La verdad es una exageración. Si acaso una lágrima de cocodrilo y una sola. Aunque suena bien como título por eso de que "uno no debe desearle la muerte a nadie". Ni siquiera a unos partidos políticos. Pero, en fin, en fin… Uno piensa en el país y en el pueblo… En lo que dicen y hacen toda esa gente de ingrata referencia… Tampoco es que esa muerte esté cerca pero vendrá tarde o temprano. Ya lo hemos dicho en múltiples oportunidades: "de lo viejo y pervertido no puede nacer lo nuevo".
Realmente, y esto sí no es una exageración, lo han degradado todo. Escucharlos, aunque sea un ratico, es casi un acto de masoquismo puro. A cualquiera de ellos, no importa a cuál de ellos, que hoy, al menos – discúlpeme lector – prefiero ni siquiera nombrarlos. La IV República, la república de la exclusión social está allí en la memoria para no olvidarla. La V República empezó muy bien, prevalecía la espontaneidad, la frescura, el entusiasmo, la esperanza, la irreverencia… Lo que se prefiguraba como un hermoso paisaje de verdes montañas llenas de perfumados árboles de eucalipto terminó siendo una agreste y tupida jungla, de bejucos e intensa maleza, de humedad insoportable, plaga y víboras letales, casi imposible de transitar. Es la realidad aunque a muchos aún les cuesta verlo o reconocerlo.
¿Y qué hacer ante ese paisaje actual de desolación y desastre? Es necesario empezar a construir una nueva referencia política revolucionaria, auténticamente revolucionaria, que debe tener como punto de partida moral, reflexionar y repensar la política misma, el sentido de ella, al igual que la concepción de un partido político distinto que no esté por encima de la sociedad y de la gente, sino que sea un instrumento de las fuerzas sociales para participar en los asuntos públicos y también que se pregunte y se interrogue sobre los fundamentos y las prácticas del ejercicio de la función pública. Esa nueva referencia política debe romper paradigmas, debe desacralizar y desmitificar el poder, en cualquier acción e incluso en el lenguaje y debe ser irreverente consigo misma y verse permanentemente a sí misma.
Eso es sólo el punto de partida moral, luego vendrán las políticas de gobierno y el programa, pero es el inicio indispensable porque son los cimientos – principios y valores – sin los cuales toda construcción política es vana e inútil. Intentemos, por lo tanto, erosionar las bases de apoyo electoral del PSUV y la MUD, participando y votando el 15 de octubre. No es fácil, ellos tienen el poder, el dinero, saben mentir, engañar y manipular, conocen de trampas y triquiñuelas. No es fácil pero hay que luchar y trabajar en ello con constancia y perseverancia, y mucha coherencia ética. Todo, absolutamente todo, estará perdido de antemano si no prevalece la coherencia ética. El punto de partida moral.