En la falta de respuesta gubernamental, desde múltiples flancos, las acciones se conjugan hacia el debilitamiento institucional.
Devaluación, inflación, combustible; tres factores, premisas, que persisten contra la estabilidad política, caotizan la esperanza, tranquilidad y la paz social. Los logros macroeconómicos esgrimidos solo sirven como referencia institucional para grandes inversores.
El resurgimiento de la economía global interna no se traslada ni muestra efectos positivos, con la prontitud requerida, a lo interno de la sociedad; en el micromundo del gasto y necesidades familiares, de los complejos residenciales, urbanizaciones, en los barrios, ¡en las catacumbas! Falta institucional que debilita el discurso y cualquier acción gubernamental.
La prolongada desmejora de sueldos, ingresos personales, se traduce en falta de bienestar, haciendo del vivir viviendo una oferta engañosa, utopía populista y demagoga. La no respuesta gubernamental efectiva, eficiente, conduce a un creciente, generalizado y muy peligroso malestar. ¡Caldo de cultivo para el deseado y esquivo estallido social!
Con la oposición fuera del protagonismo en la narrativa del escenario mediático, el único responsable en la falta de desarrollo y bienestar social, es el actual gobierno, sus políticas económicas, que a decir generalizado, en la calle; «es el principal devaluador del bolívar», con el propósito de «mantener a la gente en la miseria, a merced y dependiente del Estado»
Ambiente desolador, de mucha más conflictividad y poder social, que en el mejor momento opositor. ¡Es una tormenta perfecta!, en la que se unifican eneros, febreros, abriles. En el ideario colectivo, como en ningún otro momento, la problemática surge desde las instituciones del Estado, al interior del gobierno, que no da soluciones concretas, válidas, creíbles.
Para ejemplificar el asunto económico, como decía José Vicente, al final de su programa dominical: ¡Una perla!; «en el tratamiento de taquicardias, con arritmias severas, se recomienda Amioradona, una tableta diaria como dosis mínima, cuya presentación de 10 tabletas por caja, en el mejor de los casos tiene un costo de unos 100 bolívares, ¡solo para 10 días! En general, muchos medicamentos genéricos de bajo costo, nacionales e importados, parecen no estar cumpliendo con estándares de calidad requeridos, lo que hace mucho más costosa y dañina la situación».
¡Desde Sucre, en retaguardia, conocemos mucho Nicolás!