El terrorismo que continuamente realiza la oposición venezolana, asaltando puntos militares, robo de armas, incendios, marchas violentas y atentados contra la tranquilidad y la paz del pueblo de Bolívar y contra la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela son actos criminales perversos y burlescos como lo es cualquier idea que justifique la muerte en conflictividades políticas.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, hace poco, condenó al Estado colombiano por las ejecuciones extrajudiciales de jóvenes presentados falsamente por el Ejército como "muertos en combate". Este mismo gobierno protege a políticos opositores que han cometidos delitos en Venezuela y que luego huyen como ratas a Colombia. Y no los extraditan. Luego esto se convierte en una oportunidad para desatar una violencia verbal en las redes sociales, que polariza y divide aún más las relaciones diplomáticas entre estos dos países hermanos.
Igualmente, los países que integran el Grupo de Lima, la OEA, la UE, EU y Canadá danzan alegremente para instigar a un golpe de estado y al derrocamiento de Nicolás Maduro, - un presidente que ha sido elegido constitucionalmente por el pueblo venezolano -, violando toda normativa del derecho internacional.
Podríamos decir que es también perversa la actitud de líderes políticos y corrientes ideológicas que se aprovechan de un acto abominable – como lo es la auto proclamación de Juan Guaidó presidente interino el 22/01/2019 – para alimentar una lógica de la confrontación y la fragmentación de un pueblo.
Nuestro canciller, Jorge Arreaza, hizo una excelente disertación ante el Consejo de Seguridad de la ONU este 26 de Enero de 2019 (VER VIDEO: https://youtu.be/N0zuThU5YX4 ) destacando la prepotencia injerencista de estos países. Es un irrespeto usar a la OEA y a la ONU para intentar validar premisas ideológicas. Ganó la sabiduría y la justicia. Estas organizaciones no aprobaron las pretensiones imperiales.
Al fin y al cabo, la lógica de la violencia verbal no es distinta a aquella de quienes asesinan. Ambas son perversas. La primera, además, favorece un clima para que la segunda se dé.
Pareciera que la escuálida oposición venezolana sigue estando secuestrada por una narrativa de la violencia, que la hace incapaz de tolerar al chavismo y desarrollar lenguajes y prácticas no violentas. La violencia es lo conocido y lo cómodo. La no violencia y la paz crean ansias e incomodidades.
Hay una antigua historia hindú que nos puede dar luz y ayudar a reflexionar sobre el momento que vive el país. "Una vendedora de flores y una de pescado eran amigas y cada día iban juntas al mercado. Una noche, de regreso al pueblo, comenzó a llover fuertemente. La vendedora de pescado tuvo que quedarse en la casa de la vendedora de flores. En medio de la noche, el fuerte aroma de los jazmines frescos llenó la habitación. El olor era tan intenso que despertó a la vendedora de pescado. Cuando ella se dio cuenta que la causa de su insomnio era el aroma de las flores, se dirigió a su cesta de pescado y durmió cerca de ella. Ella estaba conforme con el olor del pescado muerto y la incomodaba el aroma de las flores frescas".
No hay duda de que el jazmín es capaz de hechizar a todo el que su aroma alcanza.
No solamente nosotros como individuos llevamos diferentes canastas de pescados atadas a nuestros seres, lo hacen también los cuerpos sociales, los opositores al gobierno bolivariano, como lo puede ser un país entero. Todos sabemos que muy pocas cosas huelen peor que los peces muertos y también sabemos cómo huele el jazmín. Todavía no queremos deshacernos de nuestras cestas de pescado muerto. Hay hábitos, prácticas, modos de sentir y de pensar que se han vuelto costumbre. El aroma del jazmín es nuevo, y en algunos casos, hasta desconocido, a tal punto que incomoda, porque nos saca de lo habitual, de lo conocido [1].
El desafío para Venezuela es dejar que la intolerancia y la violencia sea una zona de confort. Para lograr esto se necesitan, en todos los sectores de la sociedad, nuevos líderes que se dediquen a una transformación cultural. Y Juan Guaidó no lo es.
Me acuerdo de lo que dijo el Comandante eterno Hugo Chávez Frías sobre el cuento de la Rana y el Escorpión. El escorpión picó con su aguijón a la rana, muy a pesar de su promesa. Esa es su naturaleza.
Referencia
1.- http://www.elcolombiano.com/opinion/columnistas/el-olor-a-pescado-muerto-PA10101842