nos resultan totalmente ajenos e inaceptables para nuestra costumbre republicana. Y por tanto, nada extraño significa que nos hayan agarrado prácticamente de "sorpresa".
Pero este repunte de la violencia -extrema- ha sido menor que la sensación de violencia -o miedo a la violencia- que si ha logrado un importante incremento. Esa sensación de violencia es lo que se está propagando de forma rápida y, sobre todo, "irracional".
Sensación que se ha venido inoculando de manera fría y sistemática por la mediática nacional e internacional, además del monstruoso poder que hoy en día representan las redes sociales. Verdaderos protagonistas del estado de zozobra y pánico que viene percibiendo y expresando el gran grueso de la población venezolana.
En países como Colombia y México (democracias que insisten en ponerlas como ejemplo) estos niveles de violencia resultarían sumamente "cómodos", manejables y quizás, diría quien tiene el placer: Estadísticas Normales. Nada que sus Medios de Comunicación Privados no logren minimizar e incluso, ridiculizar, interpretándolos como: necesario descontento del lumpen.
La explosividad de la violencia -extrema- recrudeció solo en aquellos lugares que han venido convirtiéndose en sitios obligados y/o santuarios en este tipo de rutina. Si bien es innegable que se abrieron nuevos focos hacia otros nuevos lugares, estos de manera visiblemente "timorata" se comportaron más simbólicamente que como ocurre en los anteriores.
Pero la sensación de violencia también es tan o más nefasta y peligrosa que la violencia material extrema. Esta sensación o miedo a la violencia es la que ha permitido que el gran grueso de la población no ofrezca ningún tipo de resistencia e indefensa sucumba ante ella. Viéndose propagada hacia puntos en los que, a lo mucho, 3 o 4 "pelagatos" interrumpían y cobraban "peaje" a un número mayor de atemorizados ciudadanos.
Esta sensación de violencia, como estrategia estudiada y sistemáticamente aplicada, también ha permitido impregnar en sus huestes seguridad y pérdida del temor a las posibles represalias y consecuencias que sus actos delictivos deberían de acarrear. Confianza que ha sido el principal estímulo y razón para reclutar nuevas adhesiones, que deslumbradas por el dinero fácil, la asumen como lucrativo negocio.
Estrategia que resulta de la infinita cantidad de material fotográfico y de video que al alcance de todos circulan en las redes sociales, con el firme propósito de crearles una imagen terrorífica y desalmada, de implacables justicieros, y que por el alcance y apoyo que reciben de la "población", a su derrapada y criminal actividad, prácticamente se garantizan la no resistencia ni repudio, pues realizan una purga necesaria. Además logran que se traslade (toda posible obligada inconformidad y descontento) hacia el gobierno (chavismo) culpándolo de no hacer nada.
Labor que nosotros (los "verbo pensantes" que nos oponemos a este salvajismo impuesto por estos "verbo rebuznantes") hemos venido contribuyendo a sostener el correspondiente temor o angustia.
La otrora estrategia de infundir pánico en sus sectores a causa de nuestros Colectivos ha venido siendo astutamente reemplazada y reformulada. Ya no los satanizan sino los convierten en la excusa perfecta, en el blanco preciso, para alimentar su odio, y la necesidad de acabar con todo el chavismo, sus símbolos y, peor aún, hacia sus características raciales. Creando las condiciones para una verdadera purga en el pueblo venezolano, estilo Ruanda.
Resulta claro que las medidas que ha impuesto el gobierno hacia sus sectores afectos, para evitar choques aún peores y que no hayan adquirido niveles superiores de víctimas y daños a la propiedad. Pero, por otra parte, también ha venido sirviendo para que estos desarmados hayan logrado penetrar y cercar a nuestro pueblo en sus propios barrios.
Incluso, imponiendo su agenda de terror nos vienen prácticamente castrando el trabajo por adelantar los preparativos para la Constituyente. Cada "trancazoo" resulta un día perdido para realizar una jornada de proselitismo.
Las calles de nuestros barrios, que venían siendo territorio liberado, las estamos ofreciendo y entregando de manera irresponsable. Previniendo una violencia que la hemos venido postergándola para desbordarla cuando el pueblo pretenda ejercer su Derecho Constitucional al voto, este 30.