Mel Gibson, La Planta, Yare y los pollos de San Antonio

INTROITO

Dicen que la privación de la libertad es un castigo ejemplarizante. El problema radica en la definición, el concepto, de “libertad”. No sé desde cuando los humanos se castigan entre sí. Mejor dicho, no sé desde cuando algunos humanos castigan a otros. Me imagino que los primeros homínidos con capacidad abstraccionista, pensantes, comenzaron a poner orden en la pea, y así fueron definiendo los delitos y los castigos. El castigo acorde con el delito. También me imagino que en esa época la pena de muerte era un castigo común. Así como el destierro. Lo que no sé es cuál era el delito que se merecía la muerte o el destierro: ¿la infidelidad? ¿A quién castigaban? ¿Al que cogía o a la que se dejaba coger? Y digo “la” porque tampoco sé si existía homosexualidad.

CASTIGOS MODERNOS

Total, que hoy en día ni el destierro ni la muerte son castigos en Venezuela (castigos “legales”). Ahora, quien se destierra por su cuenta, Pedro Carmona Estanga, por ejemplo, y toda la bazofia que se ha ido al exterior por odio a Chávez, reconoce que cometió un delito. A confesión de parte, relevo de pruebas. Pero que algún gobierno destierre a alguien como castigo no me parece.

PRIVACIÓN DE LA LIBERTAD

Éste resultó ser el castigo ejemplarizante. La privación de la vida, o pena de muerte, no es legal en Venezuela. Una persona que no tenga libertad para andar por la calle, para moverse de un lado a otro, es decir, estar encerrado, es considerado un castigo acorde con los delitos que conllevan cárcel como castigo.

CASA POR CÁRCEL

Cuando quien comete el delito que amerita como castigo la cárcel, es un anciano, le dan casa por cárcel. Lo privan de la libertad de andar por la calle, de ir adonde le plazca. Así Edmundo Chirinos, asesino, como es un viejo de más de 80 años le dieron casa por cárcel. Pero como él vive en una mansión y además con cuasi esclavos, esa privación de libertad le sabe a mierda. Y si el preso o presa se enferma, también la dan casa por cárcel. O sea.



DE CÁRCELES Y CÁRCELES

Dicen, no me consta, que en los países desarrollados las cárceles son como pequeños pueblos organizados. Donde los presos y presas (no juntos, por supuesto) disfrutan de todo (comida, diversión “sana”, servicio médico, visitas conyugales, hay áreas verdes, parques, etc.). El castigo a sus delitos es que no pueden salir de allí. Están privados y privadas de libertad.

Por el contrario, en los países del tercer y otros mundos, las cárceles son infiernos. Por eso los presos y presas tratan de sobrevivirlo. Doble castigo: sin libertad y de regalo vivir en un infierno.

Pero todo es relativo. En gringolandia es donde hay más cárceles per cápita a nivel mundial. Y más presos per cápita a nivel mundial. Y en esas cárceles “modelos” hay el asesinato pendejo. Y robo. Y violaciones sexuales. Y consumo de drogas. Igual que en La Planta. Igual que en Yare. O sea, que el paraíso que quieren pintarnos es eso: una pintura.

EL PUEBLITO, LA PLANTA, YARE

En la última película de Mel Gibson (“Llamen al gringo”) éste, huyendo de la policía, se ve obligado a saltar el muro entre gringolandia y México. Y cuando la policía mexicana se da cuenta que es un ladrón lo meten preso. En una cárcel llamada “El Pueblito”. Cuando vi esta película recién terminaba de pasar lo de “La Planta”. Pues “El Pueblito” resultó ser lo que se descubrió que era “La Planta”: un mundo de libertades (sexo, drogas, mafias, robos, asesinatos) entre los “privados” de libertad. Yo, de pendejo, creyendo que en Venezuela después de lo de “La Planta” esto no se iba a repetir, me asombro al ver lo de Yare. O sea, que esos sub mundos carcelarios siguen igualitos ¿cómo es posible que no hagan resquicias más frecuentes, sobre todo en búsqueda de drogas y armas de fuego? ¿Será que todo el personal está contaminado? ¿y por qué no los cambian?



EL GRAN ESCAPE

Definitivamente la privación de la libertad sí es un castigo. Por eso es que esa población sin libertad busca aliviar ese castigo. Y su gran escape es tratar de crear un mundo interno donde haya de todo y los haga olvidar esa preciada libertad. Y así crean comercios, y hay prostitución, juegos de envite y azar, consumo de drogas y bebidas alcohólicas, y quien se resbale (o sea, quien cometa un delito en ese sub mundo) lo castigan según su delito. Pero aquí si existe la pena de muerte. Y todo esto en concordancia con el personal que los custodia. Que son quienes, algunos traficando y otros haciéndose la vista gorda, gerencian con grandes ganancias las desgracias de los penados y penadas.

LOS POLLOS DE SAN ANTONIO

Tengo un amigo en el Morro de Puerto Santo, entre Carúpano y Río Caribe. Este pasado sábado nos vimos. Le pregunté por la familia. Ya me habían dicho que una de sus hijas se había empatado con un muchacho que, aparentemente, era un vendedor de piedra (“crack”). Me dijo que esta hija había ido para Margarita a visitar a su marido. Y que le había llevado 3 pollos. Extrañado, indago: ¿qué? Pues resulta ser que el marido estaba preso por narcotraficante. Lo agarraron en una lancha por allá por Martinica y lo enviaron preso para Venezuela. El amigo me dice que en la lancha no había nada de drogas, pero que aparentemente si encontraron trazas de cocaína. La cárcel de Margarita, según mi amigo, se llama San Antonio.


CODA

¿Y los pollos? Resulta ser que eran tres gallos de pelea que la susodicha llevaba para venderlos en la cárcel, porque en la gallera de la cárcel se juega mucho dinero y los presos pagan bien por un “pollo”. ¿Qué les parece?


lgriverob@cantv.net


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Luis Rivero Badaracco


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