El daño más significativo que le ha hecho la oposición (o su errática e incompetente dirigencia) a los venezolanos, es sin lugar a dudas el perjuicio económico que significa haber inventado una crisis inexistente en el país y haber pretendido justificar con ella el desconocimiento de la decisión mayoritaria del pueblo y dar así al traste con la democracia y en definitiva con nuestras posibilidades como nación libre, soberana y con las infinitas posibilidades de bienestar y progreso que comprende el modelo socialista de transformaciones impulsado por el presidente Chávez.
La creciente actividad que desde hace ya varios años experimenta la economía nacional en todos sus ámbitos (disminuida solamente por la insensata actuación del oposicionismo durante sus irracionales acciones de desestabilización golpista y de sabotaje a la industria petrolera), revela la naturaleza farsante de quienes han querido aterrorizar permanentemente al país con una idea de crisis que no existe sino en sus retorcidos planes de reinstauración del viejo modelo de exclusión que imperó en el pasado, y que sólo sirviera para el grotesco e inhumano enriquecimiento con el cual se lucraron durante décadas.
En su afán de articular un discurso a partir de la mentira, la oposición no ha encontrado el camino que le conduzca a una posibilidad cierta de comunicación con el pueblo y argumenta las razones de su fracaso aduciendo siempre supuestas trampas en los procesos electorales.
Hoy, incluso la misma gente que en algún momento les ha seguido, atiborra como nunca los restaurantes de lujo, los centros comerciales, los aeropuertos, las ventas de apartamentos y de vehículos, y los impenitentes del fracaso persisten en hablar de crisis.
Un proceso de negación irracional que los lleva de manera inexorable a la extinción como sector político del país, pero al cual no reaccionan ni parecieran tratar de poner correctivos.
Es, gracias a Dios y a los designios del pueblo, el fin de la historia de los políticos farsantes y la consolidación de una era de paz y de esperanza perdurables, en la que nunca más los venezolanos dejaremos de lado al ser humano, ni a sus verdaderas y más sentidas necesidades.
Feliz navidad para todos.