Durante los últimos años, el chavismo se ha debatido entre conquistas, crisis, cuasi abismos y reimpulsos, y por eso hemos escuchado: "Esta es la última oportunidad" o "Estas son las elecciones decisivas para la revolución…" Y en la mayoría de las ocasiones, el electorado ha otorgado la otra oportunidad, no la última, porque las ofrendas en las urnas electorales siempre han sido avasallantes, de modo que le han permitido recomponerse y avanzar. Incluso, cuando perdió las parlamentaria en 2015 supo lidiar una contienda política-institucional que desmoronó en poco tiempo el dominio con viso de probable hegemonía alcanzado por la oposición, a lo que tributó ella misma al indigestarse con semejante cuota de poder no esperada.
De ese modo se lee entonces, que del tiempo recorrido por el chavismo, los momentos electorales han marcado quiebres que deben revalorarse. Los resultados del domingo precisan una nueva etapa política que empezó a delinearse el 30J con el nacimiento de la ANC. Y es precisamente esta nueva etapa caracterizada por nuevos sujetos sociales, un chavismo movilizado y una oposición sin plataforma política unificada, donde se darán las elecciones de alcaldes.
Etapa que se inaugura con otra oportunidad de continuidad otorgada en bandeja de plata por el pueblo, la historia, al proyecto bolivariano para ganar, a juzgar por las 18 gobernaciones ganadas. Por lo que el chavismo debería obtener en las próximas elecciones, la mayoría absoluta de las alcaldías, sobrepasando las 249 que tributaron al triunfo reciente. Esto es previsible por aquel ejercicio casi automático de jugar a ganador de los denominados "votos-silvestres", "votos no duros"; y además porque, en los municipios chavistas donde se perdió, será una causa de honor capital remontar los resultados adversos.
Oportunidad para ganar, para que desde las alcaldías se profundicen las misiones sociales, no sólo con su carácter asistencialista, en muchos casos coyunturales, sino como lo concibió Chávez, como un mecanismo para la organización y formación del pueblo. Otra oportunidad para abrir horizonte a una economía productiva desde lo local; para abrir los espacios de la discusión de temas cruciales con el pueblo sobre hacia dónde vamos, cual es el camino por transitar, bajo la premisa de que no hay teoría revolucionaria sin practica revolucionaria. Y esto, no puede verse como una utopía, pues la utopía es ya, es este presente pero hay que entenderlo, y hacerla evidente, sobre todo quienes tienen y tendrán la responsabilidad de conducir el proyecto bolivariano desde la gestión pública.
Por eso es urgente, afinar estrategias para ganar. Hay que incluir efectivamente a quienes están en el GPP y los que no, para construir propuestas y gobernar juntos. Hay que tomar en cuenta a las comunidades en la discusión de los programas de gobiernos, que se conviertan en coparticipes del mismo para que sea sus principales defensores y motivadores en la búsqueda del voto chavista.
Por eso en estos momentos, camaradas Alcalde, "hay que aligerar la carga porque la lucha es larga…", como decía nuestro Alí Primera.
¡Hasta la victoria siempre...!