Ordene la distribución de los bienes nacionales conforme a la Ley, que a nombre de la República he decretado (XIII)

Simón Bolívar da por seguro que la reunión de los representantes del pueblo en aquellos momentos es crucial para la democracia, establecida y practicada, por lo que siente que, de cierta manera, está sembrando el sistema de gobierno más perfecto hasta esa fecha conocido. Con el Discurso de Angostura leído a los representantes provinciales, representantes de la voluntad popular, reunido el 15 de febrero de 1819 para celebrar el II Congreso Constituyente de Venezuela en aquella ciudad que fuera para entonces capital de Venezuela; Ciudad Angostura. Bolívar estaba consciente que aquello no era un simple discurso, no, aquello era la guía con que se iría a gobernar un país, impreso su texto en una obra literaria de primerísima importancia, discurso que resultó en cierta forma profético. Bien, ahora continuemos reproduciendo algunos párrafos de aquella nunca bien ponderada exposición contentiva de un muy rico y profundo razonamiento. Veamos.

"Mi deber es, Legisladores, presentaros un cuadro prolijo y fiel de mi Administración Política, Civil y Militar, más sería cansar demasiado vuestra importante atención, y privaros en este momento de un tiempo tan precioso como urgente. En consecuencia los Secretarios de Estado darán cuenta al Congreso de sus diferentes Departamentos exhibiendo al mismo tiempo los documentos y archivos que servirán de ilustración para tomar un exacto conocimiento del estado real y positivo de la República. Yo no os hablaría de los actos más notables de mi mando, si estos no incumbiesen a la mayoría de los venezolanos. Se trata, Señor, de las resoluciones más importantes de este último período. La atroz e impía esclavitud cubría con su negro manto la tierra de Venezuela, y nuestro cielo se hallaba recargado de tempestuosas nubes que amenazaban un diluvio de fuego. Yo imploré la protección del Dios de la humanidad, y luego la redención disipó las tempestades. La esclavitud rompió sus grillos y Venezuela se ha visto rodeada de nuevos hijos, de hijos agradecidos que han convertido los instrumentos de su cautiverio en armas de Libertad.

Sí, los que antes eran esclavos ya son libres, los que antes eran enemigos de una madrastra, ya son defensores de una Patria. Encareceros la justicia, la necesidad y la beneficencia de esta medida, es superfluo cuando vosotros sabéis la historia de los Helotas, de Espartaco y de Haití, cuando vosotros sabéis que no se puede ser libre y esclavo a la vez, sino violando a la vez las Leyes naturales, las Leyes políticas y las Leyes civiles. Yo abandono a vuestra soberana decisión la reforma, o la revocación de todos mis estatutos y decretos; pero yo imploro la confirmación de la libertad absoluta de los esclavos como imploraría mi vida, y la vida de la República. Representaros la historia militar de Venezuela sería recordaros la historia del heroísmo republicano entre los antiguos, sería deciros que Venezuela ha entrado en el gran cuadro de los sacrificios hechos sobre el Altar de la Libertad. Nada ha podido llenar los nobles pechos de nuestros generosos guerreros, sino los honores sublimes que se tributan a los bienhechores del género humano. No combatiendo por el Poder, ni por la fortuna, ni aún por la gloria, sino tan solo por la libertad, títulos de Libertadores de la República, son sus dignos galardones. Yo, pues, fundado una sociedad sagrada con estos ínclitos barones, he instituido el orden de los Libertadores de Venezuela.

Legisladores, a vosotros pertenece las facultades de conceder honores y condecoraciones, de vuestros es el deber de ejercer este acto augusto de la gratitud nacional. hombres que se han desprendido de todos los goces, de todos los bienes que antes poseían, como el producto de su virtud y talentos; hombres que han experimentado cuanto es cruel en una guerra horrorosa, padeciendo las privaciones más dolorosas, y los tormentos más acerbos; hombres tan beneméritos de la Patria han debido llamar la atención del Gobierno, en consecuencia he mandado recompensarlos con los bienes de la Nación. Si he contraído para con el Pueblo alguna especie de mérito, pido a sus representantes oigan mi súplica como el premio de mis débiles servicios. Que el Congreso ordene la distribución de los bienes nacionales conforme a la Ley que a nombre de la República he decretado a beneficio de los militares venezolanos. Ya que por infinitos triunfos hemos logrado anonadar las huestes españolas, desesperada la Corte de Madrid ha pretendido sorprender vanamente la conciencia magnánimos soberanos que acaban de extirpar la usurpación y la tiranía en Europa; y deben ser los protectores de la legitimidad y de la justicia, de la causa Americana. Incapaz de alcanzar con sus armas nuestra sumisión, recurre la España a su política insidiosa, no pudiendo vencernos, he querido emplear sus artes suspicaces. Fernando se ha humillado hasta confesar que ha menester de la protección extranjera para retornarnos a su ignominioso yugo ¡a un yugo que todo poder es nulo para imponerlo! convencida Venezuela de poseer las fuerzas suficientes para repelar a sus opresores, ha pronunciado por el órgano del Gobierno su última voluntad de combatir hasta espirar por defender su vida política, no solo contra la España sino contra todos los hombres, si todos los hombres se hubiesen degradado tanto que abrazasen la defensa de un Gobierno devorador, cuyos único móviles son una espada exterminadora, y las llamas de la Inquisición"



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José M. Ameliach N.


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