Para invadir la isla caribeña de Granada (342 Km2 y 300 mil habitantes) en 1983, el gobierno de Estados Unidos, citando informes falsos de la Central de Inteligencia (CIA) y otros organismos adujo que Cuba estaba construyendo un aeropuerto militar en el lugar, a sabiendas de que en realidad estaba destinado al turismo, y es el único hoy en esa isla. En 1984 el Departamento de Defensa de Estados Unidos debió admitir que los informes sobre este caso fueron "exagerados" y "manipulados" por la CIA y otros, pero ya era tarde.
Los hechos estaban consumados y la mayor potencia del mundo había entrado a sangre y fuego en una isla tan pequeña que la "hazaña" resultó vergonzosa, utilizando un argumento de la Guerra Fría para bombardear a la población civil, incluyendo un hospital de enfermos mentales. Washington también argumentó la necesidad de "proteger" a estudiantes estadounidenses que estaban en Granada, los cuales negaron en todo momento haber pasado peligros, salvo los que supuso la intervención de su propio gobierno. Con el paso del tiempo nadie recuerda los argumentos ni siquiera los hechos. Antes de esto había sido la invasión a Guatemala en 1954, basada en mentiras y desinformación y a Santo Domingo en 1965, como todo lo actuado contra Cuba, incluyendo Bahía Cochinos y el bloqueo de casi medio siglo que es una acción de guerra, todo esto sostenido mediante argumentos e información falsa para paralizar a la propia población de Estados Unidos. El 4 de marzo de 1986, el coronel Oliver North-el hombre del irán-gate, irán-contras y el entonces subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos Elliot Abrams iniciaron una campaña para persuadir al presidente hondureño José Azcona Hoyos que solicitara ayuda militar ante el supuesto avance nicaragüense sobre su territorio, hecho que nunca existió.
Sólo se sabía que los "contras", mercenarios del ejército norteamericano, incursionaban criminalmente en Nicaragua por la frontera común. Unos años después Azcona admitiría que Nicaragua no representaba ninguna amenaza para Honduras, aunque Abrams sostuvo ante el congreso que el mandatario había pedido ayuda "voluntariamente". Esto fue desmentido más tarde por el ex embajador en Tegucigalpa, John Ferch, quien dijo ante una comisión parlamentaria que el presidente hondureño sólo solicitó ayuda militar bajo presión.
Todo esto ocurrió cuando el gobierno de Ronald Reagan estaba inmerso en su guerra encubierta contra Nicaragua y el Congreso rechazó conceder nuevos fondos para la "contra" y los sandinistas convocaban a un diálogo directo con los contrarevolucionarios. Un acuerdo de solución entre ambos países centroamericanos fue ignorado por Washington porque Reagan consideró que el envío de tropas norteamericanas era una "fórmula de disuasión" para los sandinistas.
El plan contra Panamá comenzó también en 1981 cuando el equipo de halcones entendió que tanto Omar Torrijos en ese país, como León Roldós en Ecuador, eran "molestos" para sus planes, tal como está escrito en el Documento Santa Fe I, redactado por la ultraderecha republicana. Ambos mandatarios murieron en sendos "avionazos" en sus países ese mismo año.
De allí hasta llegar a la invasión a Panamá del 20 de diciembre de 1989, Estados Unidos -campaña periodística mediante - no escatimó ningún tipo de guerra sucia contra ese país y a fines de 1986, el ex asesor de seguridad nacional Norman Bayley afirmaba que había que ejercer presiones "dosificadas" sobre ese país pero advertía :"el gobierno de Estados Unidos no podrá realizar acciones más profundas sobre Panamá a menos que nuestras cámaras de televisión puedan registrar allí grandes manifestaciones antigubernamentales, con muertos y heridos" Bayley era entonces socio del ex director de la CIA, Wlliam Colby, y colaboraba con el mayor dirigente de la oposición panameña, Samuel Lewis Galindo.
