Ante nuestros propios ojos, y sin que nadie se haya dado cuenta hasta ahora, por fin el verdadero y único líder de la desquiciada oposición venezolana (ahora que los Phelps-Bottome se van a quedar sin voz, muy pronto) lanza a la luz pública la fórmula ideológica mágica para contrarrestar el proyecto nacional propuesto por el Presidente Chávez, conocido mundialmente como el Nuevo Socialismo del Siglo XXI.
Era cuestión de tiempo que los sesudos y costosos asesores de “El Intocable” finalmente se lo presentaran en el papel, para que su generoso patrono pusiera en práctica lo que, de tener éxito, puede convertirse en la última tabla de salvación de lo que queda del moribundo capitalismo no sólo en Venezuela sino en el resto del mundo.
Y quién mejor para llevar a cabo tan heroica tarea, digna de un caballero andante de la Edad Media, que “El Empresario Global” cubano-venezolano, consentido de la gusanera mayamera, alto pana del clan Bush y los neoconservadores estadounidenses y casi miembro de la Corte Española, en donde seguramente pondrá en alto el nombre de su país (cualquiera que este sea) al ejercer y practicar las elevadas artes y delicados oficios de la exquisita nobleza ibérica.
¡Atentos, pues, soberanos de la pequeña Venecia! ¡Los oligarcas han dejado de temblar y han pasado a la contraofensiva!
Las poderosas armas con que cuenta el malamañoso Hidalgo que estuvo a punto de comprar la emblemática cadena de almacenes hispana “El Corte Inglés”, pero la ancestral xenofobia de la Madre Patria se lo impidió, a pesar de estar gobernada en ese entonces por el ultra-neoliberal Don José María de Aznar, son nada más y nada menos que las ondas hertzianas pertenecientes al mismo pueblo que intenta convencer de sus pareceres, el ahora sacrosanto espectro radioeléctrico propiedad del Estado venezolano, a través del canal cuatro de la banda VHF, el cual es utilizado por los transmisores que emiten desde Venevisión, ubicado en la exclusiva zona de Colinas de Los Caobos de nuestra querida capital.
Ya la pluma no es más poderosa que la espada, ya no son los libros los que tumban gobiernos a través de la libre difusión de IDEAS, ya pertenecen al pasado remoto los líderes populares convertidos en líderes políticos que con sus programas reformistas le cambiaban la cara a todo un país, un continente, el mundo entero. No, señor. Ahora, ya inmersos en los dominios del nuevo siglo, el siglo de la alta tecnología, el de los chips de silicón, el de la transmisión de voz, texto, imágenes y video a través de un mismo cable o de manera inalámbrica, vía satélite, a través del mencionado espectro que ya no recorre Europa sino el globo terráqueo y va más allá del sistema solar, pero que sigue asustando, asistimos casi indefensos al surgimiento e inexorable imposición del nuevo liderazgo, la nueva autoridad, el nuevo PODER: el de los grandes medios de comunicación privados corporativos capitalistas.
En el nuevo siglo, el medio es el mensaje y el mensaje es el medio, al mismo tiempo e inmediatamente, ellos se encargan de establecer el orden cronológico; sus dueños deciden el contenido y la forma, incluso deciden si no se transmite contenido ni lo que se transmite tiene forma definida; ellos deciden e imponen que está “de moda” y qué está “obsoleto”, qué debería hacer reír y qué debería hacer llorar, pues llevan décadas condicionando las reacciones y el comportamiento general e integral de toda la masa, nosotros, los meros “receptores del mensaje”.
El Nuevo Capitalismo del Siglo XXI, diseñado y planificado de esta forma por los ejes de la nueva política mediática, tipo Cisneros, Slim, Berlusconi, Murdoch, Gates, no es participativo, es adoctrinante, a menos que alguno de ustedes piense que leer las llamadas “del público”, mostrar fragmentos de texto en el generador de caracteres y llorar frente a la cámara para agradecer al canal por regalarle una licuadora sea “feedback”; tampoco es protagónico pues los protagonistas aparecen listados al principio de la película según el orden impuesto por el sueldo cobrado y los Oscares ganados; como tampoco sus dueños o los que trabajan en esos medios son revocables, pues hay que calárselos hasta que a ellos les de la gana, sin importar las mediciones del ráting ni los verdaderos gustos de los “usuarios”.
