Hace unos días Cianuro en Gotas, cometiendo el mismo error que cometiera el Presidente Chávez hace un par de años, trató de atacar al director de globovisión Alberto Federico Ravell, atacando la memoria de su padre, Alberto Ravell Cariño, revolucionario, fallecido en 1960 (por cierto que el Presidente rectificó dignamente su error el 14 de abril de 2003). Se acusa a este digno viejo maestro de luchas de "adeco y ladrón", cometiendo una gran injusticia, pues jamás Ravell fue militante de Acción Democrática y quizás fue uno de los políticos más cercanos a su gente, más honestos y progresistas del siglo XX en Venezuela. No en vano, sus electores lo bautizaron "el Senador del pueblo" y cuando falleció muchos alegaban que había muerto "el último romántico de la política venezolana".
He tenido la fortuna de aproximarme al pensamiento y la obra de Alberto Ravell C. Fue un hombre íntegro, entregado a la causa revolucionaria, a la libertad, a la justicia, la Patria y su gente. Estuvo 14 años encadenado a un grillo en la prisión del Castillo de Puerto Cabello en tiempos de Gómez. Salió de prisión para continuar luchando sin cesar, sufriendo persecuciones y exilios. Fue Senador independiente, apoyado por la AD de Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, Ruiz Pindeda ( a quienes, por cierto, admira el Presidente Chávez). Posteriormente se dedicó a recorrer el país tratando de llevarle soluciones a la problemática social de una Venezuela deprimida después de decenios de dictaduras. Fue también comunicador y desde su tribuna radial, "El Espejo de la Ciudad" era implacable contra lo injusto, viniese del gobierno, de la oposición, del imperialismo. En el congreso siempre votó según su conciencia. Escritor, poeta, romántico, socialista, revolucionario y soñador.
Ese fue Alberto Ravell. No culpemos a los padres por los errores o posiciones de los hijos.