Las nuevas salseras. En su punto

INTROITO

Según dicen algunos ilustrados, la expresión “salsa” para referirse a la música “movida” caribeña, fue acuñada en Venezuela. Sin embargo, aparte de Oscar D’ León y de la Dimensión Latina, ninguna agrupación musical venezolana “salsera” ha retumbado (de verdad verdad) fuera de nuestras fronteras. Como muchas, muchísimas cosas, importamos la música y le ponemos salsa. Para que sepa mejor. Para darle más “sabor”. Culinariamente. Éste fue el concepto inicial. Sin embargo, y he aquí la contradicción, Venezuela no es famosa por sus salsas, si es que existe alguna. Las que la gente común conoce son las salsas que le echan a los espaguetis, que tampoco son criollos (ni siquiera trigo producimos). Boloñesa, de Boloña, y Napolitana, de Nápoles. Ambas italianas. Así que no se por qué somos salseros. Quizás por la habilidad de crear mescolanzas en la comida (“…échale bastante picante y salsa e’ tomate a ese filé miñón…”, dice más de uno sin saber que está destrozando el exquisito y delicado sabor de la salsa de hongos del filé). Ordinarios es que somos.

LA BUHONERÍA

La buhonería es un escape a la delincuencia. Pero a la delincuencia de los condenados de la Tierra. De los pobres. Eso está más que demostrado. Y por esa razón en el gobierno Bolivariano a estos pequeños empresarios informales, como eufemísticamente se les llama, se les ha brindado mucha protección. En la IV República eran perseguidos, matraqueados, robados, y pare usted de contar. Vivían en constante zozobra. Tal y cómo dicen ellos “…coño, no nos dejaban trabajar…”. Trabajar. Sí señor. Trabajar. Y así veíamos cómo los dueños de centros comerciales se rasgaban las vestiduras diciendo “nosotros pagamos impuestos, carajo…”, cuando la verdad verdadera es que nunca pagaron tributos. Esa es una de las razones de su arrechera contra Chávez, ya que ahora sí tienen que pagar, y si no, van presos (soñar no cuesta nada).

EL “PUNTO”

El “punto” comercial. Yo no sabía lo que era eso hasta que una amiga, Noris Oliveros, me comentó que el abogado que le administraba el negocio a su papá, el viejo Chilí, entregaba solamente lo correspondiente al alquiler, y se quedaba con lo que producía “el punto”, y que era mucho mayor en cantidad de bolívares.“¿El Punto?” ¿Y qué vaina es esa? Después lo supe. El “punto” es la referencia pública del negocio, referencia que se ha ido creando poco a poco, sin o con propaganda formal, y al cabo de algún tiempo esta información va pasando de generación en generación, de boca en boca ¿Dónde venden cintas de encaje?, pregunta uno a cualquiera en la calle. Y enseguida sale la información. Ni las páginas amarillas. Y esa referencia pública, el “punto”, vale millones. Por eso es que el abogado (abogado al fin!!!) se quedaba con lo del “punto”, que de paso generalmente se paga por adelantado y por todo el año. Esa es la razón por la que alguien que quiera montar un negocio nuevo con clientela segura, busca el “punto” ya creado por alguien anterior, si es que existe alguno. Por eso no hay nada que arreche más a un buhonero que después que él o ella ha “hecho” el “punto”, venga alguien y se le coloque al lado con mercancía competitiva. En estos casos uno puede esperar cualquier cosa, desde saboteo sutil hasta pagar a un malandro para que joda al invasor. O al contrario.

LA MERCANCÍA

Normalmente se considera buhonero a aquel que vende baratijas, ropa, pantaletas, medias. Lo que se llama en el argot comercial “mercancía seca”. Pero en realidad buhonero es el que vende en la calle. Y así el perrocalentero es un buhonero, y el hamburguesero es un buhonero. Y el chichero es un buhonero. Y la empanadera es una buhonera. Y mucha gente se ha dado cuenta de este mercado casi cautivo y ha emprendido una aventura buhoneril. Famoso es el perrocalentero de Puerto La Cruz, en el Paseo Colón, que lleva su mercancía, incluyendo el carrito, en tremenda miniván importada. Propia de él. Comprada con las ganancias de su empresa “informal”. Aparte de lo que le matraquea la policía del traidor De Lima, el negocio le produce lo suficiente como para vivir bien. Y me han dicho que piensa vender franquicias. Así que la mercancía buhoneril abarca desde lo imaginable hasta lo inimaginable. Saque usted la cuenta.

LAS NUEVAS SALSERAS

En un artículo anterior publicado en Aporrea (“Alí Primera, Quemaíto” - www.aporrea.org/dameletra.php?docid=2685), yo hacía mención de una buhonera salsera. Una vendedora callejera de salsas caseras. ¿Sabores? Muy original ella: boloñesa y napolitana. Pero lo que más me llamó la atención fue la “nave” que cargaba la tipa: tremenda Cherokee importada, fulequipo, último modelo. Al indagar: escuálida expulsada de PDVSA a raíz del saboteo petrolero de diciembre-enero. Ingeniera de Sistemas la tipa. Graduada en USA y sin reválida, con más de 15 años en la industria. Sin reválida ¿leíste esto Douglas León Natera?. Bueno, el caso es que la tipa descubrió un mercado cautivo. A ningún buhonero, por lo menos en Maturín, se le había ocurrido vender salsas. Me imagino que por lo complicado. Y aparentemente a esta salsera le iba bien, hasta que sus compañeras escuálidas ex pedeveseras se copiaron. Y ahora hay por montones en Maturín. Eso sí: nada de mezclarse con la chusma. En las entradas de las grandes urbanizaciones. Todas mujeres. Todas profesionales universitarias, la mayoría graduada en USA y sin reválida. Estacionan su tremenda nave, colocan la mesa y una sombrilla, sacan su mercancía y se sientan a esperar. La gran mayoría salseras. Muy creativas ellas: napolitana y boloñesa. O para variar boloñesa y napolitana. Debe ser difícil para alguien que se metía un promedio mensual de más de cuatro millones de bolívares. Eso sí: cero señales de escualidismo. Ni banderas, ni nada.

CODA

Según como dicen las leyes económicas, todo mercado se satura y se estanca. Los “potenciales” clientes de las nuevas salseras eran sus ex compañeros de trabajo en PDVSA, botaos también. Pero ya estos se cansaron, en parte porque se le está acabando el sustento, en parte porque están obstinados de comer salsa “casera”. Lo último que supe es que se cayeron a coñazo limpio dos de estas escuálidas neo-buhoneras salseras ex pedeveseras. Dijo una “…ésta si tiene cojones. Después que hice el “punto” se me viene a colocar al lado. Que no sea marisca ella y el piazo e’ mario que tiene…”. Solidarias, ¿no?

LUIS RIVERO BADARACCO
Maturín, 9 de Septiembre del 2003.
LGRIVEROB@CANTV.NET



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Luis Rivero Badaracco


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