Con este dantesco trasfondo, que nos llama a estar alertas ante la violenta arremetida que se nos viene para destruir nuestro proceso, pasamos a nombrar y a describir brevemente, para prepararnos física y mentalmente no ya para defender nuestra patria sino nuestras propias mentes, y las de nuestros indefensos niños y adolescentes, los Cinco Motores del Nuevo Capitalismo del Siglo XXI que Gustavo Cisneros, “El Intocable”, lleva activando por más de cuatro décadas para terminar de adueñarse de la otra mitad de Venezuela que todavía no es de él:
Primer Motor: Las Telenovelas
No importa el nombre que les pongan y los “protagonistas” que las encarnen, este “típico producto latinoamericano de exportación” no es más que una reproducción repetitiva y cada vez más mediocre y estéril de paradigmas literarios y mediáticos originalmente creados en otras latitudes y por otros autores. Grande les queda a los actuales “escritores” el remoquete impuesto en las promociones en donde se anuncia que tal o cual telenovela “es original de...”
Para ser lo más precisos posibles, el argumento central de lo que se transmite en el “bloque dramático” no es más que una adaptación de los argumentos clásicos tanto del drama como del romanticismo escritos en novelas famosas como “Les Miserables” de Victor Hugo, “El Conde de Montecristo” de Alexandre Dumas padre, “La Cenicienta” de Charles Perrault, entre otros, escritos siglos atrás, y más recientemente en las obras de la española María del Socorro Tellado López, mejor conocida bajo el seudónimo de Corín Tellado; que fueron actualizados tecnológicamente y condensados temáticamente en la famosa radionovela en que se basan todas sus sucesoras televisivas: “El Derecho de Nacer”, escrita por el cubano Félix B. Caignet, transmitida en los años cuarenta del siglo pasado, y que se convirtió en el modelo a seguir, aunque nunca lo admitan sus fieles discípulos, como Delia Fiallo y sus actuales pupilos, que lo único que hacen es cambiarle el nombre a los personajes, y los “productores” lo único que hacen es contratar a nuevos actores y actrices para que desempeñen los papeles respectivos, en “nuevos” y atractivos escenarios y exóticos “exteriores”, en medio del más burdo despliegue publicitario.
A pesar de estas falacias evidentes y fáciles de comprobar, el género “Telenovela” ha calado en lo más profundo del subconsciente colectivo, y de allí lo difícil, y al mismo tiempo peligroso, de sacarlo de las mentes, sobre todo de las mujeres, las más vulnerables a este tipo de adoctrinamiento machista y misógino, porque hay que ver cómo odian a las mujeres los escritores contemporáneos de telenovelas, sean hombres o mujeres, porque no se entiende de otra manera que siempre las muestren como estúpidas, sin autoestima, ambiciosas, vengativas, sexualmente pervertidas y, sobre todo, sumisas, que es el principal mensaje que quieren inculcar.
Antídoto: una Misión “Manuela Sáenz”, precisamente lo opuesto al modelo de “mujer” impuesto por las telenovelas venezolanas.
Segundo Motor: ¡Qué Locura!
Los programas “humorísticos” de ayer y de hoy, en los que se hacían todos los esfuerzos publicitarios e histriónicos con el único fin de implantar una frase en las mentes de los “televidentes”, que estos repetían como dementes sin voluntad propia hasta que, semanas después, aparecía otra que sustituía a la anterior, y así en un maniático ciclo sin fin en los que se explotaba el sexo pervertido, la chabacanería, el mal gusto, la violencia, la homofobia y el racismo, hasta hacer del verdadero humor por televisión un lejano recuerdo que, por obra y (des) gracia de libretistas y productores, nunca regresaría a las pantallas, hasta el día de hoy.
Actualmente los capos de los medios privados capitalistas corporativos venezolanos han impuesto un decadente modelo “para hacer reír”, en el que asustar a la gente, burlarse de la gente y degradar a la gente, no sólo a ellos mismos, es sinónimo de “diversión” y “sano esparcimiento familiar”.
Este motor subliminal tiene la vil tarea de mermar la autoestima personal para que el individuo nunca se interese en sus problemas y en cómo resolverlos, y al mismo tiempo para que, mediante un estado de alegría falsa, acepte mansamente su situación de trabajador explotado por un parásito capitalista.
