"Ingresa a este honorable recinto de la Patria un auténtico patriota, consagrado bolivariano y además el más sincero, inteligente y abnegado reivindicador de la obra histórica de otro gran Maestro, el primero, como lo fue don Simón Rodríguez. Con lo cual los poderes públicos acometen el más noble acto de justicia para con la memoria de la nación venezolana, al reconocer con esta acción cívica de enorme valía, su obra como pensador y reformador de la educación que siempre estuvo al servicio de los intereses de las mayorías populares y del Estado nacional."
-Discurso del historiador Guillermo Luque, en el acto del ingreso de los restos del Maestro Prieto Figueroa al Panteón Nacional-
El Panteón Nacional tiene para todos los venezolanos una significación singular al concebirse como el sagrado recinto destinado a conservar los restos de nuestro Libertador Simón Bolívar y de otras figuras insignes de nuestra historia Patria, con lo cual este mausoleo vino a convertirse en el gran testimonio que inmortaliza nuestra venezolanidad y simboliza la consolidación del naciente Estado-nación.
En ese recinto, descansan desde el 15 de enero de este año 2025 los testimonios físicos de la enorme figura del Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, luego de las iniciativas promovidas desde el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), en la figura de su presidente, el diputado Gilberto Giménez Prieto, la entusiasta disposición de la Asamblea Nacional presidida por el Dr. Jorge Rodríguez y la recepción y cristalización dada a esta propuesta por parte del Presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, por cierto, hijo de un denodado seguidor del Maestro Prieto, Nicolás Maduro García, economista y presidente del MEP en la seccional Caracas hace más de tres décadas atrás.
Tuve la oportunidad de ver el acto y la intervención de cada uno de sus oradores, combinándose la solemnidad con la efusividad, el afecto como tributo a la personalidad del Maestro, la exaltación del contenido filosófico y político a través de mensajes sencillos, conjugados en perfecta sintonía con la misión que la vida y el destino le encomendaron al sabio margariteño y que el pueblo venezolano honra respondiendo con júbilo entusiasta al reconocimiento de que fue objeto el pasado 15 de enero.
Prieto se integra a la pléyade conformada por 139 eminentes venezolanos que encabezados por el Libertador Simón Bolívar habitan en pensamiento y obra desde el Panteón Nacional para toda Venezuela y el mundo y, de cuyo homenaje se rinde tributo a la educación como el alma de la sociedad, la educación que busca generar confianza para que se convierta en esperanza y paz como dijera el sabio Confucio. En Prieto Figueroa, su vocación, su sensibilidad, combatividad y disposición se enlazaron para hacer posible sus grandes aportes a la educación venezolana. Todo esto se trasluce en la afirmación que al respecto dijo el presidente Maduro sobre este homenaje: "Con Prieto nos reconciliamos al entenderlo desde lo humano, la humildad, la sencillez, la valentía y en el empeño de perseverar los principios y valores más allá de eventos o circunstancias o lodazales por los cuales le tocó pasar".
Con Prieto en el Panteón (hace tiempo atrás no quiso entrar, más adelante lo explicaré) se rinde tributo a la educación, él hizo historia por su labor de orfebre junto a Andrés Bello, Simón Rodríguez, Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri y muchas otras tantas figuras de las letras y de la academia, cada uno en su tiempo y desde su perspectiva, por ello decía el literato inglés Joseph Addison, "Lo que la escultura es a un bloque de mármol, la educación es para el alma". Esta apreciación estuvo muy bien resumida por el historiador venezolano Guillermo Luque - autor de importantes obras literarias, entre las cuales destaca Luis Beltrán Prieto Figueroa y la Escuela Nueva en Venezuela- cuando señaló en su discurso: "Este es hoy un acto de alta significación para la historia de la educación pública oficial venezolana, democrática, de masas, científica, gratuita, obligatoria y laica, de carácter nacional y bajo el signo del Estado Docente".
