El pasado 6 de febrero, el capitán de Fragata Víctor Hugo Morales, familiarmente conocido con "Moralito", arribó a sus 94 años de vida plena y de principios invariables. Un hombre de corazón de hierro y de una fuerza de voluntad inigualable. En varias ocasiones he escrito acerca de su persona, sin mezquindad y sin resabios. He sido fiel a mi visión como revolucionario y mis palabras sólo obedecen a mis creencias. Creencias que he mantenido firmes a través de mis 83 años.
En el 2017 Aporrea me publicó un artículo sobre la semblanza de Moralito. Decía, en aquel entonces: "No es fácil escribir sobre este hombre, hecho roble, al servicio de la revolución venezolana. Me atrevo a decir, sin que me quede nada por dentro, que mis palabras se quedan cortas tratando de encontrarle el epicentro revolucionario a un hombre de baja estatura, pero de un corazón de hierro que lo agiganta no sólo con sus nueve décadas, sino con una postura digna y llena de ejemplarizante comportamiento ante los obstáculos que le ha tocado enfrentar, y ante el enemigo que lo persiguió y lo mantuvo preso durante seis años; uno año más más que el resto de los participantes en El Porteñazo".
Cuando en la madrugada del 2 de junio de 1962, vi un militar de baja estatura dar órdenes, mientras de su hombre pendía una ametralladora, pregunté a un compañero: `Quien es ese`, y me respondió: "Ese es Moralito, mejor dicho, el capitán de Corbeta Víctor Hugo Morales, jefe de operaciones de este alzamiento militar".
Más tarde, cuando todo había terminado y nos tenían presos en el Cuartel Carabobo, lo conoce personalmente. Luego, estuvimos en el Cuartel San Carlos, y de allí fuimos a parar a la Isla del Burro. En ese lugar, especialmente acondicionado por el gobierno de Rómulo Betancourt, para encerrar a guerrilleros y militares rebeldes, pude conocer más a fondo la estatura moral y revolucionaria de Víctor Hugo Morales.
Hacen 94 años que este titán anda regando por los cuatro costados su voz inquebrantable, cargada de energía y fe fervor revolucionario. Por lo que ni cárcel, ni represión, ni tortura, han podido mermar un gramo de su convicción revolucionaria. Sigue derrochando el espíritu guerrero que siempre la ha acompañado. Él, con su ejemplo, deber ser considerado como un genuino revolucionario a quien los años no doblega ni debilita, tal como ha sucedido con José Vicente Rangel y Douglas Bravo.
¡Feliz año, guerrero! Siga sumando que la historia dirá lo que yo no puedo decir en estos momentos. Gracias, por su ejemplo, gracias por su postura, gracias, por haber dado tanto a esta paria que usted ama, sin costuras visibles o invisibles.
Villahermosa, Tabasco, México, 7 de febrero de 2021.