El primer guerrillero del mundo: El Catire Páez

Desde su mismo nacimiento en el pueblito de Curpa, Estado Portuguesa, ocurrido el 13 de junio de 1790, el niño José Antonio dio muestras de un extraordinario vigor e inteligencia. Allí vivió sus primeros años hasta que su madre, María Violante Herrera, nativa de del estado Lara, fijó su residencia en Guama, Yaracuy, en 1798, pueblo natal de su esposo Juan Victorio Páez. Mientras Páez asistía a la escuela de la maestra Gregoria Díaz, con la que aprendió a leer y a escribir, trabajaba con un tío paterno, Bernardo Fernández, en una bodega que poseía en ese lugar. José Antonio Páez Herrera fue el séptimo de ocho hermanos: José Francisco, José de los Santos, Ramón, Ubalda, María del Rosario (Mayota), Ana María y Luisa. Su vida se fue desarrollando en perfecta tranquilidad, hasta que un día, junio de 1807, después de cumplir con una encomienda de trabajo, se detuvo en el pueblo de Yaritagua, Yaracuy. Al marcharse, fue seguido por un grupo de bandoleros que lo enfrentaron para robarlo en el sitio denominado Mayurupí, allí Páez se vio obligado a demostrar su valentía y su rapidez en la toma de decisiones. El resultado de esta desigual lucha, en la que el joven llanero de apenas 17 años se midió con tres asaltantes de camino, fue que dio muerte a uno de ellos mientras que hizo huir a los otros dos. Este acontecimiento lo trastornó de tal manera que decidió abandonar el hogar tomando camino hacia el estado Barinas hasta llegar al hato La Calzada, propiedad de Manuel Antonio Pulido, en donde fue reciamente entrenado por el caporal, a quien llamaban el zambo Manuelote. El aprendizaje en aquel ambiente hostil, en el que se requería fuerza física, destreza y mucho instinto para sobrevivir a tantos peligros, dotó al Catire de una fortaleza física poco común y de una voluntad de hierro a toda prueba.

El primero de julio de 1809 el catire Páez contrae matrimonio en la ciudad de Barinas con la joven Dominga Ortiz y un año después nace Manuel Antonio, quien con el andar del tiempo alcanzará el grado de general de brigada. Dominga acompañó a su marido en la guerra y se convirtió en enfermera, atendiendo a los soldados que eran heridos en combate. También ayudó a su esposo cuidándolo cada vez que sufría ataques de epilepsia. Fue una venezolana ejemplar. El 14 de agosto de 1815, en plena guerra, dio a luz a su hija María del Rosario (Charo), a quien dieron ese nombre en honor a su tía Mayota. Con anterioridad a su matrimonio, Páez tuvo amores con una dama de Casanare (hoy Colombia), de nombre María Ricaurte, con quien tuvo un hijo al que bautizó Ramón Páez Ricaurte. Este hijo lo acompañó hasta el momento mismo de su muerte, en Nueva York en 1873. Con los sucesos independentista de abril de 1810, que muy pronto van a generar un sólido movimiento a favor de la independencia, lo cual se concreta el 5 de julio de 1811, surge la contrainsurgencia a favor de España, liderada por Domingo Monteverde, lo que crea una situación de guerra en la que se incorpora Páez, quien después de varias incursiones cae prisionero en 1813, siendo condenado a muerte por el comandante Antonio Puig, fijándose como día para la ejecución el 6 de diciembre de 1813, pero el día anterior Bolívar había vencido en Araure, población muy cercana a Barinas, con la ayuda del coronel barinés Pedro Briceño Pumar. La noche de ese mismo día se oyó un disparo y el oficial de guardia que custodiaba a Páez, preguntó: "¿Quién vive?". Obteniendo la siguiente respuesta: "La América libre, soldados de la muerte". De inmediato se oyeron movimientos de tropa al otro lado del río Santo Domingo, lo que obligó a Puig y su ejército a partir de inmediato hacia San Fernando de Apure, porque pensaron que el ruido lo habían hecho las tropas del Libertador que avanzaban sobre Barinas después del triunfo obtenido en Araure. Este episodio se conoce con el nombre de "Ejército de las Ánimas", ya que el pueblo siempre pensó que las ánimas habían venido a salvar al valiente Catire de una muerte segura. Lo que había ocurrido, era que Dominga Ortiz, esposa de Páez, con la ayuda del comandante patriota Ramón García de Sena, organizó una astuta estrategia que consistió en disparar un fusil para alborotar a las garzas que, en su vuelo, formaron tanta algarabía que parecía el ruido de miles de caballo galopando.

El 11 de octubre de 1816, después de su fabulosa victoria en la batalla de El Yagual, un soldado de nombre Pedro Camejo pregunta por el general Páez y, al hallarse frente a él, le dice: Mi general, fui realista, pero estoy arrepentido. Vengo a ponerme a sus órdenes para servir a la patria. Páez lo incorpora al ejército patriota, en lo que resultó ser una excelente decisión. Camejo luchó con tanto fervor que sus compañeros le otorgaron el nombre de Negro Primero. La leyenda del nuevo Taita, El primero fue Boves, había nacido y aún hoy es creencia en el Apure que en las noches el Catire Páez galopa para preservar la libertad de su patria. Todavía es tema de tertulia las veces que doblegó a los españoles como, por ejemplo, al brigadier Miguel de La Torre, a quien venció en Mucuritas el 28 de enero de 1817, en una histórica batalla que va a sellar la fama del legendario llanero. A Narciso López, a quien derrotó en Las Queseras, el 2 de abril de 1819. Y después de su apoteósica intervención en Carabobo el 24 de junio de 1821, la captura del último bastión de los borbones en territorio venezolano, cuando venció a Sebastián de la Calzada el 8 de noviembre de 1823 en Puerto Cabello. Sin duda, el accionar guerrero de Páez es parte fundamental de la historia de nuestro país, puesto que fue uno de los hombres que hicieron posible la libertad de Venezuela, y por ello su nombre se debe pronunciar con agradecimiento y respeto.



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José M. Ameliach N.


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