Mediante la Organización de la Opinión Pública,( de desinformación, acción y espionaje) armaron el plan de desestabilización , que también les era útil contra Nicaragua. Le llamaron "el menú de Panamá" creando en ese país una oposición, la Cruzada Civilista (empresarios y derechistas, algunos sindicalistas) cuya verdadera sede estaba en Washington (algo similar a lo que sucede hoy en Venezuela y lo que sucedio en Chile en 1973), que mantuvieron la agitación en las calles, creando imágenes de "inseguridad" en la zona bancaria y de supuesta persecución a la oposición.
Todo esto ayudó a argumentar primero el bloqueo contra ese país desde 1987, del que que hoy nadie habla y luego de fracasar intentos de golpes militares tomaron el camino de la invasión. Para actuar y convencer finalmente al embaucado hombre medio norteamericano crearon la provocación necesaria, cuando ya tenían todos los equipos y fuerzas en la Zona del Canal. El 14 de diciembre de 1989 enviaron un camión cargado de soldados que se "perdió" en las callejuelas que rodeaban al cuartel central de las Fuerzas de Defensa Panameñas, una edificación baja y humilde.
La provocación no prosperó, pero los "enviados" habían observado las defensas. Luego enviaron una pareja de marines expertos en inteligencia, también perdidos en el lugar que fue detenida por los militares panameños, quienes avisaron al Comando Sur para entregárselos ya que estaban alertas contra cualquier provocación. Muchos periodistas fueron testigos de esa negociación. Pero ¿qué dijo el entonces presidente George Bush padre? Hablando, como ahora lo hace su hijo, sostuvo que una mujer estadounidense había sido maltratada y hasta insinuó violada por los "bandidos" panameños. Era una mentira absoluta, como se demostraría después.
El 16 de diciembre enviaron un automóvil cargado con cuatro marines tipo "rambo" que en momentos de enorme tensión habían pintado en el auto en varios lugares "gringo" y llevaban un cartel de inteligencia. Dijeron que habían ido a tomar unas copas en el centro panameño ( en momentos en que según Bush sus soldados estaban amenazados en Panamá) mientras había alerta roja en sus bases. Ellos también se "perdieron" frente al cuartel central. Después de provocar a vecinos del barrio de Chorrillo (destruido en la invasión) decidieron volarse el retén de tambores de aceite vacíos que cerraba la cuadra que pasaba frente al cuartel central panameño y lo hicieron a tiros.
Tres civiles panameños- entre ellos una niña- fueron heridos. Pero la explicación de Bush fue que los militares de Noriega (Manuel Antonio, comandante del ejército nombrado el 16 de diciembre como Jefe de gobierno por el parlamento) habían disparado alevosamente contra "inocentes soldados" de Estados Unidos. Luego agregaron que uno de ellos, el teniente de orígen colombiano Robert Paz había muerto a causa del incidente.
El Dailly Express de Londres señaló en esos días que los cuatro oficiales podían haber estado allí en " misión de espionaje o reconocimiento de áreas para preparar la acción". Tiempo después en un libro plagado de falsedades sobre Torrijos, Noriega y Panamá, Frederick Kempes, eufemísticamente llamado "corresponsal diplomático" de The Wall Street Journal, en realidad señalado como agente de la CIA, registraba la historia de aquella "acción" relatada por el "rambo" capitan de marines, Richard Haddad. Este estaba precisamente al mando del grupo que "se extravió" frente al cuartel central y se voló los retenes. Haddad, escribió Kempes admirativamente ,"levantaba pesas, coleccionaba pistolas y fanfarroneaba ante sus superiores asegurando que jamás se detendría ante una barricada panameña" .
El capitán Haddad se ufanaba de su acción, que le sirvió a Bush para engañar al pueblo estadounidense y aceitar los cañones de la guerra. La invasión a Panamá marcó un hito en los nuevos planes estadounidenses hacia la región. Fue el gran comienzo de la dominación cultural y un éxito en cuanto al dominio de la información. Para vergüenza del mundo, y cuando ya comenzaba la enorme claudicación de muchos intelectuales, Panamá fue invadido al terminar la noche del 19 de diciembre de 1989, aunque el peso del bombardeo comenzó la madrugada del 20 , y en esa acción se probaron una cantidad de armas, aviones- como los Stealth que vuelan en silencio - equipos infrarrojos, rayos lasser, y uniformes especiales.
