Desde que escuché hablar sobre el general García Carneiro lo percibí como un hombre íntegro y capaz de arriesgarse por lo que cree de manera desinteresada. Eso fue en los días de abril del 2002 cuando el alto mando militar se plegó al empresariado y la embajada norteamericana para derrocar al presidente Chávez. El gobierno de facto recién instalado dio órdenes urgentes se le apresase por saber se movía intensamente intentando revertir aquello. Cuando se produjo la reacción cívico-militar que devolvió al presidente desde la isla de La Orchila, donde estaba detenido incluso con la complicidad de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), tanto que para ese momento se hallaba junto a él el entonces Cardenal Velasco intentando convencerle renunciase a la presidencia, García Carneiro fue uno de los jefes militares que se llenó de prestigio por la defensa del Estado de Derecho y lo constitucional. Pero además de eso, emergió como un gran líder del proceso que lideraba Hugo Chávez. Mientras el primer general en jefe, después de López Contreras, elevado a ese rango por Chávez quien le tenía en alta estimación y privilegiada evaluación, Lucas Rincón Gutiérrez, apareció convalidando la mentira, según la cual, el presidente, secuestrado por los golpistas, había firmado su renuncia.
Por eso, por lo menos del 2002 para acá, quien fuese general en Jefe del ejército venezolano, es una de las figuras más importantes y hasta exitosas de este proceso. Pero García Carneiro une a ese prestigio dentro del chavismo una personalidad, cualidades exteriores que lo hacen parecer un hombre de gran humildad y sencillez. Así lo ratifican quienes con uno han conversado y le conocen, los mismos que le atribuyen una extraordinaria capacidad de trabajo y entrega, tanto que siendo algunos de ellos opositores, no escatiman esos elogios al actual gobernador de Vargas.
Cuando llegó a Gobernador de ese estado, La Guaira y algunas poblaciones vecinas, aquello era un escombro como resultado del deslave de poco tiempo atrás. Como el mismo dice, "volvimos, lo que era un pueblo, una gran ciudad". Alguien de mi intimidad, contrario al gobierno nacional, habitante de La Guaria, me contó una edificante anécdota relacionado con el personaje. Una vez, en una calle de la ciudad capital de Vargas, una gandola obstaculizaba el tráfico. En uno de los dos o tres vehículos en lo inmediato de la cola, estaba el gobernador, quien salió a averiguar personalmente lo que sucedía, pudo observar que el conductor del largo y pesado vehículo, torpemente maniobraba y lejos de salir del trance, quizás nervioso, sólo conseguía atravesarlo más. García Carneiro le solicitó se bajase del vehículo y tomó el mando del mismo y con rápidas maniobras logró ponerlo donde debía estar.
Goza en la ciudad portuaria de Venezuela por excelencia, pues es la entrada a Caracas por el mar, de un prestigio envidiable, por su capacidad de trabajo, entrega y cualidades personales.
Pero pese a eso, sólo puede ser candidato porque se lo "comunicaron de Caracas". Cualquiera pudiera responderme con el simplismo que pese sus méritos está sujeto a la disciplina del partido. Eso no sería más que un malabarismo para ocultar el fondo del asunto. ¿Y qué significa esto? Pues tratándose del Psuv, según la prédica, de un partido popular, revolucionario y democrático, un hombre de la talla y trayectoria de García Carneiro necesita que un cogollo caraqueño decida en nombre de él y de los militantes revolucionarios del Estado Vargas que será el candidato, cuando por aquello debería presentarse como precandidato a elecciones primarias a medirse con otro u otros que pudieran aspirar el cargo. Y de esa manera le evitan, a un líder como él, todo lleno de méritos y hasta honores, aparecer como candidato del proceso bolivariano con el aval del voto de las bases.
Con esa práctica, lejos de reconocer los valores y derechos del general, lo que consiguen es envolverle en prácticas nefastas que niegan el derecho de la gente y contrarían la prédica relacionada con lo participativo y protagónico. Quienes secuestran el derecho de la militancia, vuelven a hombres honorables como García Carneiro, quien nada pierde con someterse a los dictados de una elección interna, cómplices suyos.
Por supuesto, quien lea esto, sobre todo si convalida la consecuente conducta de quienes han hecho de la cooptación un procedimiento normal, dirán, refiriéndose a quien esto escribe, "ese carajo está loco y hecho un torpe, pues no comprende que estamos en emergencia". Pero resulta que siempre hay excusa para emergencias como esas. Es decir, han hecho de lo emergente y hasta extraordinario lo cotidiano, sólo cuando se trata de secuestrar el derecho de la militancia.
Con esas prácticas, a uno le provoca decir como en mi viejo barrio, "no les arriendo la ganancia".
Es lastimoso que a un líder, no fabricado por la propaganda ni producto de la "conchupancia" con algún poderoso, sino hecho en la lucha y el trabajo, conducta honesta, como García Carneiro, se le utilice para convalidar esos métodos y pasar contrabando.
Pero el asunto pica y se extiende. Carmen Meléndez, a quien en un acto sin precedentes, al margen de los méritos de la Almirante, desde mucho tiempo atrás el presidente señaló que sería candidata a gobernadora por Lara, definitivamente fue cooptada al estilo burocrático para ello y así empiezan a salir muchos. Es decir, con ella se utilizó el mismo triste proceder que en el caso García Carneiro, sin justificación alguna, pues es evidente que ella goza del aval popular necesario para ganarse ese candidatura si se le da cumplimiento a lo participativo. Hasta el Estado Anzoátegui parece envuelto en la jugada. En febrero de este año, cuando el presidente, obviando todas las formas, adelantó esa candidatura, lo que exhibió muy mal a él y al proceder revolucionario, tanto que lo igualó al de la derecha, escribimos el artículo que puede hallarse siguiendo el link:
http://deeligiodamas.blogspot.com/2017/02/candidata-gobernador-para-lara-o-maduro.html
Esos procederes que se justifican en lo azaroso y emergente, tienden a convertirse en la regla.