Rastros del tiempo (XLVI)

La insurrección del 7 de abril de 1929

La insurrección del 7 de abril de 1929, fue un levantamiento significativo en la historia política de Venezuela, enmarcada en un contexto de creciente descontento social y político, contra el régimen dictatorial de Juan Vicente Gómez. Este evento se produjo en un momento en que el país estaba bajo la opresión de un gobierno autoritario, que había mantenido el control durante casi tres décadas.


Durante el gobierno de Gómez, Venezuela experimentó una severa represión política. La dictadura se caracterizaba por la censura de la prensa, la persecución de opositores y la falta de libertades civiles. A pesar de la bonanza petrolera, el pueblo venezolano enfrentaba condiciones de vida difíciles y una creciente desigualdad; del petróleo quienes se beneficiaban eran las grandes empresa trasnacionales, aupadas por el gobierno de los Estados Unidos, a las que el gobierno de Gómez, les entregó las concesiones desde 1908, cuando dio el golpe de estado a su compadre el presidente Cipriano Castro, de manera acelerada y sin condiciones claras, permitiendo que los concesionarios se sintieran dueños del petróleo venezolano, haciendo lo que les viniera en ganas, llevándose de manera desmesurada nuestro principal recurso natural.

La insurrección del 7 de abril fue un movimiento de tendencia democrática, siendo su principal protagonista Rafael Alvarado Franco, un joven instructor de artillería, con el grado de Capitán del Ejército, nacido en 1898 en Nirgua (Edo. Yaracuy), que había sido enviado por el gobierno, para hacer cursos de especialización y mejoramiento, en Perú. La insurrección estalla al amanecer del 7 de abril, en Miraflores, sede figurada del Poder Ejecutivo, ya que el presidente de la República, el Dictador Juan Vicente Gómez, despachaba regularmente desde Maracay (Edo. Aragua) y no desde Miraflores. La causa de la insurrección, según las fuentes consultadas, fue el descontento popular, que se intensificó debido a la represión política y la situación crítica de la economía. La insurrección fue apoyada por diversos sectores de la sociedad venezolana, incluidos estudiantes, trabajadores y miembros de partidos políticos opositores del momento.

El deseo de cambio y la lucha por la democracia fueron los principales motivos del levantamiento, contando el capitán Rafael Alvarado, como líder de la rebelión, con la cooperación de los subtenientes Rafael Antonio Barrios, Agustín Fernández, Leonardo Leefmans y Faustino Valero; los cadetes de la Escuela Militar: Eleazar López Wolkmar (hijo del general Eleazar López Contreras, entonces jefe de la guarnición de Caracas), Antonio J. Ovalles Olavarría, Benjamín Delgado Leefmans y Armando J. Chávez; algunos sargentos; los estudiantes universitarios Jesús Miralles, Fidel Rotondaro, Germán Tortosa, Francisco Rivas Lázaro, Antonio Arráez, Juan José Palacios, Luis Manuel García, Gustavo Tejera y César Camejo; el dentista Rafael Franco, hijo; Francisco Betancourt Sosa; el capitán chileno Pedro Dubournais; los trabajadores Aurelio Esparragosa y Julio Naranjo, varios miembros de la Federación de Estudiantes y obreros de la fábrica de vidrio de Maiquetía, tomaron el cuartel de Miraflores y de allí se dirigieron hacia el cuartel San Carlos, pero los comprometidos, ya habían sido sometidos por el general López Contreras en persona. Los insurrectos exigieron la renuncia de Gómez y el establecimiento de un gobierno democrático.

A pesar de la valentía y convencimiento de los insurgentes, el régimen reaccionó con una represión brutal, utilizando la fuerza militar para sofocar la revuelta, los líderes de la insurrección fueron arrestados unos enviados a La Rotunda, (una de las cárceles más famosas de Venezuela de mediados del siglo xix y principios del siglo xx), al Castillo de Puerto Cabello y otros fueron forzados al exilio. Sin embargo, el levantamiento marcó un punto de acento histórico en la política Venezolana, ya que evidenció el creciente descontento, con el régimen de Gómez. El capitán Alvarado murió en la prisión del Castillo de Puerto Cabello, el 12 de diciembre de 1933 y la mayoría de sus compañeros permanecieron en la cárcel, hasta la muerte del general Gómez en diciembre de 1935.

Este evento se convirtió en un símbolo de resistencia y sentó las bases para futuros movimientos de oposición, que se generaron a partir del año siguiente, pero, a pesar de la resistencia de varios movimientos liderados por importantes personalidades de la política en aquellos momentos de lucha por la democracia, el dictador se mantuvo en el poder, hasta su muerte en 1935. La insurrección fue un acto de valentía, que reflejó el deseo de cambio en la sociedad venezolana y contribuyó a la eventual lucha por la democracia en el país, siendo un gesto revolucionario trascendente.

El Capitán Alvarado en su declaración dijo: "...después, de la fiesta de los estudiantes comprendí que el estado de ánimo del pueblo de Venezuela, en un momento dado, era posible que acompañara a algún individuo de ideas nuevas (sin ser socialista) hasta la realización de un plan preconcebido…". Esto lo dijo refiriéndose a las recientes protestas contra el gobierno, realizadas en el marco de los carnavales de 1928, por los jóvenes estudiantes, conocidos históricamente como la Generación de 28.



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Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

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