En estos días se mencionan las armas y vestuarios de las tropas de Estados Unidos en el Golfo, pero nadie recuerda que en Panamá incluso se probaron cascos de un nuevo material "kevlar" que reemplazaban a nada menos que 16 láminas de acero compacto. Ante la indiferencia del mundo Panamá fue la Guernika de América. Cientos de helicópteros y aviones del comando sur, en ese momento con sede en la Zona del Canal de Panamá, levantaron vuelo para cruzar la calle que separaba esa zona de la capital y en pocos minutos las bombas caían sobre una ciudad de 600 mil habitantes, en un país con una población total de poco más de dos millones, mientras el mundo se entretenía con los también manipulados sucesos en Rumania.
El argumento: derrocar al general Noriega, según ellos narcotraficante y dictador, quien fue llevado y juzgado ilegalmente en Miami, donde hasta hoy está preso, mientras Alfredo Stroessner y Augusto Pinochet, entre otros, responsables de miles de crímenes de lesa humanidad envejecen sin castigo alguno. Los cadáveres de algunas fosas comunes abiertas en Panamá mucho después de la invasión mostraron los "métodos democráticos" de las tropas norteamericanas: tiros de gracia en la nuca en varios de ellos, entre al menos cuatro mil muertos la mayoría civiles incluyendo a niños.
Con el paso del tiempo se conoció que en realidad el teniente Paz, que según Bush padre había sido muerto por los "temibles" hombres de Noriega, en realidad había sido traído herido desde Colombia, en el puente aéreo establecido el 15 de diciembre de 1989 entre ese país y el Comando Sur, ya que soldados estadounidenses intervenían ilegalmente en un asalto al cuartel del narcotraficante colombiano Gonzalo Rodríguez Gacha. Era una de las tantas operaciones encubiertas en un país de América Latina. Duchos en mentir, la historia de los argumentos falsos de Estados Unidos abona la saga de guerra y las intervenciones, contra América Latina y el mundo desde fines del siglo XIX.
La Guerra del Golfo
No menos argumentaciones falsas se usaron en 1991 para la operación contra Irak después que ese país invadiera Kuwait Existieron todas las posibilidades diplomáticas para llegar a un acuerdo, pero no era eso lo que quería Washington. "Necesitaba" la guerra. Hace 15 años Estados Unidos no se hubiera atrevido a mandar tropas al desierto, pero ahora hace lo que quiere. Cuando Estados Unidos invadió Panamá, Elliot Abrams señaló de manera bastante clara que ahora era mucho más libre para usar fuerza militar, porque no tenía que preocuparse por ningún factor de disuasión.
Por tales motivos no era sorprendente que Estados Unidos haya preferido llevar la confrontación a la arena de la fuerza, decía el politólogo y lingüista estadounidense Noam Chomsky, en una entrevista el 14 de enero de 1991 en vísperas de la guerra contra Irak iniciada el 16 de enero. Todos los analistas concluían en que esa guerra le permitió a Bush poner en marcha la nueva diplomacia no para buscar mecanismos de solución, sino para garantizar el estallido y por eso desestimó todas las vías diplomáticas posibles y los ofrecimientos de Irak para evitar el conflicto. Su política exterior sólo actuó en base a su hegemonía militar indiscutible.
La guerra de Estados Unidos y sus aliados, más los países árabes que apoyaron por intereses, presión, temor o cohechos, fue un factor fundamental de inestabilidad en la región donde existen problemas profundos y resoluciones de Naciones Unidas que nunca se cumplieron como la desobediencia de Israel frente al caso palestino, fuente de conflicto y tragedia. Nadie aprobaba la invasión de Kuwait por Irak el 2 de agosto de 1990, aunque ese emirato no constituía ningún ejemplo de democracia. Kuwait estaba haciendo el juego a Estados Unidos, con una mayor producción de petróleo para obligar a disminuir los precios mundiales.
