Como todas las refinerías de PDVSA en el exterior, Sitgo también nació de un guiso en 1983, un verdadero negocio de la mal llamada meritocracia. En la década anterior, PDVSA acumula en caja un aproximado de cinco mil millones de dólares que jamás fueron declarados al fisco nacional y que necesitaban una estrategia bien pensada para lavar tanto dinero.
La ganancia acumulada no se debió al trabajo y la eficiencia, fue una coyuntura geopolítica nacional e internacional, en el primer caso la llamada nacionalización chucuta que las transnacionales norteamericanas habían diseñado al gobierno de Carlos Andrés Pérez para seguir protegiendo los intereses de Estados Unidos, en el segundo caso, una larga guerra entre Irán e Irak que benefició a los países exportadores de petróleo. La fórmula que el gobierno de turno realizó se le llamó Viernes Negro, así se bautizó la devaluación de la moneda el viernes 18 de febrero de 1983 y que permitió la salida de millones de dólares por toda la banca venezolana de entonces. Eso fue un robo descomunal, pero todavía quedaba mucho dinero, así que un personaje nefasto para el país llamado Calderon Berti propone internacionalizar a PDVSA, a través de la compra de refinerías, estaciones de servicio y puntos de embarque o terminales en el exterior.
La apertura de la empresa petrolera se asume como política de estado y se compra la primera refinería en 1983, dándose un adelanto del 50% en efectivo por un monto de 250 millones de dólares entregados por Calderón Berti durante el gobierno de Luis Herrera Campin. Pero el negocio duró poco a los copeyanos, pues Jaime Lusinchi asume la presidencia y descubre que el verdadero valor del 50% pagado por la refinería no era de 250 millones sino de 28 millones de dólares. Lusinchi suspende el contrato de compra y lo replantea en nuevas condiciones, así que los adecos deciden comprar solamente el 29% de esa refinería, pero ahora por un monto de 320 millones de dólares. Desde esa fecha se compran 19 refinerías en el exterior, además adquieren más de 13 mil estaciones de servicios, puertos y terminales. Las refinerías tenían más de 50 años, solo procesaban petróleo liviano que no se produce en el país. Por esa razón llegamos a comprar petróleo a México a 20 dólares el barril gracias a la internacionalización de PDVSA.
El negocio consistió en vender petróleo venezolano y con ese dinero comprar crudo liviano para las refinerías en el exterior, violando todas las leyes del país, como por ejemplo el convenio cambiario con el Banco Central donde se establece por ley que PDVSA no podía cobrar y por tanto el dinero de la venta debía ser depositado en la cuenta número uno del Shase Manhattan Bank a nombre de Venezuela. En esas operaciones evadían el fisco nacional y el dinero era lavado en paraísos fiscales. Hoy, se han vendido algunas refinerías, otras no son tan fácil su venta, pero el escándalo de Sitgo dispara nuevamente la alarma de la corrupción. El presidente Nicolás Maduro anuncia militares en el Min de Energía y en la presidencia de PDVSA. Si deseas esta historia completa, envíanos un correo a davidjavier18@gmail.com para hacerte llegar mi libro con toda la historia.