Vamos a sincerarnos con la iglesia, con la que ni siquiera hemos topado, sino que por el contrario, ella quiere topar contra ella misma.
Fíjense. En la Conferencia Episcopal en 1994, la iglesia, llegó a una serie de conclusiones, entre ellas la siguiente:
“Venezuela no tiene una legislación moderna en el área de las comunicaciones sociales. El desarrollo tecnológico cada día propone nuevas pautas para la producción y transmisión de programas. Nuevos medios de comunicación aparecen en nuestro país y legalmente el ciudadano está indefenso frente a una posible violación de sus derechos”.
Y no contentos con ese juicio, la Conferencia Episcopal Venezolana siguió diciendo en su mensaje:
“El gobierno debe acelerar el debate público sobre una nueva ley que legisle sobre la frecuencia radioeléctrica en Venezuela, sobre el contenido y la forma de las transmisiones y sobre el aspecto moral y cultural que por encima de cualquier interés debe protegerse”.
Sin embargo, el 13 de julio de 2003, en Ultimas Noticias, Baltasar Porras mandó a parar con unas declaraciones donde decía que la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión: “debiera congelarse como discusión en el parlamento y abrirse un debate a toda la sociedad porque allí hay conceptos fundamentales”.
A pesar de que, este mismo año, el Papa Juan Pablo II había dicho:
“De hecho, con frecuencia los medios prestan un valiente servicio a la verdad; pero a veces funcionan como agentes de propaganda y desinformación al servicio de intereses estrechos o de prejuicios de naturaleza nacional, étnica, racial o religiosa, de avidez material o de falsas ideologías de tendencias diversas. Ante las presiones que empujan a la prensa a tales errores, es imprescindible una resistencia ante todo por parte de los propios hombres y mujeres de los medios, pero también de la Iglesia y otros grupos responsables”.
Pero Baltasar no cree ni en el Papa. Yo creo que Baltasar debe hacer una propaganda por todos los medios, donde en primer plano, diga: “Yo, pecador me confieso, por mi culpa, por mi culpa, por mi santísima culpa, la iglesia se ha convertido en un partido político de oposición”.
Es más, ya ni una palabra suya bastará para sanarnos, Baltasar.
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