La valentía del juez y de un neurólogo para establecer la verdad que otros decidieron torcer y negar permitiendo que el dictador Pinochet nunca fuese juzgado ni sancionado
Arturo Alejandro Muñoz
El fallecimiento del juez Juan Guzmán Tapia reavivó la memoria de muchos chilenos permitiendo reflotar algunos capítulos de su quehacer judicial en una de las épocas más siniestras y sanguinarias de la Historia del país andino.
Corría el año 1998 y Augusto Pinochet se encontraba detenido en Londres, Inglaterra, donde el juez español Baltasar Garzón deseaba que fuese sometido a juicio por los tribunales ingleses. No obstante, y con la presión del gobierno y de la derecha chilena que pujaban por sacar a Pinochet de Inglaterra, los tribunales londinenses aceptaron la tesis impulsada por las autoridades chilenas en cuanto a que el dictador sufría de varias enfermedades (incluyendo un problema de ‘demencia’), por lo que decidieron dejarlo en manos de esas autoridades con el convencimiento de que la justicia del país sudamericano haría su trabajo tal cual prometiera el gobierno del presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, a través de su canciller, José Miguel Insulza.
Como es sabido, Augusto Pinochet regresó a Chile y quedó de manifiesto que contaba con un buen estado de salud mental, lo que sin embargo no fue reconocido por la justicia local ya que no se le sometió a juicio tal como el gobierno –desde La Moneda- había prometido a los tribunales londinenses, y el dictador se reintegró al Poder Judicial en calidad de ‘senador vitalicio’.
El 11 de marzo de 1998 Augusto Pinochet Ugarte se había convertido en el primer senador vitalicio de la historia de Chile, un día después de entregar el mando del Ejército a Ricardo Izurieta. Cuatro años y tres meses más tarde, luego que la Corte Suprema lo sobreseyera en el caso "Caravana de la muerte" por demencia irreversible, el ex dictador renunció al cargo, que fue interrumpido por los 503 días que estuvo detenido en Londres y por el desafuero dictado por la Corte de Apelaciones el 5 de junio del 2000.
En esos años -1999 a 2004- el juez Juan Guzmán encabezó numerosas exhumaciones de restos de detenidos-desaparecidos, a raíz de los cuales creó la figura del «secuestro permanente». En el 2000 logró el desafuero de Pinochet (en su calidad de senador designado y vitalicio) en el marco de 19 delitos de secuestro permanente, a los que se sumaron otros 57 casos de homicidio.
En el 2001 se abrió entonces un nuevo proceso contra Pinochet, y el juez Juan Guzmán estuvo a cargo de las indagatorias y del desarrollo del mismo. Las presiones comenzaron de inmediato. Se pretendía que el juez Guzmán aceptara la tesis de la ‘demencia irreversible’ que impedía juzgar al general. En esos avatares, Guzmán –bautizado ya por alguna prensa como "Juan Sin Miedo"- decidió solicitar opiniones de expertos neurólogos y siquiatras. La mayoría de ellos se encontraban trabajando en Chile, pero el magistrado agregó a la lista a un destacado neurólogo chileno que vivía y trabajaba en el exterior, Luis Fornazzari, académico de la Universidad de Toronto, Canadá. Su trabajo clínico y de investigación clínica está dedicado a las enfermedades neurodegenerativas del Sistema Nervioso Central, principalmente demencias. El año 2017/2018 el Royal College de Canadá lo nombró uno de los mejores docentes en Neurologia, y el año 2019 el Colegio Médico de Ontario lo nombró uno de los mejores médicos de Ontario.
El doctor Fornazzari aceptó la solicitud del juez Guzmán y auscultó la salud mental de Pinochet. Lo que ocurrió en esos meses podemos saberlo gracias a lo que el propio médico ha escrito. Pase y lea, por favor.
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Inmediatamente me confidenció sus dudas sobre los profesionales del SML e incluso de los peritos de la Universidad de Chile y del mismo medico neurólogo de Pinochet, ya que habia detectado que ninguno era realmente experto para evaluar funciones cognitivas.
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En Wikipedia es posible leer lo siguiente: <