No es osado calificar a Nicolás Maduro Moros como el hombre de la década. Tampoco se requiere ser revolucionario para afirmar que ha resultado ser un fenómeno de la política nacional e internacional. Tan sólo se requiere ser un venezolano y haber visto lo que ha acontecido en Venezuela desde que Hugo Chávez Frías le abrió el camino hacia la presidencia, al nominarlo para el cargo en aquella inolvidable noche en que le levantó el brazo, como el sucesor suyo.
A partir de allí, Nicolás Maduro, no ha hecho más que confirmar que el Comandante tenía razón. Ha atravesado por innumerables obstáculos y dificultades. El aguacero de ataques de todo tipo y desde todos lados no escampa. Y el hombre demostrando que, desde hace rato, se graduó de gobernante invencible.
¿Por qué Nicolás Maduro ha sido invencible? Veamos esto en tercera dimensión y sentaditos en un cómodo sillón con una bolsa de cotufa en las manos, y una sábana cubriendo la pantalla del televisor. En primer lugar, el hombre fue durante seis años el Canciller del Comandante Chávez. Tiempo que, en buena parte, lo dedicó a estudiar a fondo la política, y a oír los sabios consejos de su descubridor y mentor, por un lado, y por otro oír reflexiones de Fidel Castro, entre otras destacadas personalidades del quehacer político.
Sin embargo, Maduro también se mantuvo cerca de los libros. Y entre viaje y viaje iba alimentando su intelecto con buenas lecturas de insignes ideólogos, como al Che Guevara, Antonio Gramsci, y Ludovico Silva, entre otros. Así fue como el autobusero se preparó para ejercer el poder. Un poder que le serviría en bandeja de plata el eterno Comandante barinés. Él, Maduro, se encargaría de lo demás.
No han podido con él. Lo han hecho invencible, y muchos gobernantes lacayos se han secado, esperando que Maduro se vaya. Este señor nació para ser gobernante. Sobre todo, para gobernar cercado por las dificultades creadas por sus enemigos de la derecha interna e internacional. Sin embargo, él no ha dado muestras de debilidad o de entregarse. Todo lo contrario. Mientras más lo atacan, mejor responde, y su figura se crece. Tal es así que ahora mismo, la derecha visceral oposicionista no se ve por ningún lado. Están en la sombra, tratando de ver qué hacer cuando se avecina las elecciones del 6D. No tienen vida. Están arrinconados, rezando porque aparezca otro Donald Trump. Es la pura verdad, ¿o miento?
La derecha, en vista del fracaso de Trump al seguir la conseja de Guaidó, cifró sus esperanzas en el Coronavirus 19. "Un gobierno bloqueado, sancionado y cercado, no puede sobrevivir bajo la amenaza cierta de la pandemia". Eso pensaron los saqueadores de los dineros de los venezolanos, en "conchupancia" con Duque, el vecino del lado, el degradado señor Almagro y los arrastrados gobiernos que conforman el desdichado grupo de Lima. Otra cosa pensó Maduro. Y aprovechó para demostrarle al mundo que en Venezuela hay un pueblo arrecho y con el ADN de los forjadores de la Patria, capaz de vencer en las buenas y en las malas. Los resultados hablan por sí solo. Ese archiconocido en el mundo occidental y más allá, por eso el autobusero es visible e invencible.
Villahermosa, Tabasco, México, 30 de noviembre del 2020.