Carta a Fito Páez.
Estimado Fito:
Permíteme tutearte, ya que he escuchado tus canciones durante toda mi vida. Desde aquellos días, en donde tu sensibilidad humana y tu don para sacar del dolor la fuerza necesaria para seguir luchando ante los embates de la vida, he seguido tu producción creativa con interés. No sé si esta carta llegue a tus manos, ni realmente creo que eso interese a estas alturas del partido. Como Farruco, escribo esto para sentirme un poco mejor conmigo mismo. Suena paradójico, pero creo que muchos venezolanos quizás sientan lo mismo. Escribo esto para no borrar tus canciones de mi computadora, para oírlas otra vez con la frescura de siempre, para no sentir amargura.
Tus opiniones en política son, desafortunadamente, tristes. Tristes como tus canciones, quizás. Estuve en el concierto en esa Aula Magna que dices querer. Y oí con sorpresa cuando justificaste a George Bush, diciendo "que en su lugar, todos hiciéramos lo mismo".
Bien Fito, los venezolanos hemos decidido no hacer lo mismo.
Si Alejandro Sanz le da cagueta venir a Venezuela, pues es su problema. No te pongas así. El miedo es libre. Creo que hasta le dieron un Grammy, así que la jugada le salió bien. Es más, el hecho de que vengas a mi país, a hablar paja del presidente al que elegimos y que mantenemos en el poder a costa de la vida de muchos, es sinónimo de libertad. Como tú, los habladores de paja de oficio son bien recibidos aquí.
Pues Fito, me despido. Pensándolo bien, una vez hecha esta catarsis, he decidido no oírte más. Creo que vives con miedo, has hablado con miedo, has cantado con miedo y además eres un gran ignorante de la realidad mundial. Creo que ya tu música, al ser un reflejo de tu intelecto, no es necesaria en mi vida. No llena ningún vacío. No refleja mi voluntad. Lamentablemente, el reflejo que ahora produce es el reflejo de la mentira.
Orlando Romero Harrington
Artista / Profesor