El perro Pipo vio que Juancho Marcano entró con un señor, luego de bajarse de un carro, a la casa y ahí después de una hora volvieron a salir, pero en el auto del periodista, y al rato éste volvió sólo y el peludo que se refrescaba con la sombra de las ixoras del jardín, lo recibió como siempre moviendo la cola y con el ave de la curiosidad revoloteándole en los ojos, por eso una vez que Juancho estacionó el carro y se sentó en una silla del garaje, se le acercó y al terminarlo de acariciar, le preguntó:
- ¿Juancho quién es ese señor y de qué conversaban?
El periodista observó a su perro y como pensando "este Pipo si es curioso", le manifestó: "Ese señor se llama Carlos Ortiz y es un editor y está interesado en realizar un libro sobre el médico Luis Laplana, el primer galeno residente que tuvo la Tacarigua de Margarita y te puedes imaginar el regocijo que causó la presencia de aquel hombre que venía para sanar las enfermedades de los humildes habitantes".
- ¿Y cómo se comportó, Juancho?
- Maravillosamente bien y más aún en aquella época que era el año 1947 del siglo pasado, donde se miraba a un médico como un enviado de Dios, y así vieron al Doctor Laplana, quien atendía a las personas en un consultorio habilitado en una casa y también recorría al pueblo visitando a los enfermos que estaban en cama, y tanto se compenetró con la comunidad que al final parecía un habitante más de este lugar, pues era un hombre muy humilde y cariñoso y que tenía mucho amor y mística por su trabajo, dijo el periodista.
El can que escuchaba admirado la historia del médico Luis Laplana, comentó: "Eso es admirable, Juancho, de verdad que este pueblo tiene episodios muy interesantes y que son dignos de contarse y escribirse para que el olvido no los borre de las páginas de la historia gloriosa de este poblado", dijo el perro y después agregó: "Por otra parte, te quería decir que escuché este pensamiento en la radio comunitaria: "Yo no escucho lo que dice la gente, solo observo lo que hacen. El comportamiento nunca miente". ¿Qué te parece?
"Muy bien, y eso lo dijo Winston Churchill", señaló el periodista, quien después de acariciar a su perro, se dirigió hacia la casa.
