La pandemia y la miopía de la izquierda servil a la élite globalista

¿Qué es la miopía? Según el concepto más universal es una “anomalía o defecto del ojo que produce una visión borrosa o poco clara de los objetos lejanos”, exactamente el padecimiento de visión que desde mi humilde opinión padece la izquierda con el tema del COVID-19. Hoy en día, los gobiernos de izquierda en el mundo se han plegado ciegamente a apoyar medidas de extrema “protección”(¿?) a la población, haciendo énfasis discursivo en los llamados “más vulnerables”. Ciertamente, en la visión de un miope, es decir, en la visión de aquella persona que padece miopía, lo único visible es aquello que es muy cercano, típico, clásico error de la auto-proclamada izquierda que, en el caso del COVID-19, reluce muy claramente, ya veremos por qué.

La izquierda globalista, como “adalid de los más vulnerables y de las minorías”, se ha revestido de un discurso presuntamente proteccionista de la población ante esta pandemia. La izquierda española es quizás la más radical en la defensa del confinamiento, “la nueva normalidad”, el uso de mascarillas, etc. Todo justificado en un supuesto celo tremendo por la defensa de los más vulnerables, pero ¿es eso cierto? ¿no será esto válido solo en un muy corto plazo? Los mismo puede decirse de las izquierdas europeas, argentina y venezolana. Nadie como estos gobiernos ha sido tan leal y estricto en el acatamiento de las medidas promovidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la “defensa” de la población, pero ¿es realmente esta actitud la más favorable para la población más allá del alcance de visión miope de esta izquierda servil con las élites globales? La respuesta es clara y rotundamente que NO.

En Venezuela, por ejemplo, más de 50% de la fuerza activa laboral se encuentra en el sector informal, es decir, dependen de un ingreso diario, del trabajo diario para comer, vestirse y vivir, algo que no se puede postergar para “después de la cuarenta”, porque parecemos olvidar que el hambre no espera, la comida ha de tomarse todos los días, no se puede postergar para después de la cuarentena. La protección en favor de evitar el contagio y muerte de personas vulnerables en Venezuela, por ejemplo, implica que probablemente por las 80 o 100 victimas de Coronavirus que hay hoy en el país, padecen confinamiento 30 millones de personas, de las cuales 15 millones que dependen del sector informal no están recibiendo ingresos diarios por el cierre económico, algo que sin duda provocará muchísimas más muertes en el mediano y largo plazo que las 80 o 100 personas que tristemente han muerto hasta ahora, por Coronavirus. Muchas menos que las que han muerto por Cáncer, infartos, diabetes, hipertensión, bronquitis y neumonía en lo que va de año en el país, sin conta las centenas que mueren a manos del hampa y de las que nadie dice nada (mucho menos la izquierda miope, porque precisamente de eso se trata la miopía, de ver solo lo que tienes en frente y nunca más allá).

En Argentina y España, la situación en este sentido será igual o peor considerando que Venezuela es un país que ha venido depauperándose progresivamente dando oportunidad a una denigrante adaptación de la población a condiciones de vida cada vez más precarias pero que, al haberse hecho progresivamente, ha ido dando oportunidad a una adaptación natural de los venezolanos (capacidad muy propia de todos los seres humanos). Pero eso no existe en Argentina o España. La triste situación de Venezuela ha venido a ser nuestra única y vergonzosa fortaleza ante la entrega que la “izquierda gobernante” de nuestro país ha hecho de nuestro pueblo en favor del plan maestro de las elites globalistas detrás de la estrategia de desmantelamiento de la economía global, que está en desarrollo. Como cristianos (creyentes o culturales, que somos todos los latinoamericanos por una u otra razón) todos reconocemos y hemos aprendido que el buen pastor deja a todas las ovejas por salvar a una sola. Eso es éticamente correcto, siempre que el rebaño este a buen resguardo, pero este no es el caso. El buen pastor no es que el que sale en búsqueda de una oveja perdida pero antes lanza a los 99 restantes por el despeñadero, ese no es el buen pastor. Y no puedo creer que no haya maneras de que no se pierda ni si quiera una, debe haber manera que no se tenga perder ni una sola vida por esta supuesta pandemia, ni una. Proteger contra una supuesta pandemia “al pueblo”, una pandemia con una letalidad menor al 0,9% en nuestro país, salvando a 80-100 personas, mientras lanzas a la miseria más extrema a 15 millones de venezolanos, eso no es ético, pero es un error típico de la izquierda miope que ha gobernado a Venezuela. Ejemplos de miopía hay por montones, por ejemplo, salvar a 50 mil personas empleándolas en PDVSA para no hacer nada, es algo considerado muy “socialista y humanitario”, por la grave miopía que no les deja ver que la actual quiebra de PDVSA derivada entre muchas otras razones de esta causa, entre otras, ha empobrecido a 30 millones de venezolanos para “salvar” a 50 mil con un puestico de vigilante, ingeniero poco cualificado o de obrero sin experiencia en PDVSA, abultando las nominas y quebrando a la empresa. La miopía de la falsa izquierda globalista, que ha usurpado los valores revolucionarios originarios del movimiento proletario del siglo XIX, funciona siempre de esa manera, expropia para dar de comer a 5000 y deja en la ruina 500.000 (pero eso no se verá hoy sino mañana y siempre se podrá culpar a otros por eso).

El “humanismo” fácil, de decir que te preocupas por la gente para salvarla hoy del COVID-19 pero que termina matándola mañana de hambre no es miopía, digo miopía por no ofender, por educación, pero la verdad es que es un crimen, que no es exclusivo del gobierno venezolano, ni español ni argentino, sino de todas las “izquierdas” del mundo. Sin embargo, considerando que esos gobiernos dicen ser “de izquierda”, se esperaría una actitud mas inteligente en defensa de los verdaderos intereses del pueblo de sus países y no que sean lo que están siendo realmente, jugando el triste papel de mandaderos de las élites globales que están usando a las izquierdas mundiales como gendarmes del encierro de la población para la quiebra de las economías nacionales, con la excusa del coronavirus, para justificar la emergencia de un Nuevo Orden Mundial que nunca será mejor que lo que tenemos, nunca y jamás lo será. Cambiar y revolucionar el mundo si, pero no para establecer en el poder absoluto a unas élites tecnocráticas globales.

Espero, ojalá, sean solo miopes y no también cómplices de la mayor estafa a la humanidad en lo que va de siglo XXI. Pero si se demuestra ser así, si se llega a demostrar que más que lo miopes que siempre han sido ahora también se han convertido en cómplices de las elites globalistas detrás del desmantelamiento de la economía global en detrimento de las grandes masas obreras del mundo, esta sí que será la sepultura final de una idea de izquierda que traicionó a los trabajadores en el siglo XX y que los está entregando como corderos bozaleados al matadero, en el siglo XXI.



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Alejandro López González

Doctor en Sostenibilidad (Cum-Laude) por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). Sus investigaciones sobre la sostenibilidad de proyectos de electrificación rural con energías renovables en Venezuela le valieron el reconocimiento como la mejor tesis doctoral en el período 2018-2019, según la comisión de doctorado de la UPC. Se graduó de ingeniero electricista en la Universidad del Zulia en 2004 y ha publicado más de una docena de artículos científicos acerca de la sostenibilidad de la electrificación con energías renovables en países en desarrollo

 ae.lopez.gonzalez@gmail.com      @aleslogo

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