El otro yo de Lucio Gutiérrez

Nota de Aporrea: Remitido por la Revista Koeyu Latinoamericano. www.koeyu.com

No le echamos un año en el gobierno al oportunista ese.
¡Pa' fuera es que lo van a sacar!
Desde que asumió el gobierno de Ecuador, el presidente Lucio Gutiérrez parece empecinado en diferenciarse políticamente del presidente de Venezuela Hugo Chávez, para no provocar temores en el gobierno de Estados Unidos.

Su viaje a Washington para reunirse con el presidente estadounidense, George W. Bush y otras autoridades, ha despejado, en principio, las dudas. La ansiedad de Gutiérrez por demostrar que era aliado de ese gobierno y su petición de ayuda para el presidente colombiano Alvaro Uribe conmovió al gobierno del País Gringo, quien le ofreció todo el apoyo.

El presidente ecuatoriano también señaló que la explotación petrolera de su país está abierta a las empresas petroleras estadounidenses, a pesar de que muchas de esas empresas han sido acusadas de provocar severos daños en el ambiente y en los pueblos indígenas de la Amazonía ecuatoriana.

Tal vez conociendo la capacidad de Gutiérrez de asumir compromisos que no cumplirá, como parece haberlo hecho con el movimiento indígena, Bush Hijo explicó que ese era el momento de las palabras, pero ahora venía el de las acciones. Steve Johnson, miembro de The Heritage Foundation, una organización con gran influencia en los círculos de poder de Washington, destacó el cambio político que observó entre el Gutiérrez de la campaña electoral y el que se entrevistó con Bush.

En Ecuador ciertos políticos de la derecha tampoco ocultaron el entusiasmo "por el rumbo" que parece haber elegido Gutiérrez. Blasco Peñaherrera, ex vicepresidente de León Febres Cordero, sonriente ante las cámaras de televisión destacó ''el éxito'' del viaje de Gutiérrez en los económico por haber firmado la Carta de Intensiones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y en lo político por el recibimiento de Bush Hijo y el alineamiento con la política del País Gringo. Su hijo Blasquito, analista político y dueño de una encuestadora que no acierta ni el número de su casa, fue más allá que su padre y aseguró que definido el camino de Gutiérrez, quienes no estaban de acuerdo con su política ''debían irse del gobierno'', aludiendo a Pachakutik y al Movimiento Popular Democrático (MPD).

Chávez y su ministra neoliberal

Similares fueron las reacciones de sectores de la derecha venezolana cuando Chávez realizó varios viajes al exterior una vez electo. Entre los días que transcurrieron desde el 6 de diciembre de 1998 y la toma de posesión el 2 de febrero de 1999, el presidente venezolano visitó diversos mandatarios del mundo.

"Los cambios son evidentes -decía el editorial de un diario por esa época-. De aquel comandante revestido del uniforme verde oliva, pasando por ese candidato de suéteres rojizos de la campaña, hoy es un connotado visitante de varios países" como Alemania, Francia, Italia, Canadá, Cuba, y "se encuentra con el hombre más poderoso del mundo, Bill Clinton", le dice que lo apoyará en la lucha contra el narcotráfico y que Venezuela y Estados Unidos pueden ayudarse mutuamente.

Chávez intentaba modificar la imagen que le habían hecho los sectores de derecha, como ocurre con Gutiérrez hoy, pero demostraba su independencia visitando también Cuba.

En lo económico, el presidente venezolano también quería dar "buenas señales" y nombraba como Ministra de Hacienda a Maritza Izaguirre, la misma del presidente anterior Rafael Caldera, y defensora de un pensamiento neoliberal.

En su discurso de posesión del 2 de febrero de 1999, Chávez decía que en lo económico era urgente solucionar el déficit fiscal por lo que "la Ministra de Hacienda Maritza Izaguirre ha estado explicando a los venezolanos las medidas que en ese orden fiscal estamos preparando, la reducción del impuesto al consumo suntuario y ventas al mayor, por ejemplo, que es de los más altos en el continente, pero su transformación en un Impuesto al Valor Agregado y la ampliación de la base de recaudación es algo urgente; según nuestros cálculos, ahí pudiéramos recabar o incrementar la recaudación casi en un punto del Producto Interno Bruto, para ir haciendo manejable ese inmenso hueco fiscal que estamos heredando".

El presidente de Venezuela también trataba de despejar dudas. "Desde su Majestad el Rey Juan Carlos de Borbón hasta el Primer Ministro Canadiense, desde el Presidente del Gobierno Español Don José María Aznar hasta el Presidente de los Estados Unidos Bill Clinton, el Presidente o Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, el señor Camdessus, pasando por el Director del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, del Club de París, con todos ellos hemos estado hablando en estos últimos cuarenta días; nosotros no hemos descansado y ustedes lo saben, buscando, viajando, hablando, tratando de convencer, primero: que yo no soy el diablo ".

También reiteraba su confianza en la libre empresa y las fuerzas del mercado, llamando reiteradamente a la inversión extranjera, y declarándose a favor de la total apertura petrolera venezolana al capital externo.

Explicaba que su proyecto no era estatista ni "al extremo neolibera". "Estamos buscando un punto intermedio, tanto Estado como sea necesario y tanto mercado como sea posible. La mano invisible del mercado y la mano visible del Estado, eso lo leí de usted, Presidente Mahuad cuando asumió su digno cargo allá en la hermana República del Ecuador", comentaba el presidente venezolano en su discurso al asumir.

