Ocurre que le mintieron a George Bush. Le dijeron que en Irak había armas de destrucción masiva y él –el presidente Bush- lo creyó a pie juntitos. No le paró a las investigaciones de la Organización de las Naciones Unidas. Allí enviaron investigadores que iban a Irak y venían de Irak y decían siempre que no habían encontrado las armas de destrucción masiva.
Bush ha reconocido que le mintieron pero no se arrepiente de la invasión a Irak.
Aquí, en Venezuela, también tuvimos un presidente al que le mintieron. Jaime Lusinchi dijo un día que lo engañó la banca. Antes había dicho que “hemos firmado el mejor refinanciamiento del mundo”.
Es decir, que nuestros presidentes también se parecen a los de Estados Unidos.
Pero ya nadie se acuerda de Lusinchi. Ni de Carlos Andrés Pérez Y mucho menos de Rafael Caldera. El pasado es frágil y se ruega no tocarlo por razones de higiene. Nuestro periodismo no puede llegar hasta allí, porque eso no vende, no tiene importancia.
Y ahora que le mintieron a Bush - el presidente de algunos venezolanos - tenemos que ayudarlo a encontrar urgentemente esas armas de destrucción masiva.
Y hay que escribirle a George y decirle que esas armas están aquí, en Venezuela. Sí, la radio, la prensa y la televisión, son en estos momentos armas de destrucción masiva.
Hay que solicitarle a la ONU que envíe a sus investigadores por una semana. Que vengan y se sienten cómodos a ver, oír y leer a nuestros medios de comunicación y lleven urgente su informe.
Estos medios están destruyendo la credibilidad que antes tenían, y ahora “hacen todo lo posible por no caer en las garras de la inteligencia”. Destrozan diariamente la verdad y no informan sino que asumen la propaganda como noticia.
Si logramos convencer a Georgito de que aquí están las armas de destrucción masiva, y es más, están activadas durante todo el día y la noche, es posible que Collin Powell agilice desde ya la intervención en Venezuela para salvar la democracia, porque los medios están aplicando desde hace mucho tiempo la ley mordaza.
De esta manera las oposiciones – la de Salas Romer, la de Mendoza, la de Borges, la de Peña, la de no sigas porque hay muchas- tendrán una buena justificación para alcanzar lo que siempre han querido: Que nos invada el gobierno de Estados Unidos.
La consigna de ahora en adelante debe ser:”Bush, acude, te estamos esperando”.
Robertomalaver@cantv.net