Ante el atentado contra Maduro, la ANC debería...

En horas de la tarde del 5 de marzo de 2013, Nicolás Maduro anuncia en cadena nacional la muerte del Presidente Chávez. No podíamos creer tal noticia envueltos en un ambiente tan festivo, allí en el Centro Médico de Occidente de Maracaibo cuando atendíamos la convalecencia de un familiar. Médicos y enfermeras corrían a sumarse al festín de la caravana; total contrasentido humano. Han sido casi veinte años manejando sistemáticamente la psiquis del venezolano, apelando entre otros tantos mensajes, a la apología del magnicidio contra Chávez y ahora con más fuerza, contra Nicolás Maduro.

Es el caso de un mayamero-venezolano actor, entre otros tantos, quien ordenó en vivo que había que matar a Chávez con un fusil de mira telescópica. Eso me recordaba a las bandas delictivas que a través de Facebook muestran sus comportamientos sanguinarios. Mensajes que cada día son más recurrentes y sin duda cimientan una cultura del homicidio, del culto a la muerte. Por eso, horas después del atentado contra el Presidente Maduro en la avenida Bolívar, algunos soltaron expresiones como: "Lástima que lo pelaron", "Ese mardito si tiene suerte", "Ya vendrá otro que sí lo mate"…Proposiciones con gran carga emotiva, lo que indica que el mensaje inoculador fue efectivo a los fines de formar personas que actúen más visceralmente que racionalmente, que por tanto son más maleables, obedientes a cualquier orden.

Aquí, entre el ataque sostenido de la oposición, sin hacer bulla, mayoritariamente en las redes, para impedir el ejercicio eficaz de gobierno, aunado a los desaciertos y los embates económicos, la crisis de valores ha crecido súbitamente. Ese valor identitario de Patria que conjuga País, Nación y Estado, en el imaginario de quienes actúan así, ha sido casi diluido.

Ante eso, no ha habido respuestas contundentes. La revolución no ha sabido manejar su capital simbólico como generadora de bienestar, y lo pero, no ha creado mecanismos para contrarrestar ese simbolismo fatalista, negador, mortuorio. Pero tampoco, desde el punto de vista punitivo en contra de quienes atenten contra la seguridad de la nación mediante la apología o en la materialización de actos terroristas. Más allá de puntuales casos con drama mediático.

Atendiendo a esto último, en razón del vil atentado frustrado contra el Presidente, sugiero se pongan prácticas dos propuestas atrevidas, bueno, ¿qué puede ser más atrevido que atentar contra un mandatario? La primera, nada original, pues naciones poderosas la han puesto en práctica y tienen el aval en silencio de las grandes organizaciones del planeta, y como resulta casi siempre ensanchan sus territorios, adquiere minerales, y además, "prestigio internacional". La segunda, mira más a la defensa externa, que recién me planteó el camarada Ladimiro Bustillos. Veamos.

Apelando a su prerrogativa plenipotenciaria, la ANC podría:

- Autorizar el uso de fuerza militar para detener y prevenir terrorismo nacional e internacional, además de permitir indagar en las vidas de las personas que pudieran significar una potencial amenaza para la seguridad del país. Así lo hizo Estados Unidos después del derribe de las torres gemelas, situación poco clara sobre su autoría, pero fue gran excusa para asumir el papel de policía del mundo, invadir y destruir a Afganistán e Irak. Claro, la autorización del Congreso a la Casa Blanca fue más explícita por cuanto pedía "…indagar en las vidas de las personas que pudieran, por sus creencias religiosas o país de origen, significar una potencial amenaza para la seguridad del país".

- Sugerir la creación de la Gran Base Militar Internacional General Francisco de Miranda. Se trata de tres franjas o zonas de seguridad lideradas por los contingentes armados de tres socio estratégicos del país que coadyuven al mantenimiento de la seguridad y al fortalecimiento de la autodeterminación de nuestro país. Una misión estratégica, seria garantizar el suministro de petróleo y otras riquezas dentro del libre comercio al mundo entero, pero además amparar y apoyar nuestra indeclinable decisión de ser libre.

Será un núcleo tripartito donde converge la presencia de tres grandes unidades de defensa, vigilancia y operaciones en un comando conjunto al que sumaría nuestras fuerzas armadas nacionales.

Obviamente la jerarquía y supremacía de las fuerzas militares Chinas y Rusas ofrecerían el valor y peso estratégico necesario para lograr el efecto de contención o la operatividad necesaria ante la amenaza.

Es importante resaltar, que ha de debatirse lo relacionado con la soberanía, que se relativizaría en las circunstancias actuales.

Se trata de dos propuestas para el resguardo de una nación constantemente asediada con misiles multiformes de alto calibre.



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Aquileo Narvaez Martínez


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