En mis recurrentes ejercicios reflexivos, a propósito de la crisis que nos aqueja, he venido llevado a cabo un proceso analítico que me ha puesto a revisar el giro político del país luego de la partida física del Comandante Chávez.
A todas estas surge la interrogante: qué es ser chavista? Acaso militar en el PSUV me hace chavista, tan sólo por el hecho de haber fundado el comandante ese partido? O me hace chavista el reconocimiento a su idea, la absorción de su postura ideológica, de su ejemplo en mi práctica cotidiana y mi visión de las cosas, vistas con el ojo inquisidor del hombre severo y autocritico que se ocupaba responsablemente de su pueblo a expensas de su propia integridad?
Creo que lo segundo es más importante, porque un partido no hace al hombre, sobre todo si deforma la esencia de su creación y la transforma en la antítesis de su objeto. Un partido no hace al hombre cuando se envilecen sus dirigentes y en un claro ejercicio de prepotencia dejan al pueblo al cual se deben, desprovisto de la más esencial protección, asumiendo sus propias miserias y ambiciones, usando la manipulación de la imagen de un hombre bueno a quien pretenden convertir en verdugo de su propio pueblo manipulando su imagen y su mensaje como medio de chantaje para obligar al pueblo a torcer la enseñanza ética, aún a sabiendas de que no es la vía, so pena de ser sometido al escarnio, o acusado de traidor y judicializado, de ser preciso, en nombre del legado de Chávez.
En este sentido: para que carajos me sirve ser chavista? Me sirve para una cosa; ponerme a la vanguardia de quienes permearon la obra creativa de su genio político, el PSUV; y en franca contienda decidir uno de dos destinos para el partido: sucumbir en su propio infierno político cargado de demagogia, clientelismo y corrupción o reformarse ante la indetenible de la vorágine popular.
A todas estas concluyo: Yo soy CHAVISTA, más no PSUVISTA, visto esto como una contradicción con mi convicción ideológica; Ser chavista me hace ético ser PSUVISTA no.
En este plano analítico la canalla artera esgrime argucias para desmoralizarme.
Estoy entre los que apoyamos un revocatorio para 2022, ¿por eso soy traidor? Pregunten a la constitución que me dio Chávez en 1999 a ver quien traiciona. Vayan al 72 constitucional y vean.
Ellos, los verdaderos traidores los ilegítimos que se asumieron hijos a cuenta propia. Hoy me llaman en voz del presidente “pueblo opositor”. ¡Opositor un carajo! Le digo a los borregos que posicionan ese mensaje en las redes, tarifados que sufren mis mismas penurias, pero que las atenúan a razón de 20 dólares mensuales. Quienes me señalan son los mismos desesperados que a cuenta de su poder envilecido judicializan inocentes, los que exigen sacrificios al pueblo con hambre desde la camioneta de alta gama en nombre del bloqueo, los mismos que manipulan primarias y hoy recorren en campaña electoral, un país sumido en una crisis inducida por ellos mismos, en sendas avionetas, aglutinando bajo chantaje al pueblo en la calle para la foto y la mediática, queriendo hacernos creer que tienen el apoyo popular.
No le dan los números, por eso recurren a prácticas antijurídicas para inhabilitar a Samán, porque necesitan a un genuflexo que le abra cancha a los cuestionados casinos en Caracas, o atacan a Galbán pues corren el riesgo de perder el negocito que implica controlar el Puerto de la Guaira.
Aquí estarán hasta que queramos; eso aprendimos de Chávez; a usar la legítima y pacífica defensa con la Constitución en la mano y a esperar nuestro momento. Hasta que queramos estarán los ilegítimos que se asumieron en el lloriqueo, y en la buena fe de un moribundo que les confió su obra y la destrozaron. Esos los indignos que ahora la comunidad internacional reconoce, los de memoria corta que se sientan a pactar con los asesinos en México y niegan con sus acciones, la estirpe libertaria consanguínea sin vergüenza alguna, entre marcas y lujos, en complicidad con los autores de un bloqueo que mata inocentes bajo su venia.
¡Yo soy Chavista carajo! De los legítimos, pata en el suelo como fue Chávez, yo no soy un abusivo desde el poder, soy un humilde que trabaja y se calienta ante la injusticia como el Che. Yo no soy pueblo opositor como usted me llama, Presidente. Soy del 27 y del 4, del 11 y del 13. Jamás lloré como usted para afianzar mi discurso incompleto en aquella campaña signada bajo el dolor y el luto, en la cual más de una vez enseñó una costura que desde el dolor popular nos negamos a ver convencidos de cumplir la ultima instrucción en vida de nuestro padre comandante.
Parafraseando a Galeano ustedes,…”ganaron porque nosotros perdimos”… y nos abrieron de nuevo las venas y las hicieron de nuevo sangrar. Esas venas del continente que Chávez había suturado, hoy de nuevo están abiertas haciéndonos recordar que de nuevo fuimos traicionados por el enemigo endógeno que se hizo pasar por hijo legítimo y lo aceptamos con amor revolucionario pese a su condición de ser bastardo.
Aceitamos la máquina para el 21 de noviembre y la encendemos en enero de 2022. A Chávez lo reivindicamos y su revolución la restauramos y en el marco de la juridicidad nos hacemos libres, no solo de los traidores; también de los partidos.
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