Visión y Opinión

Son venezolanos migrantes, no delincuentes

Siento una profunda indignación al observar cómo se vulneran los derechos humanos de nuestros compatriotas venezolanos en los Estados Unidos de América. La persecución, la detención arbitraria y el traslado a campos de concentración en El Salvador son realidades que no podemos ignorar.

Hablar de migrantes no es hablar de delincuentes. Muchos de nuestros compatriotas han dejado su hogar en busca del llamado sueño americano, pero lo que están viviendo es una verdadera pesadilla. Se enfrentan al temor constante de ser arrestados simplemente por el hecho de ser venezolanos. Esta situación no solo es injusta, sino que también es profundamente deshumanizante.

El gobierno de Venezuela, a través de la voz del presidente Nicolás Maduro, ha denunciado enérgicamente esta persecución fascista contra los venezolanos en Estados Unidos. Hacemos un llamado a que se respete el Derecho Internacional, la Convención de Viena y, sobre todo, los derechos humanos de nuestros compatriotas.

Es fundamental recordar que la migración es un fenómeno complejo y multifacético. Los venezolanos que buscan una nueva vida en el extranjero lo hacen por razones que van más allá de su control: mucho de ellos engañados por los Coyotes de la Oposición, creyendo mejorar su economía, en busca de un supuesto futuro mejor para sus familias. Reducir a estos individuos a la categoría de delincuentes es no solo erróneo, sino también peligroso.

La comunidad internacional debe tomar conciencia de esta situación y actuar en consecuencia. No podemos permitir que el miedo y la desinformación alimenten estigmas que solo contribuyen a la marginación y el sufrimiento de miles de personas inocentes. Es hora de exigir un trato justo y humano para todos los migrantes, especialmente para aquellos que lo que hacen es trabajar y luchar por sus familias.

La dignidad humana debe prevalecer sobre cualquier prejuicio. Nuestros compatriotas son migrantes, no delincuentes. Es momento de alzar la voz y exigir un cambio en la narrativa, así como en las políticas que afectan a nuestros hermanos y hermanas venezolanos en el extranjero. La solidaridad y el respeto por los derechos humanos son fundamentales en esta lucha.

La situación de los migrantes en los Estados Unidos es alarmante y, lamentablemente, no se limita a los venezolanos. Todos los migrantes están en peligro, enfrentando un sistema que no solo los deshumaniza, sino que también los convierte en blanco de políticas represivas. Lo que está ocurriendo con nuestros compatriotas ha sido expuesto en las redes sociales por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien se regocija en el maltrato a los derechos humanos de personas inocentes. Su actitud desafiante y su desprecio por la dignidad humana son un claro reflejo de un régimen autoritario que se siente impune.

Bukele ha mostrado abiertamente su desprecio hacia aquellos que buscan refugio y una vida mejor, convirtiéndose en un símbolo del fascismo contemporáneo. Sus acciones no solo son un ataque a los venezolanos, sino a todos los migrantes que cruzan las fronteras en busca de seguridad y oportunidades. Ya ha confesado ser un criminal fascista y, aunque actualmente goza de poder, su tiempo llegará; será juzgado por sus crímenes contra la humanidad.

Lo más preocupante es que lo que le sucede a los venezolanos puede sucederle a cualquier persona de cualquier nacionalidad en los Estados Unidos. Hemos visto casos desgarradores de expulsiones de ciudadanos del Medio Oriente y otros grupos vulnerables, lo que demuestra que esta es una crisis que afecta a todos. La falta de respeto por los derechos humanos no discrimina y puede extenderse como una sombra oscura sobre todas las comunidades migrantes.

Lo que se está cometiendo contra las personas en los Estados Unidos es un crimen de lesa humanidad que debe parar ya. No podemos quedarnos callados ante esta injusticia. La comunidad internacional debe tomar medidas urgentes para detener esta violación sistemática de derechos humanos y garantizar la protección de todos los migrantes.

En Venezuela, el pueblo está unido en la lucha por rescatar a nuestros migrantes sanos y salvos. Sin embargo, es lamentable ver cómo figuras como María Corina Machado, Edmundo González, Juan Guaidó, Julio Borges y algunos influencers venezolanos parecen alegrarse de la desgracia que viven nuestros compatriotas en el extranjero. Justificar las acciones de líderes como Donald Trump y Bukele es una traición a nuestra propia gente y a los valores de solidaridad y compasión que debemos defender.

Es imperativo que nos mantengamos firmes en nuestra lucha por la justicia. Debemos alzar nuestras voces no solo por los venezolanos, sino por todos los migrantes que enfrentan la opresión y el sufrimiento. La dignidad humana no tiene fronteras, y es nuestra responsabilidad luchar por un mundo donde todos sean tratados con respeto y humanidad. La historia nos juzgará por cómo respondamos a estas injusticias. Es hora de actuar y exigir un cambio real.

Ser Migrante no es ser delincuente.



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Jesús Santander

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