Razones de sobra hay para que los restos mortales del Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa descansen en el Panteón Nacional, imposible resulta en un artículo detallar e incluso resumir la extensa obra de "…ese guayacán del alma que no se cuartea con los soles ni se reblandece con los aguaceros", como de él dijera en una ocasión Miguel Otero Silva. Unas 70 obras literarias, miles de artículos y centenares de discursos forman parte de su patrimonio, donde se reúnen sus aportes no solamente educativos, también filosóficos, políticos, poéticos, sobre las artes y el teatro, el derecho y su actividad parlamentaria. Pero además dejó unos de los más encomiables legados que todo hombre o mujer que ejerza la vida pública, especialmente en el quehacer político debe cuidar con celo, su honestidad a toda prueba.
Prieto jamás desistió en su empeño en favor de la transformación social y del progreso de la nación, de ahí su premisa robinsoniana sobre la creación de los "nuevos republicanos", refrendada en su declaración de militante marxista: "La construcción de la sociedad socialista pasa por la construcción del hombre nuevo, lleno en sabiduría y bondad".
Su intransigencia lo llevó a enfrentarse a poderosos sectores que construían un modelo de sociedad contrario a lo que él concibió. El Maestro luchó en favor de una sociedad inclusiva, participativa, de igualdad de oportunidades, antiimperialista y anti latifundista. Reseñado quedó el 10 de diciembre de 1967, luego de que bajo la más reaccionaria actuación, la cúpula de su partido (Acción Democrática), desconoció su aplastante victoria en las elecciones internas para la escogencia del candidato presidencial para los comicios de 1968 y junto a una nutrida dirigencia y las bases militantes que le acompañaron decidió, fundar el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP). Ese día decembrino dijo en su discurso en el viejo Teatro Boyacá de Caracas: "Cuando nos proponemos el cambio y el desarrollo del país, cuando hablamos de la transformación de Venezuela, decimos que la riqueza abundante, las fábricas humeantes, el trabajo compartido, el obrero en la fábrica y todo cuanto existe de labor y de riqueza ha de estar dirigido a mejorar la condición humana y a sacarlo de su mísera estructura de sometido para colocarlo en la esclarecida y extraordinaria misión de ciudadano libre".
Prieto no llegó a ser presidente de la República, las poderosas fuerzas desde el gobierno, los grupos económicos y los intereses foráneos se lo impidieron. Mi hermano José Gregorio Barráez, en su ensayo literario titulado: Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa. Legado de Ética y Honestidad en Educación y Política de un Ilustre Venezolano del siglo XX, publicado en la revista Cruxentiana, señala al respecto: "Sobran razones para considerar que la feroz campaña en la que se señala a Prieto de comunista, las agresiones a las jornadas proselitistas, el bloqueo en los medios de comunicación y la amenaza de un golpe militar en caso de que el Maestro triunfara, cumplen su cometido".
Por todas estas reflexiones expuestas, el pasado 15 de enero, día del Maestro, Prieto entró al Panteón Nacional; en una ocasión hace más de 60 años llegó hasta la gran puerta del mausoleo y no quiso entrar, era para entonces Presidente del Congreso de la República y el Presidente de la nación era Rómulo Betancourt. Se trataba de un acto protocolar en el marco de un aniversario más del fallecimiento del Libertador. Por disposición del Presidente Betancourt y en actitud de irrespeto a la majestad del Parlamento y de quién entonces lo presidia, se sentó en la silla de Prieto el Cardenal de la iglesia Católica José Humberto Quintero, lo cual conllevó a que el Maestro no entrara y en protesta no asistiera al acto. Resultaba el Maestro muy incómodo para quienes dentro del otrora "Partido del Pueblo" comenzaban a adversarlo. Una especie de "Santa Cruzada" que infructuosamente intentó borrar su obra pretendiendo infectarla con desafueros. Pero Prieto no necesitó de esa historia fabulada que sus adversarios procuraron hacer para negarlo y desmeritar su grandeza. No pudieron porque el hizo su propia historia en la fragua popular. Ya lo decía el gran Johann Wolfgang Goethe "Los pecados escriben la historia, el bien es silencioso.".