Desde cualquier parte de la Isla de Margarita se ve un cerro de aproximadamente unos seiscientos metros de altura. Sus primeros habitantes lo llamaban "Guayatamo" que en lengua indígena significa Cerro y Paja. Hoy es conocido como Matasiete, para sus habitantes actuales y para el país es icono de los valores patrios, porque un 31 de julio de 1817 se libró allí la recordada Batalla de Matasiete.
Estamos en pleno apogeo de la guerra emprendida por Bolívar, y Margarita no podía estar ajena a ese proceso liberador. Por ello desde 1816 este insular territorio había sido bastión de la insurgencia, y quizás por esas razones el General Pablo Morillo, con tres mil soldados españoles, toman por asalto la isla y se encuentran allí en el cerro Matasiete, con la férrea resistencia de tan solo seiscientos hombres, al mando del coronel Francisco Esteban Gómez, a quienes sus ancestros de indios Guaiquerí, les hizo combatir como nadie lo había hecho en nuestra historia.
Muy temprano en la mañana comenzó la encarnizada batalla, donde el mismo Gómez, espada en mano y cuerpo a cuerpo, enfrentaron a las tropas realistas. Ya terminando la tarde los españoles, ordenan su retirada y regresan a Pampatar, diezmados y asombrados de no poder con aquel pequeño y batallador ejército de margariteños.
El coraje de estos insulares habrá que buscarlo allí desde los tiempos de la conquista. Señala Ayala Lafée, que desde el mismo momento cuando la Corona Española, emprendió la conquista y colonización de América, comenzaron a llamar a toda la región: Nuevo Mundo. Sin embargo, para el Guaiquerí, lo único nuevo era ese otro individuo que venía a coexistir en sus espacios ancestrales, tratando de imponer un paradigma cultural distinto y bajo una dialéctica que sólo tenía como fin aprovechar sus recursos naturales con propósitos expansivos.
Allá en el Cerro Matasiete, los Margariteños les hicieron recordar a los españoles que, a pesar del mestizaje impuesto, llevaban en sus venas sangre guerrera Guaiquerí.