Antídoto: una Misión “Aquiles Nazoa”, en la que se le de difusión masiva a la obra de verdaderos humoristas venezolanos, hoy sepultados bajo las histéricas carcajadas producidas por los chistes vulgares y las esquizofrénicas muecas producidas por los hilos dentales.
Tercer Motor: El Club de los Tigritos
Junto a Popy, Chamocrópolis, entre otros, “modelos” de programas en los que los niños eran y son tratados como retrasados mentales y son adoctrinados en el sagrado deber capitalista del consumismo compulsivo de juguetes y comida chatarra, convenciéndolos que son sus primeras necesidades, llenos de rutinas repetitivas y sin mensajes educativos ni culturales, a no ser los de la cultura norteamericana; así como las nocivas comiquitas gringas y japonesas, saturadas de violencia gratuita, tramas absurdas y que también tenían el único fin de distorsionar las tiernas mentes de niños y adolescentes para inclinarlos hacia el consumismo extremo.
Claramente se ve que la meta de este motor es preparar las mentes de los esclavos asalariados desde la cuna, y lo más triste es que se activa con la complicidad de madres, padres o representantes, quienes compran un aparato TV (lo más grande que sus bolsillos se los permitan) antes que una cocina, una nevera o una enciclopedia para sus hijos.
Antídoto: una Misión “Tío Tigre y Tío Conejo”, en la que se recuperen los valores de la sana lectura y los cuentos tradicionales, de aventuras, entre otros, que precisamente por su sencillez guardan un gran valor pedagógico y al mismo tiempo ayudan a redescubrir nuestra cultura originaria, colonial y contemporánea, enseñada a nuestros niños como un todo integral y fluyente, en el que el proceso se vea enriquecido por los nuevos escritores, hoy olvidados por medios y editoriales privados; y en donde hay que poner énfasis en la recuperación del teatro y la música populares como elevadas expresiones del espíritu humano.
Cuarto Motor: Cine Millonario
Que se vea que la invención de los hermanos Lumière nunca llegó a Venezuela, y por lo tanto, hay que importar kilómetros y kilómetros de cintas gringas, porque tampoco el cine europeo existe, ¿verdad, César Miguel Rondón, eterno traductor y “crítico” de la entrega de los Oscar?
De paso, que nunca se transmita el interesante cine norteamericano independiente del sistema de los grandes estudios de Hollywood, en manos de las grandes corporaciones multinacionales capitalistas, que también existe, menos para los ejecutivos de Venevisión.
Sólo la violencia de Schwarzenegger, la sexualidad enfermiza de Jenifer López y el incomprensible humor de Adam Sandler tienen cabida en su pantalla, amable espectador, y si acaso a Usted no le agrada nada de esto, entonces sólo significa que Usted no es parte de la “cultura Occidental”, es un incivilizado salvaje que no merece agarrar un control remoto “occidental” y mucho menos gozar de los democráticos placeres que le ofrece el flexible monopolio cultural yanki.
Si las telenovelas tienen el objetivo de adoctrinar con un lenguaje “local”, las megaproducciones cinematográficas de Hollywood tienen el sagrado deber impuesto por la doctrina del “Destino Manifiesto” de adoctrinar y manipular mentalmente a los ciudadanos globalizados, como refuerzo y en caso que los “Spielbergs” locales fallen en su labor. En todo caso, las telenovelas actuales, si se fijan bien, pretender ser copias, bastante malas, de las técnicas del cine norteño.
Antídoto: una Misión “Escuela Latinoamericana de Cine Popular”, con la asesoría de Cuba, Brasil y Argentina, en donde se reúna lo mejor del cine independiente y se capacite al pueblo para hacer sus propios cortometrajes abarcando diversas temáticas, y a largo plazo para que elaboren sus propios largometrajes.
Quinto Motor: Super Sábado Sensacional
Podría decirse que el emblema que distingue a Venevisión a nivel mundial, su marca de fábrica, su carta de presentación, su caballito de batalla.
