La objetividad no existe, si se trata de la descripción o apreciación real de los hechos que nos circundan; más sí la verdad consensuada por una mayoría, pero susceptible de serles revertida por quienes manejen eficientemente los modos y formas de información más versátiles. Y cuando de política se trata, o bien de mostrar las caras de la vida social, siempre se impondrá la visión y con ella el interés de quienes sepan construir tramas discursivas a partir de las necesidades y padecimientos de los miles de miles de usuarios de las mal llamadas redes sociales.
En estos días, escuchaba esta letanía de una señora: "Ya yo no quiero oír más a ese mardito. A ese maburro que ha hecho tanto mal y que todos los muchachos se estén yendo del país…yo también me voy a Perú, en cualquier parte se está mejor que en esta…" En absoluto su explosión verbal fue interrumpida, y creció tanto hasta enrojecer su rostro. En lo que dijo, están presentes tres elementos recurrentes en la crítica al gobierno: descalificación del presidente, llamado a la emigración y la desesperanza en la mejora del país; lo cual no puede verse como obra del azar. El llamado a la abstención solapa todo ello: dejen a esos locos solos, emigren, aquí no hay que hacer nada. Cabría preguntar, ¿a quienes les delegaron actuar para cambiar lo que ellos dicen que se debe cambiar?
Es importante también señalar que las herramientas aliadas para anclar en la psis de la gente tales sustentos son las mal llamadas redes sociales, no sin razón Venezuela, a pesar de las circunstancia actuales, según estudios calificados, es el país de América Latina que más consume datos, por encima de Argentina, Brasil y México; más de diez millones de personas se conectan permanentemente a Facebook, por lo que es bueno preguntar: ¿quiénes pueden filtrar los contenidos a los que debe acceder la comunidad de usuarios de esa red? A esto se agrega que la competencia en ese mundo para colmar de información de su conveniencia a usuarios con el pretexto de la intercomunicación, crece. Ya se dice que twitter, youtube e instagram han alcanzado tanta preferencia como la ya mencionada.
La Royal Society For Public Health (RSPH) Reino Unido, para nada de tinte izquierdista, llegó a determinaciones sobre las afectaciones que las redes sociales tienen sobre el comportamiento humano, sobre todo en la juventud. Advierte causan de modo creciente: ansiedad, soledad, depresión, sueño, imagen personal o relaciones en el mundo real. En el caso particular de instagram con 700 millones adscritos, crece tanto así como puede empeorar el estado psicológico de sus usuarios. Este estudio en gran medida, explica esa letanía de la señora que arriba describo, en la que se puede agrupar, depresión, liviandad, ansiedad, potenciadas a partir de las innegables carencias materiales.
Esta visión sucinta de cómo se sesgan las visiones y apreciaciones del mundo real, siempre es conveniente ponerla en el tapete en estos tiempos lectorales decisivos para nuestro devenir. Tener en cuenta que sobre las debilidades concretas de la gestión de gobierno, desde la acera opositora habrá diversas estrategias informativas comunicacionales entramadas. Por eso, en el caso del Zulia, región estratégica con más 2 millones trescientos mil electores, les es conveniente en estos días preelectorales contribuir a que se acrecienten los problemas concretos que afectan a sus habitantes, como el acceso a los alimentos, el transporte, falta electricidad, el efectivo… será más fácil ahincar en ellos matrices informativas, que contradictoriamente a lo que quisiera la mayoría de la élite opositora que busca la desgracia nacional, pudieran avivar la intención del voto de su militancia y ponerlos a las puertas del triunfo.
El chavismo, con toda la desventaja que sabemos tiene en el manejo eficientes de esos artilugios modernos de la información, que en ocasiones me da la impresión han arropado a algunos militantes, debe saber batallar allí aun en la relación desigual, debe hacer lo posible por evitar que la subjetividad del pueblo sea cada vez más minada.