Especial:
Caracas, Venezuela - Aram Aharonian para Adital* - El proyecto de
realización de una base de datos por parte del ministerio venezolano de
Ciencias y Tecnología, sobre conocimientos de las poblaciones originarias,
ha abierto un gran debate en el país en el que por suerte también participan
las comunidades indígenas.
Hoy día es necesario desarrollar una visión compartida que se convierta en
el derecho de los pueblos indígenas a utilizar soberanamente sus saberes
ancestrales y los recursos genéticos asociados a los mismos, para no
destinar a las poblaciones originarias a vivir (o a morir) con las reglas de
la globalización neoliberal.
Para las comunidades indígenas de Venezuela el conocimiento tradicional es
un mandato sagrado que no pertenece a ninguna persona específica de la
comunidad y por tanto la propuesta de comercializarlo es rechazada de forma
casi unánime.
No sólo la biodiversidad sino también su utilización constituye un bien
común, libremente intercambiado dentro de las comunidades y entre ellas. El
conocimiento sobre los recursos comunes ha pasado a través de los siglos de
generación en generación y ha sido adoptado para nuevos usos, mientras las
innovaciones han sido integradas a ese conjunto común de conocimientos sobre
los recursos.
Las grandes transnacionales aprovechan el conocimiento de las poblaciones
originarias que han convivido miles de años con esa biodiversidad de forma
sustentable, apropiándose de dicha sabiduría, lo cual les ahorra invertir
millones de dólares en investigación y desarrollo.
La industria farmacéutica, la agroindustria y la industria biotecnológica
han generado una enorme gama y variedad de productos que, a su vez, se
traducen en inmensos beneficios económicos derivados del uso de recursos
biodiversos y de los conocimientos, innovaciones y prácticas de las
poblaciones indígenas. En nivel de semillas, biotecnología, productos
farmacéuticos y nutracéuticos, los recursos obtenidos oscilan entre 550.000
y 800.000 millones de dólares y por lo general no redunda en beneficios
concretos a las comunidades en donde estos conocimientos se generan.
Estas industrias patentan en múltiples países los conocimientos apropiados,
obteniendo con ello la exclusividad de la explotación en sus mercados, lo
que se llama biopiratería. Es tal la variedad, tan importante la calidad y
tan apetecibles las ganancias que se pueden obtener con los productos que se
pueden industrializar a partir del conocimiento indígena que se ha desatado
una intensa discusión en diversas instancias supranacionales y en los
parlamentos de muchos países.
En dichas instancias se discute como "proteger" los conocimientos
tradicionales de las comunidades, sin embargo las comunidades han sido
excluidas de dichos debates llegándose al extremo de que ni siquiera están
informadas de que los mismos se están realizando.
Venezuela, a través del Consejo Nacional Indio de Venezuela del Servicio
Autónomo de la Propiedad Intelectual y otros organismos del Estado, ha
priorizado este tema en su agenda, generando diálogos de saberes mediante
encuentros y programas de capacitación que permitan la construcción de una
posición nacional. En dichos encuentros se han identificado múltiples
factores determinantes para abordar este tema, entre otros:
a) La oferta global de explotación de los conocimientos tradicionales
establece una asimetría en la relación Norte-Sur. El Sur suministra
gratuitamente los recursos genéticos y los conocimientos tradicionales
asociados y el Norte suministra productos finales a un alto precio.
b) El factor económico no es el único que ha de considerarse, existe en este
tema factores históricos, religiosos, conservacionistas, culturales, de
mecanismos de propiedad intelectual, etc., que han de ser considerados
cuidadosamente.
c) Tiene que haber un diálogo entre comercio, ambiente, cultura, educación y
política; debe establecerse un diálogo multisectorial en nuestros países, en
el que participen las comunidades indígenas, los organismos competentes del
Estado, las organizaciones de base, los grupos de interés, etc.
d) No puede establecerse un sistema en donde estas compañías
transnacionales, que muchas veces ostentan más poder que los Estados
nacionales, lleguen a acuerdos directos con las comunidades indígenas.
e) Es inmoral establecer como justificación de la recopilación de
Conocimientos Tradicionales Indígenas en bases de datos, la pérdida
progresiva de los conocimientos tradicionales debido a la extinción de
comunidades indígenas. Estamos hablando de seres humanos especialmente
valiosos para la humanidad que han sido maltratados desde su encuentro con
las sociedades occidentales.
f) Los instrumentos jurídicos existentes no son suficientes para proteger
los recursos biológicos y genéticos y los conocimientos tradicionales
indígenas asociados. Para proteger la sabiduría indígena se debe abordar a
las culturas indígenas de forma integral, como derechos humanos que abarcan
el derecho a la tierra-territorios, a la cultura, a la propiedad intelectual
colectiva, a la libertad de culto, etc.
g) Las culturas indígenas no son todas iguales, existe una amplia diversidad
cultural y religiosa que debe respetarse al realizar una legislación que
proteja sus conocimientos tradicionales.
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