Carta al Niño Jesús

Querido niño Jesús: Como en esta época te deben escribir mucho, quiero comenzar diciéndote quien soy. Me llamo Venezuela, y sobre mi nombre existen muchas versiones, desde aquella de pequeña Venecia hasta la interpretación del sufijo "ela" en sentido peyorativo. Grandes hombres como José Leonardo Chirino, Gual, España, Miranda, se empeñaron en darme libertad y hacerme una república, incluso Miranda me obsequió una bandera. Pero se tuvo que esperar por la tenacidad e inteligencia de un hombre sin tiempo y sin espacios, como lo fue Simón Bolívar, quien junto a una generación heroica me dieron un lugar como patria.

Sin embargo, a partir de 1830 se traicionaron los ideales y durante el resto del siglo 19 fui teñida de sangre, con revueltas amarillas, restauradoras, liberales, entre muchas otras, en donde se proyectó el sentido del "Leviatán". No tan sólo se traicionaron las ideas, sino que también los hombres se traicionaban así mismos y fueron abriendo surcos en mi piel y mi esencia de madre, esposa y hermana. Cuando se inició el siglo 20 amanecí con la revolución liberal restauradora que partió de los Andes con 60 hombres y llegó a la codiciada Caracas; la Caracas de los amos del valle. Se produjeron nuevas traiciones, nuevas guerras, a muchos hombres de esta tierra les pusieron grillos en los pies. Durante ese siglo, como dijera el poeta De Bravo "posaron sus manos sobre mis muslos y me entregaron por la luna del dólar", me vendieron al mejor postor, entregaron mis recursos naturales y hasta privatizaron mis sentimientos.

A finales del siglo 20 me quebraron las instituciones, la sociedad iba por un lado y las instituciones por otro; como dijera el "panita" Alí Primera, estaban quienes querían manosearme, llevarme al rincón oscuro y entregarme en un acto primitivo, y quienes, por otro lado, sentían la necesidad de la caricia, del sublime acto de amor.

Así amanecí en el siglo 21 entre dos visiones distintas. Una anclada en la entrega vil, que quería seguir manoseándome, que pretendía globalizar bajo el esquema de entregar mis recursos básicos, engañando a los trabajadores para quitarles su sistema de prestaciones sociales, maltratando al campesino que dobla su espalda para hacer germinar la semilla, golpeando jóvenes, allanando universidades. Los amos del valle, en el mejor sentido de Herrera Luque, querían mantenerme arrodillada. Intentaron golpes de Estado, maltratando mi preñez y buscando que abortara la esperanza, luego intentaron partirme las piernas, los brazos, asfixiarme el aliento, ahogarme el sueño. Pero están también quienes me aman de verdad y quieren justicia para el campesino, el obrero y el estudiante, para esas grandes mayorías que habían sido excluidas por los amos del valle. Me han brindado todos sus espacios y sus tiempos para consolidarme como una patria digna, justa y libre.

Quiero pedirte paz en las fronteras de mi cuerpo, amor entre todos los hombres libres que me recorren a diario, justicia para lograr la felicidad social. También quiero que ilumines a la oposición para que aprenda a amar con desprendimiento y sin egoísmos, para que siga el camino y las reglas de la democracia y se olvide de los saltos al vacío. Quiero pedirte por todos los hijos, porque soy tan ancha que todos caben en mí; quiero pedirte por todos los sueños y las ideas, por el sentimiento y por el amor, porque soy tan intensa que tan sólo me entrego cuando amo infinitamente.

Feliz Navidad niño Jesús.



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Carlos Escarrá Malavé

(1957 - 2012) Político, profesor universitario, abogado, magistrado y diputado revolucionario. Ex-Procurador General de la República. Fue militante activo y comprometido del PCV, MBR-200, MVR y del PSUV.


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