¿Y por qué no le gustarán los colectivos a la oposición?

Recientemente ha sido notorio el especial disgusto que le provoca a la mentalidad escuálida la existencia de "los colectivos" como una expresión político social de respaldo a la revolución bolivariana. Y pensándolo bien terminé de entender que en verdad la oposición tiene sobradas razones para detestarlos al mismo nivel que alguna vez lo hicieron contra los círculos bolivarianos, así como a otras formas de organización del pueblo ensayadas por la revolución en estos veinte años. Entre esas sobradas razones destacan tres órdenes de motivos que explico a continuación

El primero es de orden ideológico y tiene que ver con el choque que le provoca a la mentalidad escuálida la propia palabra "colectivo", debido a que la moral burguesa prefiere y promueve en todo momento y ante cualquier tipo de circunstancia las acciones y soluciones individuales, es decir el individualismo como única perspectiva legitimadora de toda práctica social orientada a fines materiales y hasta espirituales. Por supuesto que no necesariamente se tiene que ser burgués para portar la mentalidad burguesa; para muchos trabajadores pertenecientes a distintas capas y grupos sociales de bajo, medio y medio alto nivel de vida, secuestrados ideológicos de la ideología capitalista, basta con aspirar a ser burgueses para que les resulte cacheroso pensar y sentir como el burgués que nunca llegarán a ser. Se olvidan que el principio conformador de la sociedad es la potencia de lo colectivo y se niegan a la sublimidad de la acción colectiva como vía de realización social.

El segundo orden de razones por las que la mentalidad escuálida rechaza a "los colectivos" es social, y tiene un fondo discriminatorio. Al oír o leer como se expresa cualquier pobre escuálido (trabajador con ínfulas de burgués) sobre los colectivos, al igual que lo hacían con los círculos bolivarianos hace veinte años, con los consejos comunales hace diez y con los comuneros hace cinco, caracterizándolos únicamente como "malandros", "delincuentes", "esdientados", "feos y feas", "marginales", "lumpen", "violentos" y ahora "terroristas", salta a la vista la convicción supremacista de que la participación política, la definición del destino de la sociedad solo le corresponden a los acomodados, mientras que a los marginados de siempre lo que les viene bien es quedarse "al margen" como los "marginales" que son. No le perdonan al pueblo que protagonice una acción política para liberarse y mucho menos como parte de la mayoría en el poder; ¡Qué horror, los pobres mandando!, ¡Pues que sigan mandando!

Y el tercer tipo de razones es de orden político. Es evidente que para la derecha golpista y sus seguidores, sería de sueño que nadie defendiera al Gobierno Revolucionario, que cualquiera que quisiera entrar a Miraflores y sacar a la fuerza al presidente Maduro lo pudiera hacer sin encontrar resistencia, es decir que se pudiera tumbar al gobierno de un soplido sin que ninguna fuerza intentara si quiera evitarlo. De ahí la molestia opositora contra toda esa parte de la población, pueblo y Fuerza Armada, que se moviliza en defensa de su gobierno, convertida por obra de la furibunda racionalidad escuálida en "colectivos" violentos y "terroristas".

Quisieran ellos poder presentar ante el mundo a Nicolás Maduro como un hombre solo, apenas defendido por un grupo de militares para hacer creíble su fútil justificación de la agresión militar que piden, pero mientras millones de chavistas estemos al lado de nuestro Gobierno, en la calle, en defensa de nuestras conquistas, no podrán echar abajo el hermoso proyecto de redención social del pueblo venezolano a través del socialismo, así le disguste a los escuálidos, y le piden a la ONU que nos declaren a los "colectivos" como organizaciones terroristas. El chavismo sí es un colectivo, y a mucha honra, formado por millones de venezolanos y venezolanas, y sí tenemos colectivos organizados para la labor social de hacer patria en distintos frentes y tareas que a la hora de defender la revolución van a la vanguardia, así que ustedes ¡No Volverán! y ¡Que vivan los Colectivos, Carajo!



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Luis Fedemarx Gamboa


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