El presidente de la General Motors de Venezuela, el estadounidense Michael Nylin, lanzaba elogios a Chávez, y decía: "seríamos más ricos como americanos y como seres humanos si adoptáramos una actitud de ayuda, soporte y asistencia" a Chávez.

Un camino diferente

Más allá de la aparente contradicción de sus palabras, Chávez siguió su camino rumbo a una Venezuela distinta, promovió una nueva Constitución, volvió a tener el apoyo del pueblo en las urnas e inició los cambios con los cuales en algún momento se había comprometido. Creó el Poder de la Fiscalía y el Poder Ciudadano que se gestiona a partir de un Consejo Moral Republicano encargado de coordinar la Procuraduría General de Justicia, la Defensoría del Pueblo y el Tribunal de Cuentas. Se trata de un poder de control similar al cuarto poder que proponía Lucio Gutiérrez durante su campaña.

Al ver el camino bolivariano, Estados Unidos comenzó a presionar al gobierno venezolano congelando los anunciados préstamos para el desarrollo de Venezuela.

Peter Romero, por ese entonces representante del Departamento de Estado para América Latina, acusó a Chávez de apoyar al terrorismo en Colombia, Bolivia y Ecuador. Después vendrían los paros contra el gobierno, y más profundización del proceso bolivariano, con leyes sociales a favor de los campesinos, los pescadores y otros sectores. En abril de 2002, cuando los empresarios venezolanos unidos a algunos mandos de las fuerzas armadas, la burocracia sindical y los grandes medios de comunicación dieron un golpe de estado contra Chávez, con el apoyo del gobierno estadounidense, el pueblo venezolano y los sectores nacionalistas de las fuerzas armadas salieron a defender al mandatario y contrarrestar el golpe.

El miedo a que Gutiérrez siga el mismo camino de Chávez, llevó al gobierno de Estados Unidos a actuar rápido. Primero por parte de su embajada en Ecuador, después directamente recibiendo con honores al presidente ecuatoriano.

El mismo día del triunfo electoral que lo llevó a la presidencia y mientras esperaba una entrevista que le realizaría Jorge Gestoso para CNN en el Hotel Sheraton, Oscar Ayerve, asesor de Gutiérrez, tomó su teléfono celular y se lo pasó al coronel. El salón estaba en silencio pero pocos se dieron cuenta de la llamada. Se trataba de la embajadora de Estados Unidos trasladando a Gutiérrez las felicitaciones de George W. Bush y consultando cuándo podría recibir una llamada directa del presidente estadounidense.

Al pozo de la mano de Pozo

Entre el proceso venezolano y el ecuatoriano hay varias similitudes, pero también muchas diferencias. Chávez tiene una mayor consistencia ideológica, Gutiérrez no parece tenerla y depende mucho de las presiones de la correlación de fuerzas del momento. Aunque Chávez inició su gobierno con medidas de corte neoliberal no se comprometió con el FMI a cumplir compromisos tan nefastos como los que están en la Carta de Intenciones ecuatoriana. La ministra Izaguirre, que duró un año, nunca tuvo la correlación de fuerzas a su favor como parecen tenerla Mauricio Pozo y Guillermo Lasso. Chávez se rodeó de cuadros políticos de izquierda incuestionables, con gran trayectoria y capacidad para marcar un rumbo distinto, como Alí Rodríguez o José Vicente Rangel entre otros. Gutiérrez tiene asesores que dejan mucho que desear. Además, las organizaciones de izquierda que están en el gobierno ecuatoriano como Pachakutik y el Movimiento Popular Democrático (MPD) tienen grandes limitaciones como para torcer la correlación de fuerzas, porque tiene muchas debilidades políticas, no saben presionar por un proyecto y no logran caminar medianamente unidas como deberían. La CONAIE peleando lugares en el gobierno y otras organizaciones sociales tampoco muestran solvencia para trabajar por un proyecto distinto más allá de los puestos. Tal vez Ecuarunari (La organización más impornate de la CONAIE que réune a los pueblos kichwas de la sierra, con creca de 3 millones de persoans) sea la organización más coherente que busca la ndependencia del movimiento indígena. El resto de la izquierda y centroizquierda (llámese socialdemocracia) ecuatoriana ya cumplió su triste papel, destrozando con su accionar de muchos años a la tendencia.

El rumbo que ha tomado el gobierno de Lucio Gutiérrez va de la esperanza a la decepción. Sólo el accionar unificado desde adentro y desde afuera del gobierno, puede torcer la correlación de fuerzas. En las palabras, el coronel ha demostrado que tiene dos personalidades, asumiendo la que le conviene de acuerdo al auditorio. Pero en sus acciones sigue el camino de Pozo y Lasso. ¿Cuál de ellos es el otro yo de Lucio Gutiérrez?.


(*) Escritor y periodista uruguayo radicado en Ecuador.

Director Editorial del Quincenario Tintají de Quito.
Autor de los libros "Rebeliones indígenas y negras en América Latina", "La rebelión de los indios", "Mujeres del siglo XX" y "Plan Colombia: La paz armada", entre otros.


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Kintto Lucas (*)


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