Chávez fustigó a los ministros porque no han asumido el compromiso
de transformar el Estado, sino que buscan cumplir con la gestión que a
cada cargo supuestamente corresponde, desatendiendo el propósito
fundamental de la revolución que es la construcción del poder popular. Y
lo que es peor, disfrazando todo con el etiquetaje de socialista.
Cuando habló del
Sistema Nacional de Medios Públicos, tampoco hizo revisión alguna de sus
lineamientos originales en ese sentido, sino que reclamó la falta de
atención a la profundización del carácter revolucionario que el mismo
debe tener.
Pero los que
quieren hacerle el trabajo a la derecha, de convertir en política
oficial la acusación de ineficientes a nuestros gobernantes en todo el
país, dejando de lado el significativo hecho de que los estados con más
problemas están en manos de la oposición y no del chavismo, se desbocan
tratando de malponer al Comandante como portavoz de sus inoportunos
cuestionamientos.
Lo que menos ha
sugerido Chávez es algún tipo de revisionismo que conduzca a
perfeccionar el modelo burgués que vinimos a derruir. Ahí muchos
"autocríticos" parecieran sugerir lo contrario. Se erigen en "voceros
del pueblo" en un ensañamiento contra los gobernantes chavistas porque
las carencias que se padecen son, según ellos, culpa de la revolución y
no del modelo burgués de descentralización heredado del pasado.
Si lo que ha
faltado ha sido eficiencia y nada más en nuestras instancias de
gobierno, entonces ¿Capriles tenía razón? ¿Lo que no sirve son nuestros
gobernantes? Y, si lo que falla es el gobernante chavista, ¿por qué votó
por la derecha una buena cantidad de esos millones de venezolanos que
se han beneficiado con tantas políticas inclusivas del Gobierno, como la
gente de Ciudad Varyná que Chávez ha mencionado? ¿No es eficiencia
mantener al país libre de la crisis social y económica que agobia hoy al
mundo capitalista?
La pelea ahora es
contra una derecha que viene con el tema de la "descentralización" como
eje medular de su discurso. Y ahí lo que resuelve es la formación
ideológica, no la "autocrítica".