No podemos predecir el futuro,
pero jamás debemos ceder a la tentación
claudicante de ser los abanderados
de un pueblo que anhela su libertad,
pero reniega de la lucha
que esta conlleva y la espera
como un mendrugo de victoria.
Ernesto ¨Che¨ Guevara
Rebeliones inconclusas
La dinámica sociopolítica venezolana de las últimas tres décadas ha visto la génesis y el desarrollo de diferentes tipos de rebeliones, sin duda relacionadas con la dinámica de la lucha de clases, del ejercicio del poder popular y de las aspiraciones de la mayoría de la población que habita esta Tierra de Gracia.
En los estertores de la llamada Cuarta República, aquella que funcionó gracias a la bipolarización que visualizaron los líderes y caudillos de los principales partidos políticos de la era postgomecista, ocurrió un fenómeno que difícilmente pudo haber sido organizado por cualquier tipo de asociación civil, política, religiosa, o de otra naturaleza, la población salió a la calle en unos signos de desesperación, de avalancha social, de estampida de pánico, ante las medidas y la actuación de un gobierno que no los representaba, ni tampoco se interesaba por los problemas que atañen a la cotidianidad de las familias y de los trabajadores. Surgió así la explosión del llamado Caracazo a finales de febrero del año 1989. Todavía a estas alturas no se sabe con precisión el número de víctimas dado el poder de fuego empleado para someter a dicha rebelión popular. Se trató de un pueblo desarmado en su desesperación ante lo que le ocurría en su vida diaria, este pueblo altivo dijo basta, no nos la calamos más… Tragedia todavía por ser analizada en plenitud ante la irrupción y explosividad social ocurrida.
Una segunda de estas rebeliones pero esta vez originada en la Fuerza Armada se dio en dos fechas sucesivas a lo largo del año 1992, la del 4 de febrero y la del 27 de noviembre. Esta vez la fuerza telúrica provino de jóvenes oficiales que irrumpieron en la arena político social con demandas de tipo histórico, suficientemente documentadas en análisis, estudios, investigaciones que no es el caso enumerar en este breve escrito. Rebelión armada, sin pueblo. Toque de alarma de oficiales y soldados de la Patria Bolivariana que decidieron dar un paso adelante ante la injusticia, los temores, la ignorancia de los políticos de turno que no entendieron la profundidad del clamor, del grito rebelde que surgía del seno de la Fuerza Armada, inútil recordar las frases que circularon en aquella discusión de la Asamblea Nacional, donde un veterano político, el Doctor Rafael Caldera, si supo interpretar el sentimiento, las razones de aquella explosión político social, su visión de la democracia representativa que lo llevo a comprender lo que ocurría y le permitió, como viejo zorro de la política venezolana catapultarlo de nuevo a la Presidencia de la República para un nuevo período constitucional.
Con los eventos de abril y finales del año 2002, se dio otro tipo de rebelión, la del pueblo solicitando el regreso a la legalidad y la presencia del líder del Movimiento del 4 de febrero, el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías. Victoria y generoso perdón popular que trunco la acción del gobierno del norte y sus acólitos en el mundo, la de la burguesía clientelar de la renta, la posición de miembros del alto clero, y la de militares de la vieja casta pretoriana quienes deseaban reproducir la vieja y superada Cuarta República bipolar del Pacto de Punto Fijo.
Finalmente, en este breve relato, llegamos a lo que ocurre en la actualidad en la Venezuela de finales de la segunda década del Siglo XXI, con la impostura de un desgobierno, que ha logrado en menos de un lustro, el milagro de una involución político social nunca vista desde los tiempos de 1830, en una situación de una rebelión potencialmente explosiva debido entre otros elementos a los siguientes: una gigainflación galopante, una recesión prolongada, un desempleo creciente, una represión generalizada, una prostitución institucional aberrante, ingobernabilidad evidente, anomia social, masiva emigración, jóvenes sin futuro, rampante corrupción, nepotismo a gran escala, la alienación del desgobierno ante la masa popular, una retahíla interminable de promesas incumplidas, y pare Ud., de contar, como motivaciones que hierven en esa caldera a punto de explosión incontrolable.
Condimentos para la lucha de clases del pueblo venezolano, que aspira y tuvo la posibilidad de expresarse abiertamente en el período que fue desde diciembre de 1998 hasta finales del año 2012, con todas las contradicciones posibles, donde los espacios de lucha se ampliaron no solamente a nivel internacional, sino también en lo político, lo social, lo económico, lo cultural, en un país que sigue dependiendo de su renta de hidrocarburos, como de hecho lo ha sido desde el descubrimiento de tales recursos no renovables, a finales del Siglo XIX, en una dependencia de la cultura rentista que ha terminado de producirse no solamente por la llegada del colapso de dicha renta, sino también por la soberbia, prepotencia, incapacidad, ignorancia de quienes pretenden seguir en el poder del aparato del Estado venezolano, para continuar sacándole provecho personal y grupal de la mermada renta por parte de una camarilla y una casta pretoriana que lo sostiene.
Rebeliones inconclusas de la historia reciente a la espera y con una esperanza que se pudo sembrar durante el gobierno del Comandante Chávez desde febrero de 1999 hasta finales del año 2012, en su tránsito hacia una sociedad de nuevo cuño que pueda superar la crisis estructural de la lógica del metabolismo del capital, de la cultura rentista clientelar, y de la ingobernabilidad como signo de la crisis de hegemonía en que nos encontramos en la actualidad, en el aquí y ahora de la cotidianidad de cualquier ciudadano que habita esta Tierra de Gracia.
Amanecerá y veremos, si de esta nueva oportunidad, contradictoria, polarizada entre carniceros y perros de la guerra, no surge la Venezuela que queremos: independentista, bolivariana, libre y soberana, propia de la gesta de nuestros Libertadores, o no resulta otra nueva rebelión inconclusa…. No sea lo que afirma un conocido dictum de Aristóteles: ¨la tragedia es más filosófica que la historia porque no sólo afirma de lo que ocurrió, sino además explica por qué tenía que ocurrir¨