Lo que con mucho descuido se viene viendo solo como una simple travesura temperamental, más jocosa que peligrosa, no resulta tan festejable sí analizamos hasta dónde son capaces de llegar en sus obsesiones algunos personajes de nuestro actual acontecer político. Sobre todo por sus muy ventiladas, y tan poco escondidas patologías. El reciente, y ya cerrado, caso de Canserbero alerta de estas obsesiones.
Sobrada obsesión (y para cuidarse) resultó la manera cómo también María (C.M.) tras una y otra aún peor mentira insistía que no asistiría al TSJ cuando muchos la estaban filmando que estaba en donde decía que nunca iba a estar. Milei, otro de estos cuadros clínicos que parecen a la medida reclutados, sin duda tendrá un papel tan macabro y depredador como ya lo resultan Biden y Netanyahu en su criminal andar.
Lo que se hallan haciendo en Cisjordania, y sobre todo a niños y mujeres (lo que ya podría estar comenzando en Argentina y esperarle a Venezuela) parece guión de un elaborado plan ya en marcha. Donde María (M.C.) encaja muy bien, y hasta lo anuncia en sus delirantes declaraciones. Cuadro clínico de todos estos sujetos solo vistos en tiempos de la debacle de aquel Imperio Romano, y la paranoia de sus Calígulas.