Trotski no debe de estar ausente de la Revolución de Octubre

Acabo de salir de un acto en Maturín sobre los 100 años de la Gran Revolución Rusa, organizado por el PCV-Monagas. Se dijeron muchas verdades, se reivindicó la importancia histórica de revolución obrera-campesina, el impacto que produjo en todo el mundo; desde Europa, América, Asia y países árabes; se reafirmó la vigencia del pensamiento de Marx y el aporte de Lenin en la fase superior del capitalismo. Y hasta varios de los ponentes citaron Lósif Stalin; pero nadie ni por asomo, ni referencialmente habló de León Trotski.

Hablar de historia no es un acto nostálgico, es reconstruir lo hechos y encontrar los elementos que pudieron truncar los caminos libertarios o encontrar la coherencia de cómo funciona el sistema opresor para desmontarlo; en el caso de la Revolución Rusa es encontrar las claves que lograron a nuestra clase “Tomar el cielo por asalto” y también encontrar las causas de su caída 70 después.

Para esto se requiere la objetividad de un científico social como lo debe ser todo revolucionario. Pero esa objetividad se pierde cuando viejas pasiones y viejos prejuicios impiden colocar a ciertos actores en el lugar que les corresponde.
Trotski es uno de los grandes olvidados, pareciera que causa urticaria hablar de Trotski, tras la muerte de Stalin, Nikita Jrushchov inicio el proceso de “desestabilización” donde se criticaba los excesos de poder en el período estalinista, sin embargo, no se reivindicó los aportes revolucionarios de Trotski. En los años 70 estudie en la Escuela de Cuadros del Komsomol Leninista, donde se estudiaban materias como “La historia de la Unión Soviética”, “La historia del PCUS”, “La historia del movimiento comunista internacional”, y muy poco se decía en esas materias sobre León Trotski. Milite en la JCV, en el PCV y lo que contaban de Trotski es lo que pueden contar de un traidor sin decir cuál fue la traición. Llego Mijaíl Gorbachov​ con su perestroika y transparencia (glasnost) y siguió la invisibilización de Trotski.

Los revolucionarios del mundo, los comunistas del mundo deben de darle el justo valor humano, intelectual y político Lev Davídovich Bronstein (León Trotski); humano porque fue un soldado de la lucha por la revolución mundial; intelectual porque dejo un legado de obras que aún conservan vigencia histórica; y político, porque fue un excelente militante que tuvo la genialidad de combinar junto al gran Lenin la teoría y la praxis marxista.

Acaso se puede olvidar de la historia que con tan solo 26 años hizo temblar al mundo imperial como máximo conductor de los soviets, que, en 1905, por 50 días disputaron el poder frente a la monarquía zarista. Acaso se puede olvidar que quien comprendió mejor la propuesta de Lenín del programa de gobierno llamado “Las tesis de Abril” fue Trotski, que al llegar del exilio se refirió a ellas con estas palabras; "Era exactamente lo que la revolución necesitaba". Acaso se puede olvidar de la historia que en los meses previos a la revolución batalló junto a Lenín contra las propuestas de Kámenev y Stalin de colaboración “critica” al gobierno provisional pequeño burgués.

Acaso se puede olvidar de la historia que fue Trotski el fundador del glorioso Ejército Rojo. Acaso se puede olvidar de la historia que en la lucha final de Lenin por recuperar el partido de los burócratas con quien contó fue con la lealtad de Trotski. Acaso se puede olvidar las palabras de Lenin en los albores de la revolución, alusivas a Trotski; "Después que entro al partido, no hay mejor bolchevique que él".
Poner los acentos históricos en su justo lugar no es solo un acto de justicia es también enseñanzas de cómo se tienen que hacer las cosas y no volver a cometer los errores del pasado.

ABREBRECHA Y DESPUES HABLAMOS






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José Ovalles


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