El programa sabatino que se resiste a morir, el que se recicla cada año copiando ideas de programas de otros países colocándoles otros nombres. Una premisa obsoleta que funcionó en épocas pasadas pero que ahora, en plena era de Internet, televisión por cable, teléfonos con cámaras, You Tube, etc., sólo inspira nostalgia en las viejitas que siempre se sentaban en la parte derecha del escenario a aplaudir los chistes bobos de Amador Bendayán o las chamas que se colocaban en la parte izquierda a esperar que Raphael les tirara la bufanda; o en el personaje conocido como “Foco Fijo” que gozaba un puyero bailando al ritmo de la Billo’s.
Venezuela debe ser el único país del mundo en que todavía existe un programa con un “animador” que anuncia los artistas, les hace una entrevista bastante superficial, a veces baila con ellos, con “monitores” estratégicamente apostados en los alrededores del escenario para “dirigir” al público presente (que se ha calado cinco horas de cola para entrar al estudio), que le indica cuándo debe aplaudir, cuándo sentarse, pararse, dejar de aplaudir, reír, llorar, volver a aplaudir, dejar que una adolescente se le tire encima al cantante de turno o contener a las que vienen atrás a imitar a la primera, todo esto previa y minuciosamente ensayado cinco horas antes que el programa salga al aire, lo cual demuestra lo “espontáneo” de la reacción de la gente ante “sus” artistas.
Y ni hablar de la actual tendencia a imitar los “reality shows” o telebasura, como los llaman en España, segmentos en los cuales se explotan los más profundos sentimientos de la gente, llevando viejitas para que lloren por supuestos hijos desaparecidos, se peleen entre hermanos por una presunta herencia y se acusen cuñadas entre sí por el amor de un hombre casado, que de paso es bígamo y no firmó contra el presidente; o las interminables y aburridas coreografías inventadas por Joaquín Riviera y Mery Cortés, en las que jóvenes bailarinas agitan como palomas heridas unos faldones multicolores al son de la música instrumental, encabezadas por Yolanda Moreno, las cuales bien pueden servir para abrir como para cerrar cualquier magno evento que enaltezca el más criollo gentilicio venezolano, como el también manido “Miss Venezuela” (el motor de reserva) y las antipáticas y ridículas “elecciones de las reinas de las ferias” regionales en las Plazas de Toros de Mérida, Maracaibo y San Cristóbal, nada democráticas por cierto, en donde las “soberanas” son escogidas por un jurado de borrachos en medio de la más delirante histeria colectiva de un populacho que, al otro día, es incapaz de recordar el nombre de la nueva “Reina”.
No hace falta aclarar el objetivo de este motor activado y reactivado miles de veces por su productor Ricardo Peña, quien por lo visto no sabe ganarse el pan de otra manera. Baste con decir que, curiosamente, muchas de las técnicas utilizadas por sus productores para controlar a las masas de televidentes y público que asiste en vivo al estudio se parecen demasiado a las empleadas en los mítines políticos de las campañas electorales de la IV y de la V, llegando a tal punto la confusión que no se sabe quién asesora a quién en eso de “animar” a las multitudes, convocarlas, construir tarimas majestuosas, apropiadamente iluminadas, con sus respectivos grupos musicales, de los más variados, su toque de “humor” criollo y sus manifestaciones melodramáticas matemáticamente dosificadas y alternadas, según la propia dinámica del evento.
Antídoto: una Misión “Creatividad” popular, a lo largo y ancho de Venezuela
En la que el pueblo mismo cree sus propio entretenimiento, su propia diversión, en la que se divierta creando y cree cosas nuevas y originales divertidas, no sólo para el ocio, sino también para su emancipación, al punto tal que no haya diferencia entre crear y divertirse, divertirse y crear.
No bajemos la guardia. Las comiquitas, las telenovelas y los programas cómicos aparentan ser algo inocente, inofensivo, cotidiano, como que no tienen nada que ver con política, en todo caso con la “cultura”, pero precisamente esa sensación, esa idea aceptada mansamente por todos es la ventaja que les permite a estos mensajes allanar nuestras mentes y controlar nuestros comportamientos tanto cotidianos como políticos, y por eso son más peligrosos que las mismas intrigas palaciegas y los complots internacionales.
Cisneros va, de la mano de Daniel Sarcos, Rumbo Al Capitalismo del siglo XXI. Asegurémonos que nunca llegue a su destino.