Todo el entramado de intereses que estaban detrás de la acción estadounidense fueron observados por varios países que se opusieron a la guerra, cuando la doble moral de Washington quedó expuesta pues sus tropas aún estaban en Panamá, un año después de la invasión. Allí impusieron como presidente a Guillermo Endara, quien había sido abogado de la siniestra policía política (DINA) de Chile, comandada por el general Manuel Contreras, durante la dictadura de Augusto Pinochet. Toda una alegoría para imaginar a quien podrían colocar en un gobierno de Irak post invasión. Mal podían mostrarse ante el mundo como "los liberadores de Kuwait". La invasión a Panamá no se vio en televisión, sólo imágenes fragmentadas y convenientemente elegidas por el invasor.
Tampoco se vio la guerra del Golfo, sino los trazados luminosos de los misiles y nunca los miles y miles de muertos. Además de la lógica del mayor control de los mercados y los precios del petróleo, donde también Estados Unidos se posesionaba con poder frente a sus principales competidores económicos, Japón y Alemania, rivales que lo aventajaban en la competencia mundial, enviaba un mensaje al mundo: aunque la Guerra fría hubiera terminado nadie podría desafiarlos fácilmente. Chomsky señalaba entonces que Estados Unidos estaba políticamente débil y militarmente fuerte "y no buscaba emplear la diplomacia sino la fuerza".
Como ahora, analizaba también que había que considerar que el factor de la división imperialista de Medio Oriente dejó el petróleo en manos de pequeñas familias de dictadores dependientes de Estados Unidos y Gran Bretaña. "Ese arreglo imperial fue impuesto por Washington y Londres y siempre han estado comprometidos ambos países con el derecho de intervención y el empleo de la fuerza si cualquiera se salía del control estadounidense o británico. Con ello ambos países intentan controlar el petróleo del Medio oriente y más crucialmente intentan controlar las ganancias que producen los recursos petroleros. Eso implica el uso de fuerza", sostenía Chomsky.
Para Ramsey Clark, quien fue subprocurador en los gobiernos de John Kennedy y Lyndon Jhonson, Estados Unidos no sólo estaba invadiendo por temas de petróleo y otros sino también "como esquema de dominio en la región de interés estratégico para consolidar el poder militar y el poder económico frente a sus competidores" y por esa razón las grandes movilizaciones mundiales que se produjeron entonces contra la guerra no iban a disuadir a Washington.
En una entrevista también por esos días advertía que "las coaliciones son sólo máscaras"(como son también ahora) ya que antes de iniciar los combates Washington tenía en el Pérsico el 80 por ciento de los hombres y al iniciar la guerra contaría con el 97 por ciento de capacidad bélica propia. Clark denunciaba entonces que Estados Unidos había transformado a Naciones Unidas- que le dio un cheque en blanco- de "una institución creada para desalentar y terminar con el uso de la fuerza y con la guerra, en un instrumento de guerra".
En relación a la invasión a Panamá sostenía "que tuvo que ver con la necesidad de manifestar poderosamente la intención de Estados Unidos de dominar la región, no sólo la zona del Canal, sino la región. Estamos hablando de fuerzas militares de Estados Unidos en el terreno, en Colombia, Perú, Bolivia, en un intento por dominar la región" y añadía: " hay otros aspectos como la expiración de los Tratados del canal, el descontento con Noriega porque no era dependiente, si lo hubiera sido las cosas hubieran sido distintas".
Clark fue uno de los primeros denunciantes estadounidenses sobre la cantidad de muertos, la mayoría civiles, que había dejado la invasión a Panamá, lo que había sido ocultado a la población de Estados Unidos y al mundo, gracias al dominio de los medios de comunicación masiva. Panamá y luego el conflicto del Golfo Pérsico exhibieron como nunca, el uso de los medios de medios de información como armas de guerra.
En estos días Washington ha forzado hasta lo burdo pruebas inexistentes, falsificando documentos con un dominio casi absoluto de los medios, basados en la mentira, la manipulación, incluyendo la imposibilidad de demostrar con pruebas contundentes quienes fueron los autores reales de los atentados del 11 de septiembre del 2001. Esto le sirvió para avanzar sobre el mundo haciendo tabla rasa de todas las leyes internacionales, de la justicia, los derechos y violentando todo a su paso, como en su momento lo hizo Adolf Hitler, cuyo esquema repite corregido y aumentando.