Vivir en Caracas es un privilegio. Sé bien que cuando se celebran aniversarios de la fundación de la ciudad, a la mayoría de los cronistas les da por enumerar la cantidad de dificultades que de hecho tiene nuestra querida capital y de las cuales, por cierto, no están exentas el resto de la mayoría de las capitales del mundo. Pero no voy a hablar de las cosas malas, pues de eso hablamos todos los días. En este cumpleaños de Caracas, quiero hablar de sus encantos.
Soy de la opinión de que pocos lugares en el planeta son más sabrosos para vivir que Caracas, y voy a explicar por qué. En primer lugar, no existe una capital de ningún país del mundo que tenga un cielo de un color azul más intenso que el de Caracas. No sé si lo han notado, pero levanten los ojos al cielo (por supuesto un día que no llueva) y aprecien la intensidad del azul del cielo de Caracas. Tan sólo esa belleza del manto que nos cubre todos los días convierte a esta ciudad en un espectáculo. Pero hay muchas otras cosas más.
El clima, por supuesto, es otro de los grandes privilegios que disfrutamos los que vivimos en la Sultana del Ávila. No conozco otra ciudad importante del mundo que disfrute de la eterna primavera que tenemos en Caracas. Algunos dirán que a veces hay mucho calor, y es verdad, pero nunca los 40 ó 45 grados que se sufren en verano en otras capitales del mundo, y mucho menos tenemos que estar cargando con abrigos pesadísimos, bufandas, guantes y un montón de ropa incómoda para protegernos del frío. Por eso, ¡bendita sea la temperatura primaveral de nuestra ciudad!.
Además de esas dos condiciones irrepetibles, tenemos el regalo imponente del Ávila, esa mágica montaña que nos regala una paleta de colores hermosos, cada minuto diferente dependiendo cómo le pegue el sol y que Cabré inmortalizó en sus lienzos, ese cerro que es nuestro punto de referencia para conseguir cualquier dirección, un lugar maravilloso de esparcimiento y pulmón natural para limpiar nuestro aire.
UNA CIUDAD LLENA DE VIDA
Otro elemento importante de esta ciudad es su vida, es decir, la obra humana que hay dentro de ella. Por ejemplo, comer en Caracas es una delicia. Nuestra gastronomía cada día gana más puntos, y lo más importante es que, si bien es cierto que no es baratísimo, tampoco se tienen que gastar las sumas astronómicas que cuesta un buen restaurante en alguna de las grandes capitales mundiales. Aquí, hasta los perro calientes son más sabrosos.
Otro punto es el buen humor de la gente. Es raro que un caraqueño pase más de 15 minutos sin hacer un chiste o reírse de algo. Y es cierto que esta condición la compartimos también con el resto de los venezolanos, pero cuando colocamos este detalle en la capital de un país, nuestro sentido del humor complementa a Caracas de un modo muy especial.
HISTORIA HEROICA
No podemos olvidar las palabras de nuestro Himno Nacional: “seguid el ejemplo que Caracas dio”. Es importante ponerlas en contexto y recordar que, a principios del siglo XIX, lo que sucedía en Caracas se multiplicaba como efecto dominó en el resto de las colonias españolas. Por eso nuestra historia es tan rica y trascendente, no sólo para nuestro país, sino para América Latina.
Finalmente, nada más y nada menos tenemos el orgullo de ser la cuna del hombre más grande del continente, Simón Bolívar, y de que en esta ciudad germinara la semilla en contra del imperio español, de la misma manera que hoy ese árbol sigue echando flores para luchar en contra de nuevos imperialismos.
Por todo esto, ¡qué viva Caracas!, la mejor ciudad del mundo, la más bella y la más sabrosa para vivir.
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