Hace poco más de un mes, y ya cumplidos los 101 años se fue mi último héroe, Víctor García, comunista de palabra y obra. Digo héroe, porque en mi niñez tuve la gran fortuna de no necesitar de Supermanes, ni de ningún paladín prefabricado en un estudio de televisión. Desde que tuve uso de razón me vi rodeado de seres extraordinarios, con historias de luchas valerosas, y de principios éticos irreductible. Hombres y mujeres de una gran capacidad de entrega y de solidaridad. Ellas y ellos eran los camaradas de mi padre; mis camaradas.
Víctor, era el último varón sobreviviente de esa vieja camada de militantes del PCV en El Tigrito, que vino a luchar en esta sabana inmensa de la mesa de Guanipa; a construir familia para hacerse nuestro. Se marchó de este plano físico, y mientras partía me comentó su esposa, mi gran camarada Arsenia, que en el delirio de los últimos momentos pronunciaba el nombre de mi padre y también el mio; me convocaba a proseguir el combate: "llama a Chevento, dile que hay que reestructurar el partido".
Dice el diccionario que delirio es un estado que no obedece a la razón ni a la propia voluntad, que es un despropósito o disparate... pero que orgulloso y honrado me siento que en tus postreros desvaríos me convocaras a continuar la lucha, a seguir apostando por esa maravillosa utopía; como dice nuestra canción primera; "Derrotemos todas las trabas/ que oprimen al proletario/ cambiemos al mundo de base/ hundiendo al imperio burgués." Honroso me siento de ganar el merito de que me consideres tu camarada.
Hoy siento, que más que merito es compromiso, porque para nosotros que venimos de tu escuela: un comunista, un revolucionario, o un militante de izquierda, un camarada; no es esta mierda de falsedad que abunda en las pandillas de oportunistas, advenedizos, truhanes, y "buscapuestos" que han aprendido a convertir el lenguaje revolucionario en artimañas para sus fines de lucro y miserables intensiones. Para nosotros que venimos de tu escuela, que es la escuela de mi padre; un comunista, un revolucionario o un militante de izquierda, y llamarnos camaradas es estar comprometidos hasta los huesos en la lucha contra la injusticia, contra la opresión a los pueblos, y en tener como única aspiración política la toma del poder por la clase trabajadora.
Víctor; dirigente obrero, venido del sindicalismo de Manuel Taborda y Cruz Villegas, de esa estirpe que nunca cedió en los principios revolucionarios de defensa al proletariado, que nunca permitió que alguna lisonja o dádiva desfigurara el tesoro mas preciado que era su moral, su dignidad. Tu ejemplo hoy es un martillo que destruye los pusilánimes argumentos de esa cohorte sindicalera que, presumiendo defender al trabajador, se lucra del escamoteo de su sudor.
Tu ejemplo me da mas fuerzas para continuar la lucha de nuestra clase, el camino de los pueblos, para enfrentarme y enfrentarnos a los que se opongan; desenmascarar a falsos revolucionarios y gobiernos falseadores de tan nobles postulados. Tu ejemplo y el de todos los viejos camaradas, es garantía de vida, porque siempre vivirá aquel que con alegría se recuerda.
Honor y Gloria Camarada Víctor
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