Vienen con todo

Los anuncios de la Casa Blanca sobre una inminente sanción contra Venezuela, entiéndase bloqueo, más allá de ser relevante por asumir ante el mundo que es la portaestandarte de la estrategia injerencista, lo que es poco usual; es importante sobre todo, porque implica un ultimátum al gobierno bolivariano: "suspendan las elecciones de la constituyente o acabamos con ustedes". Más claro imposible.

Pero eso suscitó gran alegría. Se escuchó por fin el pronunciamiento que esperaba la dirigencia opositora desde el año 2002; Obama ni Clinton se atrevieron, y lo hizo esa mezcla de gendarme-bufón-juez del mundo. Motivo suficiente para celebrar el fin de la historia en Venezuela, homologando sus pretensiones a la tesis de Fukuyama.

Y fue que a partir de ese momento los contertulios dirigentes, diputados o no, se reunieron, planificaron, determinaron el rédito que debían generar desde ese momento hasta el 30 de julio. Era necesario cuantificar, por supuesto: la cantidad de trancazos, de manifestaciones "pacificas", de paros cívicos, y cuándo decretar la "hora o". Después celebraron. Alegría que se hizo pública y tocó a gente del pueblo no chavista al punto de poder escuchar en ese rebulicio de la calle de estos días: "Ahora sí se le va acabar el pan de piquito" o "Tienen que ir presos eso coños…"

Alabanzas a los ánimos intervencionistas, que me recordaron, cómo un pichón de la marina gringa le comentaba a un sobrino mío en Florida, que los venezolanos debía dejar que ellos, la armada, ocupara su país para sacar a los chavistas y al resto darles la parte de riqueza que les tocaba. Así aleccionan a las nuevas promociones, quizás con más discriminación hacia nosotros y con más codicia por nuestras riquezas, que las generaciones de soldados que les precedieron. ¿Estarán claros esos compatriotas que festejaron y festejan el pronunciamiento de Trump de lo que nos pasaría ante una eventual intervención?

Esa hora cero del final de la historia en Venezuela, ha ocasionado un efecto domino en una serie de acuerdos y proclamas que piden al gobierno de Maduro que eche pa´tras la constituyente. Solicitudes que se visten de ser solidarias con "el pueblo venezolano". Hay algunas que me asombran, por ejemplo la de UNASUR, donde está el Presidente Tabaré Vásquez del Frente Amplio Uruguayo de Pepe Mujica, que establece un preacuerdo sobre la situación en Venezuela, allí con Macri quien es el Presidente de ese organismo; ellos precisan que es necesario esperar si se lleva a efecto la Constituyente, para tomar decisiones respecto a la situación de Venezuela allí. Mi capacidad de asombro está rebasada.

De lo que si deberían estar atentos esos declaradores "procónsules" es de lo que ciertamente se cierne contra el pueblo chavista y no chavista. La escalada de violencia aquí en Venezuela podría no tener precedentes, como excusa, no para detener la constituyente, porque la oposición tienen la certeza de que el gobierno no la negociará, sino para generar un clima de mayor zozobra, de malestar, para crear mayor sensación de indefensión por parte del Estado, contexto que ocasionaría disminución en el caudal de electores, un alto nivel de abstención, para acto seguido, ondear la bandera de ilegitimidad del proceso, y bueno, imaginemos el libreto que sigue.

Pero es importante la consideración de la escalada de violencia, en la que combinen asesinatos colectivos con selectivos. Perpetrar atentados con detonaciones en lugares públicos estilo medio oriente o Colombia, y acrecentar los asesinatos selectivos, que bien han puesto en práctica.



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Aquileo Narvaez Martínez


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