Los Encandiles Opositores versus Diálogo y Democracia

"Juntamos nuestros propósitos y nos pusimos de acuerdo. Entonces decidimos".

Popol Vuh

La difícil situación por la que transita Venezuela difícilmente ha hecho de la gente espectadores inmóviles, toda vez que la crisis estructural llega a todos los cimientos de la sociedad y la fatigada economía no es ajena a todos los ciudadanos y ciudadanas a lo largo y ancho de la geografía patria.

Sin duda, que es a partir de esa premisa, ensalzada con la persistente inseguridad social a que estamos sometidos, elementos catalizadores de un conflicto social, que de agudizarse traería sin duda severos daños a la convivencia, al desenvolvimiento ordinario de la sociedad y quién sabe si queden abiertas las tortuosas heridas que para la posteridad dejan los enfrentamientos entre conciudadanos, donde la tolerancia y la disidencia fueron actos suplantados por el odio social, la descalificación y por ende la ley de la selva, donde se impone el más fuerte.

Por un lado el presidente Maduro ha convocado a una Asamblea Nacional Constituyente, mientras el CNE anuncia la realización de sus comicios para el próximo 30 de julio. Una Constituyente severamente cuestionada no solo por la oposición, también por algunas individualidades militantes o ex militantes de la Revolución, cuyo epicentro de la crítica reside en tres elementos integrantes de las bases propuestas: 1. Ausencia de Referendo Aprobatorio para que el pueblo acepte o no su convocatoria. 2. Una elección territorial con base a una votación universal, directa y secreta por municipios lo cual difícilmente atiende el principio equilibrado de elección tomando como base territorial el 1,1% por representantes a elegir. 3. Una denominada elección sectorial, con candidatos por subsectores (trabajadores, Comunas, Consejos Comunales, pescadores, campesinos, estudiantes, etc…), bajo un denominado "Registro Sectorial" que por supuesto no es universal para todos los electores inscritos en el Registro Electoral y Civil, expresando una especie de práctica del voto corporativo. Así como la ausencia de un lapso de tiempo al trabajo constituyente. Sin duda que tal propuesta exacerba aún más los ya caldeados ánimos, contribuyendo al alejamiento de todo vestigio de dialogo, negociación, contrapropuestas o como queramos llamarlo.

Sin duda que el escenario ideal para esta Constituyente sería el de haber podido conseguir un mínimo de consenso en una sociedad políticamente fracturada. Soy de los que creo que convocar a la Asamblea Nacional Constituyente ha sido una propuesta política de alta factura cuyo efecto palidece ante un rechazo mayoritario de la población (por lo menos, así lo señalan las encuestas), no obstante y dentro del maremágnum de opiniones y diatribas, el Gobierno puso sus cartas en la mesa. Al momento del anuncio del presidente Maduro de esta propuesta el pasado 1 de mayo y luego de ver la reacción opositora negadora de ipsofacto, consideré que desde la oposición pudiera salir una contrapropuesta para tomarle la palabra al gobierno a fin de diseñar nuevas bases para esos comicios y acordar un sistema de elección acorde con la Constitución y las opciones decididas a participar. Así no fue y la brecha del enfrentamiento, de la polarización y del radicalismo asumió el frente de batalla.

Hoy la oposición (MUD y la denominada resistencia), tomó como única y definitiva estrategia la calle, las manifestaciones, los trancazos y los enfrentamientos, con saldos lamentables de vidas humanas sacrificadas y todos sus derivados plenamente conocidos. Como si el caos y la zozobra son requisitos indispensables para poder superar los difíciles momentos por los que transita la Republica, es decir, pagar un elevado costo cuyo saldo se extrae de quienes apuestan a la paz como único camino. Es verdad que un mayoritario porcentaje de la población no quiere la ANC como se pretende concebir, pero mucho mayor es el porcentaje que condena la violencia y que se anota en favor de salidas sobre la base del entendimientos mediante elecciones, reconciliación de los poderes públicos y un plan consensuado que permita superar la presente coyuntura, sobre todo en cuanto a la escases de alimentos y medicinas, la inflación, el deterioro del salario real de los trabajadores, la inseguridad y un mayor énfasis en la gestión pública en pro de las mayorías.

En este mismo orden de ideas, me permito confesarles no entender en lo absoluto el contenido del famoso documento de la MUD sobre "El Gobierno de Unidad Nacional, "unitario y de amplitud", pero a la vez muy sectario, como recientemente lo dijera Claudio Fermín; se trata entonces de un parecer, alucines para demostrar que el camino está abonado para la pronta edificación de un nuevo gobierno (?). No sé si eso tenga que ver con las voces agoreras del radicalismo opositor que hablan, no de acuerdos para que se suspendan los comicios de la ANC, ni de la elaboración de un nuevo cronograma electoral para convocar a elecciones de gobernadores, legisladores estadales, alcaldes y concejales y, por supuesto, las elecciones presidenciales para diciembre de 2018. Pareciera que la consigna es no a la Constituyente, que Maduro renuncie y que se convoque a elecciones generales. Pregunto ¿Esto es consensual? Creo que no. Además porque no veo en el liderazgo opositor musculo suficiente para el logro de tales cometidos

De manera entonces que la equivocada estrategia opositora puede conllevarlos a una nueva y contundente derrota de persistir el tránsito por tan sinuosos caminos. Creo que es tiempo de convocar las mejores voluntades a partir de la propia Revolución Bolivariana, de la oposición seria y reflexiva, de los sectores "ni-ni" hoy mayoritarios, de quienes apuestan al dialogo y a la negociación, del reconocimiento mutuo y que este reconocimiento tenga como primacía la vigencia de un Gobierno, el que dirige el presidente Maduro, para de ahí reconocer la vigencia de instituciones como la Asamblea Nacional y la Fiscalía General de la Republica, de cuyo accionar se tracen líneas ejecutoras para atender la grave crisis económica y social del país, se liberen los presos políticos y se retome el sendero de la convencía y la pluralidad como complementos habituales de nuestra democracia. Sí, de nuestra democracia, si no lo creemos pregúntenselo a los expresidentes de otros países que el pasado 16 de julio estuvieron en territorio patrio hablando sandeces en contra del Gobierno, incluso catalogándolo de dictadura.



 



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Victor Barraez


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