Seis de la mañana, buenos días! Era la voz del gordo Luis, del compadre, luego; así nos decíamos aunque no existiera ese lazo tradicional, "hermano" finalmente nos convertimos en eso, en hermanos. El gordo Luis ayudaba en los mandados, luego se iba al trabajo, pasaba luego a mediodía y en la tardecita antes de llegar a su casa, pasaba primero por la nuestra jugamos "librao", chapitas, béisbol; un zurdo de un gran poder al bate y excelente primera base, jodedor, bailador de salsa. En Caracas luego me brindó toda su atención, cuando Luis se fue a otro paisaje lo llore a solas. Dolió ese viaje de Luis. En el liceo tuve un gran compañero de estudio, deportes, de lucha política, estudioso y de gran carrera atlética, de muy buena técnica como defensa en el fútbol, nos hemos separado por las ideas después de toda una vida. En estos días nos vimos y qué abrazo nos dimos, un abrazo de amigos; me regaló unos libros que ya no leería, no creía ya en esas ideas, ¡en el socialismo! Con él y otro amigo, soñamos una vez desde las montañas ¡tomar el cielo por asalto! Hoy estamos separados, los sigo estimando. Los conocí en el liceo Páez, como estudiante de bachillerato, atrevido en el verbo y muy sincero, conservamos un afectuoso trato, nos decimos compadre aunque no lo somos, el otro amigo, un colega hoy jubilado, nos hemos convertido en hermanos. Y así a lo largo de esta vida, este montón de huesos ha experimentado un número apreciable de amigos y amigas que el tiempo ha permitido cultivar hermosamente!... y he sabido también que cuando un amigo se va, no lo puede llenar la llegada de otro amigo. Siempre recuerdo a mis amigas y amigos en su sonrisa, en su canto, en su trabajo, por un libro. Hoy escribo estas notas por un amigo, que su salud se encuentra afectada. Le regalaré un libro. Es un amigo revolucionario y estudioso; así lo he aprendido a querer. Lo abrazaré cuando lo vuelva a ver!
"Diles que la amistad tiene en mi corazón un templo y un tribunal, a los cuales consagro mis deberes, mis sentimientos y mis afectos. Por último, diles que la amistad es mi pasión y que, por consiguiente, ellos son los objetos que ocupan mi alma y mis
sentidos". Simón Bolívar, 16 de mayo de 1817. Carta a su sobrino Leandro, con motivo de enviar un mensaje a sus antiguos compañeros que permanecían dispersos en el extranjero.